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miércoles, 13 de marzo de 2019

Le Crédit

Sigo bastante desconectada del blog pero, por buenos motivos. Además de trabajar muchísimo, paso una buen aparte de mi tiempo libre con mi novio quien hace unos días me sorprendió con unas entradas para ir al teatro y nada menos que en tercera fila.

Eligió una comedia española, Le Crédit, escrita por el barcelonés Jordi Galcerán. La obra se estrenó hace unos años en Madrid como El Crédito protagonizada por Luis Merlo y Carlos Hipólito y ha cosechado éxitos en España y en varios países hispanoamericanos. Desde enero y hasta finales de mayo, se presenta en su versión francesa en el Théâtre de la Gaîté-Montparnasse interpretada por dos veteranos de la escena: Daniel Russo y Didier Bénureau.

Cartel 

Ya antes de entrar, me hizo gracia la propuesta ya que los dos somos banqueros, de hecho, yo también he trabajado como consejera patrimonial como el protagonista de la obra. El pobre empleado decide no conceder el préstamo a un cliente al que no conoce de nada hasta que éste le desvela un secreto de importancia: él tiene un don para enamorar a las mujeres y, si el banco no le otorga el préstamo, seducirá a la mujer del consejero.  


El teatro no es muy grande pero es cómodo

Debo decir que es muy sorprendente y graciosa; durante la primera hora, no paré de reír y el resto del público tampoco. Los giros de guión y las sólidas interpretaciones consiguieron hacer pasar a los espectadores una noche muy divertida. Absolutamente recomendable.

Los protagonistas nos saludan

lunes, 25 de febrero de 2019

El año del Cerdo

Un año más vuelvo a mi cita con el desfile del Año Nuevo Chino. Afortunadamente, este año ha sido más vistoso y un poco más lucido que el del año pasado que, a mi juicio, marcó el punto más bajo de la decadencia de este acontecimiento.

Para empezar, vuelven a estar permitidos los petardos lo que hace más auténtico el espectáculo de los leones. El recorrido sigue siendo más corto que hace años pero, al haber más participantes, no se abren huecos entre los diferentes grupos que desfilan. Por suerte, además, dichos grupos han renovado algo sus espectáculos y animaciones de modo que no resulta repetitivo respecto a años anteriores. Parece pues que la comunidad asiática en París se ha tomado en serio lo de que el año del cerdo es el año de la prosperidad y la alegría. Por otro lado, es año de elecciones municipales por lo que quizá el Ayuntamiento y la Junta de Distrito hayan sido más generosos en sus contribuciones económicas.

Como decía, este 2019, el desfile ha sido más colorido y variopinto que los dos últimos aunque sin llegar al nivel del primero que vi en febrero del 2015. Os dejo con las imágenes.











lunes, 11 de febrero de 2019

Les Troyens: a la búsqueda de Italia

Pocas óperas son tan extrañas como ésta de Héctor Berlioz que ha programado el teatro de la Bastilla esta temporada. Los Troyanos, que el autor nunca llegó a ver representada, está dividida en dos secciones y cinco actos: de ellos, los dos primeros se desarrollan en Troya, en plena guerra contra los griegos y los siguientes en Cartago, a donde el general Eneas huye con sus hombres.

Es bastante raro que se represente ya que es muy larga y necesita un enorme plantel de primeras figuras. De hecho, en esta ocasión se ha representado con algunos cortes y el plantel elegido ha sufrido algunos cambios y cancelaciones. Nada sorprendente para una ópera tan compleja como intelectual. 


El programa

Ya que se trata de una obra de cinco horas, intentaré que mi crónica no sea tan larga como la ópera. Empezaré diciendo que la puesta en escena es una tomadura de pelo. La primera parte aún tiene un pase con un país en ruinas, azotado por la guerra y por su propio declive pero, a partir del tercer acto, se nos presenta una cutrísima residencia de combatientes que más bien parece un cruce entre residencia de ancianos no asistidos, sanatorio de personas con problemas psiquiátricos o centro de ocio de los años 50 con actividades propias de jardín de infancia, carteles de cartón y ropa de papel incluidos. Toda la escenografía es lamentable, así sin paliativos, no sólo la cutrez permanente, sino también la ridícula dirección actoral, la plana iluminación o el vestuario de baratillo. Lo peor de todo es que resulta casi imposible entrar en la historia. Por cierto, el perpretador se llama Dmitri Tcherniakov y es responsable de algunos sinsentidos que se han visto en otras casas de ópera europeas.

Cartel de la ópera

Con todo lo anterior, repito que costaba meterse en la historia, de sobras conocida por otro lado, así que me decidí a prestar atención a la orquesta que afrontaba el enorme reto de la difícil e historiada partitura. Para hacer frente a la misma, la orquesta contó con todos sus efectivos: tantos que nunca había visto tanta gente en el foso: no pude contar pero calculo que había entre 80 y 90 músicos, incluidas cuatro arpas y una quinta que sonó en el escenario. Hubo algunos pasajes maravillosos, llenos de lirismo, y las consabidas sorpresas de las óperas de Berlioz como espectaculares cambios de ritmo, frases insistentemente repetidas y solos emotivos, con mención especial al clarinetista solista que brilló especialmente en sus intervenciones. 

Escenografía de los dos primeros actos



Los troyanos salen a saludar

Por encima de la multitudinaria orquesta, sonaron las voces de las dos trágicas protagonistas: Cassandra y Dido, dos mujeres poderosas y valientes, vencidas por sus propios sentimientos. Ni que decir tiene que las dos acaban suicidándose. 

Como se trata de una ópera inspirada en la Eneida de Virgilio, el componente fatídico está muy presente y se repite a lo largo de la obra varias veces la frase "busca Italia" como un mantra que guía al héroe Eneas a salir de su arrasada tierra natal y, después, a abandonar su tierra de acogida y a su amada. La historia es muy bella, heroica y romántica pero con las escenas de geriátrico y los personajes jugando al ping pong, no llegué a sentirme conmovida.

Telón inspirado en la obra de Cy Towmbly quien también trató el tema de la toma de Troya en su obra

Y no es demérito de los artistas sobre el escenario. En la primera parte, Stéphanie d'Oustrac me sorprendió gratamente al representar una Cassandra grande, de bella y potente voz que iba más allá de la orquesta en ese teatro tan enorme. La mezzosoprano francesa tiene una voz carnosa y con personalidad y de los dos primeros actos fue la protagonista absoluta. Más aún, fue la gran triunfadora de la noche.

La estupenda Stéphanie d'Oustrac que interpretaba a Cassandra  

Más repartida está la atención del espectador en los otros tres actos pero, sin duda, la estrella es Dido. No puede ser de otra manera ya que es la reina, la gobernante que acoge a los troyanos partidos al exilio y la mujer que ve nacer el amor en su corazón después de varios años de viudedad. Aquí, el lucimiento fue para la bielorrusa Ekaterina Semenchuk, a quien ya vimos en el Trovador hace unos meses, en un papel mucho más acorde a su edad y personalidad. A pesar de los absurdos escenográficos, la mezzo se lució en los momentos más dramáticos del personaje así como en los más románticos. Se trata de una historia de amor de leyenda, mucho más que eso, una historia que ha llegado al mito. 

Una muestra de la puesta en escena de los actos dedicados a Cartago
Ekaterina Semenchuk fue la desdichada Dido

Entre los papeles masculinos, ensombrecidos por las voces femeninas, destaca el Eneas de Brandon Jovanovich. El tenor neoyorquino protagonizó este verano La Dama de Picas en el festival de Salzburgo, que fue retransmitida en streaming, donde estuvo algo gritón en el primer acto así que no esperaba mucho de él. Por suerte, me sorprendió gratamente porque, aunque no es un ejemplo de refinamiento, cantó bastante bien y su dúo con Dido estuvo fantástico. 

Eneas, a la búsqueda de Italia
El dulce y fiel Narbal

El otro tenor de la noche, el joven Cyrille Dubois, interpretó a Iopas, y fue muy aplaudido en su canción del quinto acto. Como el fiel Narbal, el barítono elegido fue Christian Van Horn, también muy correcto. En las ropas de Anna, la hermana de Dido, la mezzosoprano Aude Extrémo cumplió sobradamente con el papel. También es una mezzo, Michèle Losier, quien interpretó el poco lucido papel de Ascanio, el hijo de Eneas, por lo que la francesa parece abonada a los papeles de calzones como ya vimos aquí en el Benvenuto Cellini, otra obra de Berlioz. Me dejo en el tintero muchos otros artistas pero, al ser una ópera coral y de conjunto, no tuvieron un gran lucimiento.

El reparto sale a saludar
Los protagonistas de los tres últimos actos 
El reparto al completo

A modo de conclusión, podríamos decir que fue una noche tan compleja como la ópera que fui a ver: muy ambiciosa pero, a ratos decepcionante. Una lástima porque de verdad tenía muchas ganas de ver esta ópera. 

domingo, 6 de enero de 2019

Picasso rosa y azul

Hoy finaliza uno de los eventos más importantes de la temporada cultural parisina: la exposición Picasso azul y rosa en el Museo de Orsay. Inaugurada el pasado mes de octubre por el presidente de la República Emmanuel Macron acompañado de su esposa Brigitte, la muestra ha sido todo un éxito de público y ha contado con la visita de importantes mandatarios de todo el mundo durante las celebraciones del final de la Primera Guerra Mundial. La exhibición revive los 6 años críticos de la vida de Picasso entre 1900 cuando, con sólo 19 años, llega a París hasta 1906 en que comienza el periodo cubista con su obra Las señoritas de la calle Avinyó.

El Orsay ha tenido una excelente idea al dedicar una muestra a estas dos etapas tan populares del genial malagueño y que nunca habían tenido un tratamiento conjunto en ningún museo de Francia. Además del interés artístico, el museo ha realizado una excelente labor didáctica. Como ya vimos en la exposición Más allá de las estrellas, el Orsay está realizando una gran labor pedagógica en sus últimos proyectos y el espectador, además de disfrutar de las magníficas obras, también aprende y sale de la muestra con una idea clara de lo que ha visto. Lejos parecen quedar los escándalos y el morbo que acompañaban las exposiciones temporales hace unos años.

 El genial artista
 Jeanne

En octubre de 1900, el artista malagueño llegó a la capital francesa, concretamente a la Gare d'Orsay que ahora alberga este museo. Aunque venía ya influido por importantes pintores españoles de vanguardia como Santiago Rusiñol y Ramón Casas, aquí tuvo contacto con los mejores galeristas y pudo empaparse de escenas de la vida nocturna, los barrios bajos y la vida circense que tanto influyeron en la temática de esta época. Aquí en París comenzó también la influencia del arte tradicional de otros continentes como el africano y el oceánico que desencadenó el periodo cubista.

 La Espera (Margot)
 Evocación (El entierro de Casagemas), la versión macarra del Entierro del conde Orgaz.

Aunque la vida parisina marcó a Picasso en estos años, hay que recordar que en estos años también pasó temporadas en su Málaga natal, en Barcelona y en Madrid. Precisamente, cada vez que visitaba la capital española, acudía al Museo del Prado y se empapaba de la pintura de los grandes maestros como Velázquez, Goya Murillo o El Greco, tan influyentes todos ellos en esta etapa. De hecho, en la exposición se muestran postales, cuadernos de dibujo y libros de arte que le pertenecieron, dando muestra del enorme genio visual que fue. A pesar de su juventud, esta etapa azul es triste ya que muestra aspectos sórdidos de la sociedad y también por un desgraciado acontecimiento personal, el suicidio de su amigo Carlos Casagemas.

 Pierreuses au bar
 Los tejados de Barcelona

Su situación personal no era tampoco la más alegre. Las estrecheces económicas le llevaron a reutilizar algunos lienzos para varios cuadros diferentes y a quemar dibujos en la estufa para calentarse. Al más puro estilo tenebrista, Picasso pinta mendigos, prostitutas, tullidos, enfermos, borrachos... Sin duda, el estilo frío, melancólico y rectilíneo está inspirado en la pintura de Cézanne, el padre de todos nosotros, como le llamaba el propio Picasso. Es como si quisiera pintar el infierno, el Hades, el abismo, que en la mitología era un lugar frío, sombrío y lleno de ríos, es decir, azul y oscuro. También se aprecian algunas notas de erotismo y sexualidad pero no de manera sensual sino sórdida en la eterna unión de Eros y Thanatos que culminará en el cuadro La Vie, que representa las etapas de la vida y su final.

La Vida

Ya en 1904, Picasso se instala en el Bateau-Lavoir de Montmartre, concretamente en el taller que había ocupado Paco Durrio, y conoce a Fernande Olivier quien se convierte en su pareja. El amor, que como sabemos es lo que mueve el mundo, hace que la producción de Picasso se vuelva más optimista y luminosa aunque sin perder la languidez y melancolía del periodo azul. Además, al vivir en Montmartre, el malagueño empezó a tratar con otro tipo de artistas como los del circo y espectáculos varios y con poetas y escritores quienes quizá le dieron una visión más lírica de la vida. Así, empieza a utilizar el azul con sus colores contrapuestos como el rosa y el ocre. Nuevamente, Cézanne es su fuente de inspiración (el Mardi Gras) pero también Toulouse-Lautrec o Gauguin así como algunos pintores del Barroco europeo como Rembrandt o Rubens, más cálidos que sus coetáneos españoles. 

 Las Tres Holandesas
 Acróbata sobre la bola
 Los Dos Hermanos
 La Toilette

A pesar de la relajación en los sentimientos y la mayor dulzura en el color, los personajes siguen mostrándose introspectivos y enigmáticos. Asimismo, Picasso comienza a descubrir la escultura como medio artístico de modo que en esta parte del recorrido vemos algunos bustos así como dibujos, grabados y hasta cerámicas. Si durante el periodo azul, las figuras eran longilíneas y magras, en esta etapa rosa los volúmenes cambian y las figuras son más anchas pero también más rectas como si las diferentes partes de sus cuerpos empezaran a formar figuras geométricas en un claro anticipo del cubismo posterior. La presentación de las obras y el recorrido de la exposición permiten al visitante comprender perfectamente esta evolución y entender el proceso creativo de este gran genio del arte que fue Pablo Ruiz Picasso. 

 Desnudo sobre fondo rojo
 Cabeza de madera
 Dos mujeres desnudas y su boceto, como una fotografía y su negativo
 Cuaderno de dibujos
El álbum de la exposición

sábado, 29 de diciembre de 2018

Simon Boccanegra

Si comenté que con La Cenerentola me llevé una decepción en fondo y forma, el pasado 10 de diciembre la sorpresa fue agradable. La obra en sí no me llamaba mucho la atención porque es una ópera muy densa, pesada y con gran contenido político. Al igual que El Trovador, Verdi convirtió en ópera otra obra de Antonio García Gutiérrez, Simón Boccanegra, aunque el libretista Piave aligeró la compleja y enrevesada trama. La obra fue un fracaso así que más de 20 años después, como en la propia historia de esta ópera, todo cambió y fue otro libretista, Arrigo Boito, quien hiciera algunas modificaciones más que sirvieron de base a la ópera tal como la conocemos. Desbrozar la trama no sirvió de mucho ya que la historia sigue siendo farragosa y poco comprensible para muchos aficionados, entre los que me incluyo.

Cartel anunciador

Aunque no es muy representada ni conocida, es una de esas óperas que siempre están presentes en los grandes teatros del mundo. Había visto esta obra en Youtube, pero lo que vi y escuché en Bastille fue algo absolutamente nuevo. En primer lugar, la puesta en escena de Calixto Bieito era un estreno mundial. También la encarnación del barítono Ludovic Tézier en el rol titular había sido muy publicitada y, para acabar, la dirección del maestro Fabio Luisi.

Todo el reparto y el director saludan 

La puesta en escena es bastante peculiar: hay una enorme estructura negra que parece ser el bastidor de un barco que va dando vueltas por el enorme escenario aunque en algunos momentos más parece un submarino. De hecho, la oscuridad es una de las constantes de la historia, tanto del personaje como de la trama y las intrigas. Ese aire sombrío se ve reforzado por las proyecciones en blanco y negro al fondo del escenario aunque como yo estaba en una de las últimas filas, arriba del todo en el teatro, no lo vi bien. Para ser Calixto Bieito, la escenografía resultó bastante elegante sin las estridencias y obscenidades habituales en él. A lo largo de toda la ópera, una actriz deambulaba por el escenario representando el recuerdo de María, la enamorada de Simón, hija de su archienemigo Fiesco. Especialmente sentimental resultó el final con los dos enemigos acérrimos abrazados en primer término y el resto del reparto contemplando la escena.

Los solistas reciben la ovación del público

El gran triunfador de la noche fue, sin duda, el barítono Ludovic Tézier quien se hizo cargo del protagonista mostrando su gran voz, su elegancia verdiana y una buena caracterización. Tan estupendo como la última vez que lo vi en Don Carlos, parecía que toda la representación estaba pensada para él. La madurez vocal y actoral que mostró casaba muy bien con la del propio personaje, el primer dogo de Génova, antiguo corsario, mandatario y personaje con muchas aristas en lo personal y en lo político. Un bravo para el francés, calificado ya por la prensa como el mejor barítono verdiano de la actualidad.

El protagonista recibe el aplauso del público

Como gran sorpresa para mí, el bajo Mika Kares al que ya vi en un papel menor en El Trovador, estuvo soberbio como Fiesco. Es raro ver en los papeles protagonistas de una ópera un barítono y un bajo pero quizá sea por la carga política o para mostrar el odio visceral que se tienen los dos personajes durante décadas. El finés cantó de forma muy elegante y convincente en todas las partes de su actuación: el padre que pierde una hija, el enemigo que jura venganza a su rival, el cabeza de familia que perdona al dictador en favor de la felicidad de su nieta... Tiene una voz poderosa, el acento verdiano y una dicción italiana perfecta.

El antagonista

El programa de mano

Como Maria/Amelia, la soprano italiana Maria Agresta estuvo muy bien cantando de una forma muy lírica. Ha sido criticada porque no es un ejemplo de refinamiento y su voz no es la más bonita pero hay que decir que su canto estuvo más pulido que de costumbre. Su personaje es el contrapunto sentimental y romántico y el único femenino en esta obra llena de política, intrigas y odios encallecidos. Especialmente bonita es la parte del dúo con Boccanegra y es que los dúos entre barítono y soprano como el que vimos en La Traviata o éste se encuentran entre lo más bello de la producción de Verdi.

La soprano

El enamorado de la joven, Gabriele Adorno, fue cantado por Francesco Demuro, un joven tenor que me gustó mucho con una voz potente y dentro del estilo noble que se le supone al personaje. Está muy bien descubrir jóvenes tenores con buena técnica y voz apropiada a los papeles que representan.

El enamorado Gabriele

En las ropas del desdichado Paolo, el barítono Nicola Alaimo cumplió con su papel aunque llevar un cubo de metal durante toda la obra le restaba credibilidad. Pietro estuvo encarnado por Mikhail Timoshenko, también muy bien. Una de las características que me gustaría destacar de esta representación es el equilibrio y la armonía entre las diferentes voces, lo que es muy importante en esta obra coral con tantos concertantes. Mención especial merece el magnífico coro que, una vez más, estuvo en lo más alto de sus prestaciones y sonó sentimental, serio o turbador (esa llamada a la guerra daba miedo) según el momento.

Los protagonistas 

Y para mención especial, quiero destacar el increíble trabajo del maestro Luisi, genovés como los protagonistas. Ya he dicho en alguna ocasión que Verdi no es mi compositor favorito y uno de los motivos es que sus óperas me parecen, en ocasiones, excesivamente marciales y rimbombantes. Esta representación ha cambiado mi forma de oír la música verdiana. Pocas semanas antes de esta noche vi en Youtube una grabación, bastante conocida por cierto, de esta ópera y oí como es habitual unos estentóreos parabam, parabam muy militares y solemnes. Por suerte para mí, no hubo ni rastro de esas marejadas orquestales sino todo lo contrario: la ópera sonó tan lírica y tan poética que parecía otra obra completamente diferente a lo que yo había oído tiempo atrás y a muchas otras óperas de Verdi. Todo esto tiene más mérito ya que Simon es una de las óperas más heroicas y guerreras y con menos presencia de relaciones románticas. Ahora me pregunto si lo que yo he escuchado hasta ahora no era lo correcto sino unas visiones demasiado pomposas y grandilocuentes del autor de Parma. Sé que el maestro Luisi es un director a la antigua, es decir, que dirige al mismo tiempo que toca un instrumento (el clave o el primer violín) pero eso es impensable en una orquesta tan grande como las de Verdi.  Aún así, esta experiencia fue una revelación musical hasta tal punto que, al final, con la muerte de Simon, la reconciliación con Fiesco y la proclamación de Adorno como nuevo dogo, yo estaba prácticamente en éxtasis. Tanto lo disfruté que me pareció una de las muertes más bonitas de la historia. Quizá sea su labor como maestro perfumista lo que hace que Luisi logre una alquimia excepcional con los diferentes aromas que desprende una partitura. Fue de verdad una noche mágica.

Maestro perfumista y musical

El reparto y el coro