El programa de mano
La ópera cuenta algunos pasajes de la novelesca vida del escultor y orfebre Cellini que él mismo contó en su autobiografía como el homicidio de un hombre en una reyerta callejera (algo que él siempre negó), el encargo de la estatua de Perseo, su paso y huida de la cárcel y sus trifulcas con algunos artistas rivales. Aunque el libreto esté inspirado en hechos reales, hay cambios importantes en las fechas, lugares y personajes de la acción de modo que el encargo de la fastuosa estatua lo realiza el Papa Clemente VII en Roma y en 1532 cuando, en realidad, fue Cosme de Médici quien contrató al escultor el año 1545 y en Florencia, ciudad en la que todavía puede contemplarse la magnífica escultura. Para poner el contrapunto romántico, la acción incluye un amor prohibido con Teresa, la hija del tesorero papal, que también recibe las atenciones del escultor Fieramosca, rival en amores y en encargos artísticos del protagonista.
El reparto al completo sale a saludar
No menos atribulada fue la creación de la obra que vi en Bastille. Aunque cuenta con elementos de la Grand Opéra francesa como las escenas multitudinarias, la exhuberante orquestación y los temas basados en hechos reales, también tiene algunas características de la opéra comique con sus enredos amorosos, rivalidades y gracietas varias pero no se puede encuadrar en ninguno de los dos estilos. Berlioz arriesgó muchísimo al componerla, tanto que ningún teatro quiso producirla hasta que, por fin, en 1838, la Salle Le Pelletier se decidió a estrenarla. El propio Berlioz, otro gran ego como el de Cellini, no quedó del todo satisfecho y se refería a ella como una ópera que había "regurgitado" en París. La innovación de esta ópera fuera de las convenciones del momento, una música rompedora, incluso a ratos gamberra, y un tema poco conocido para el público la convirtieron en un fracaso absoluto en su estreno. Una década después, Franz Liszt, gran admirador de Berlioz, estrenó en Weimar una nueva versión de la misma que agrupaba los dos primeros actos en uno solo pasando de tres del original a dos. Ésta ha sido la versión más popular y la que se ha representado estos días en París aunque sigue siendo una obra desconocida y poco habitual en los teatros del mundo.
¡Qué bonita está la plaza de la Bastilla cuando hace sol!
Como no hay dos sin tres, otro ego inmenso y artista genial se ha unido a esta obra para sacarla del olvido y darle un empaque y una presencia como pocas veces se ve en el mundo de la lírica. En 2014, la English National Opera encargó al actor y realizador Terry Gilliam, antiguo fundador y miembro del grupo cómico Monty Python, la puesta en escena y dirección artística de esta ópera. Se trata de su segunda incursión como escenarista ya que, unos años antes, la misma institución le había encomendado la realización de La Damnation de Faust, también de Berlioz. En esta ocasión, Gilliam aprovecha el hecho de que el primer acto se desarrolla durante el Carnaval para presentarnos una versión reducida del Circo del Sol: una troupe de acróbatas, malabaristas, trapecistas, contorsionistas, saltimbanquis, juglares y titiriteros que animaron la escena durante la larga obertura y los numerosos interludios del primer acto.
Imágenes de la carnavalesca puesta en escena
La decoración de los espacios era minimalista pero muy trabajada ya que las diferentes estructuras se iban moviendo para crear el interior y el exterior de la casa de Teresa y su padre Balducci. Especialmente llamativo fue el momento en que los amantes se escapan en un globo aerostático precioso o el momento en que aparece el Papa en una especie de sarcófago. La iluminación fue otro de los grandes aciertos de la puesta en escena acompañando los diferentes momentos cómicos o dramáticos, de acción o de recogimiento.
Más discreta resulta la segunda parte en que, ya entrados en el Miércoles de Ceniza, Roma se tranquiliza y Cellini se concentra en el trabajo de acabar la estatua de Perseo, tarea nada sencilla ya que su rival Fieramosca soborna a sus artesanos para que no cumplan con su trabajo y no tiene suficiente bronce para fundir la estatua de manera que recurre a sus útiles de escultor y otros enseres personales para finalizarla. Esto último fue real y Cellini tuvo que fundir algunas de sus pertenencias. Como es difícil describir la estética de un espectáculo, os recomiendo ver las imágenes y vídeos aquí. Como mi amiga y yo estábamos en la parte alta del teatro no nos perdimos detalle de la representación y eso que, en ocasiones, no sabíamos ni dónde mirar con tantas cosas que pasaban en el escenario.
Estábamos muy arriba así que lo vimos todo
La crítica ha sido muy dura con esta escenificación. Resulta raro dado que no sólo ha tenido un gran éxito de crítica y público allí donde se ha representado sino que ha recibido numerosos premios. A los críticos les ha resultado especialmente desagradable la parte más cómica y gamberra de la obra. Yo creo que no han escuchado bien la música: hay momentos en que parece que Berlioz nos toma un poco el pelo con sus repeticiones y sus contrastes entre agudos y graves. La música es divertida y fresca, ¿por qué no podría serlo también la interpretación? Creo que se han tomado la obra demasiado en serio y han olvidado que es una comedia. El público, por suerte, estaba encantado y rió, aplaudió y braveó, en especial, al final. Tanto los artistas circenses como los actores del teatro fueron muy aplaudidos.
El director de orquesta Philippe Jordan
También lo fue la orquesta, dirigida por Philippe Jordan con mano de hierro: muy vehemente y enérgico como siempre. Como ya es costumbre en la Bastille, el coro estuvo fenomenal. Destaca especialmente la versatilidad ya que esta ópera es 100% cómica y las obras que he visto aquí hasta ahora tenían una gran carga dramática. Los cantantes supieron amoldarse a sus papeles. Por parte de los solistas, cabe destacar el tenor John Osborn que está representando el papel titular de la ópera desde el inicio de este proyecto hace cuatro años. El americano tiene una voz ligera y dúctil con imponentes agudos que va muy bien con el personaje y su pronunciación del francés es excelente. Muy bien cantado el papel de Teresa por Pretty Yende que, además, sacó a relucir su vis cómica en este personaje de mujer decidida que no se pliega a los deseos de su padre. Muy destacable el Ascanio de la mezzosoprano Michèle Losier, un rol en travesti corto pero con gran lucimiento vocal. En un nivel inferior, estuvieron el Fieramosca (Audun Iversen) y el Balducci (Maurizio Muraro) quizá un poco cortos de voz para una sala tan grande pero bien en la caracterización de sus personajes. El resto del reparto, muy bien, destacando el Papa de Marco Spotti que le permitió mostrar su dominio del resonador de pecho en las notas graves.
John Osborn
Pretty Yende
Me siento especialmente satisfecha de haber visto esta representación por dos motivos. El primero es personal: yo tenía muchas ganas de ver esta ópera con esta escenografía desde que supe de su existencia cuando se presentó en el Liceo de Barcelona a finales de 2015 y, para ir, convencí a mi compi de piso que ya llevaba años sin ver una ópera porque vivió malas experiencias cuando fue abonada del Teatro Real de Madrid en la época en que Mortier era el Director. Mi amiga salió encantada y reconciliada con este arte y yo estaba muy contenta de haberme divertido mucho. El segundo motivo es artístico: la ópera nació como un espectáculo muy completo de música, danza, canto, teatro, efectos especiales... Pues bien, ante el minimalismo mal entendido de algunas escenografías actuales, me ha encantado que Terry Gilliam recuperase esta idea primitiva de la ópera como arte total incluyendo, además de los elementos anteriores, el circo. Por el mismo precio, vimos varios espectáculos en uno. También es muy importante comprobar que ha recuperado la esencia multidisciplinar sin necesidad de cambiar ni inventarse la historia como hacen otros realizadores. Al revés, cada detalle visual hacía referencia a la trama. Se ve que no sólo él y su equipo han leído el libreto a conciencia sino que se han aprendido la música. Bravo por todos ellos.
Los artistas saludan al público
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