domingo, 21 de mayo de 2017

Más allá de las estrellas

Aunque ya visité esta exposición hace unas semanas, me ha impresionado tanto que me resultaba difícil expresar una opinión al respecto. Este artículo es uno de los más difíciles que he escrito nunca. Si normalmente incluyo bastantes datos de las exposiciones que visito, en este caso particular me gustaría enseñaros toda la exposición completa, con todos los cuadros y carteles de información. Es perfecta, nada sobra y nada falta en ella. Además, es muy útil para todos aquellos que no conocen la Historia del Arte contemporáneo ya que refleja la evolución de las primeras vanguardias hasta la llegada del arte abstracto, sin duda, el estilo más polémico y más incomprendido del arte.

 Almiar, sol poniente de Claude Monet


Organizada entre el Musée d'Orsay y la Art Gallery de Ontario, Canadá, se trata de un recorrido por el paisaje místico, las conexiones entre la naturaleza y el alma humana y el reflejo de la misma en el exterior. El paisaje es uno de los elementos fundamentales en la corriente simbolista que lo convierte en algo más que el marco en que desarrollar la pintura. Mucho más allá va el impresionismo en que el pasaje es estudiado a conciencia, casi diseccionado, a medida que cambian la luz, las estaciones, el paso de las horas.... así se ve en las series de los Almiares y de la catedral de Rouen con que se inicia esta exposición. Nos recibe un cuadro de un almiar de Monet que es pintura con mayúsculas, tanto el color como la pincelada son sublimes. La pincelada evoluciona y va desde el puntillismo y su pincelada minúscula hasta los grandes y violentos trazos de Van Gogh.  

 Las Islas de Oro de Henri-Edmond Cross


Frente al positivismo científico y tecnológico, los artistas ven en la Naturaleza el idealismo, la perfección mística, el origen del mundo y el lugar de la existencia humana en ese orden natural. El paisaje como tema pictórico se convierte en el alfa y omega de las inquietudes personales y, de ahí, deriva a las cuestiones religiosas, místicas y metafísicas. Con todo lo anterior, la exposición nos muestra el camino abierto por el simbolismo que conducirá hasta la abstracción: el misticismo del artista toma el paisaje, lo modela en función de su estado de ánimo y su cuestionamiento de la realidad y, finalmente, se evade de él y lo trasciende para reflejar sólo la parte personal y psicológica del artista. Por eso, en este inicio de la visita, nos encontramos también con un par de obras de Mondrian y Kandinsky, que son la antesala de la abstracción, en las que vemos la depuración radical de las formas hasta la eliminación de lo físico para subrayar un orden superior. En el arte abstracto, hay más espiritualidad de lo que parece.

 Manzano, versión puntillista de Piet Mondrian


Si, en el impresionismo, el paisaje era fuente de contemplación, a partir de los nabis, se convierte en lugar de meditación, sobre todo, con el tema del bosque sagrado con una mezcla importante de conceptos de la tradición cristiana, la mitología clásica, el ocultismo y otros elementos paganos. Es en este período en que el paisaje pasa a ser la representación del alma humana, un momento de unión profunda con la Naturaleza hasta llegar al olvido del propio ser. 

 Magdalena en el Bosque del Amor de Émile Bernard
 Baile sobre la orilla de Edvard Munch


A continuación pasamos a la parte dedicada a los artistas canadienses entre 1910-1930 y a la pintura escandinava. En ambos casos, la imponente naturaleza salvaje es absoluta protagonista de las obras: la utilización del color en ocasiones oscurísimo y en otras muy luminoso, las texturas, los juegos de luces y sombras y la importancia de la visión del pintor y cómo el paisaje le hace sentir nos muestran unos cuadros que no dejan indiferente a nadie. La pincelada es brutal, llena de fuerza y dinamismo y se emplea una paleta de colores que va desde el negro más mate al dorado más brillante.

 Paisaje decorativo de Lawren Stewart Harris
 Ola VI de August Strinberg

La siguiente sección está dedicada a la noche en sus diferentes momentos. El crepúsculo, la noche negra y el alba: todos están aquí representados con gran profusión de azules y negros. La noche puede ser melancólica y dramática o bucólica y romántica. En pocas secciones se ve la representación del estado de ánimo del pintor tan bien reflejada como en estas obras.

 El Alba sobre el fiordo Riddar de Eugene Jansson

Vemos también una pequeña sala dedicada al pintor Dulac y otra sala dedicada a la pintura de la Primera Guerra Mundial. El conflicto bélico y sus consecuencias tuvieron una influencia dramática en los artistas de la época. La realidad era tan espantosa que se buscaba huir de ella hacia una construcción mental superior, lo que supone el aldabonazo definitivo para abandonar la figuración y llegar a la abstracción.

 El Sol de Edvard Munch


Como broche final, la última sala aborda la naturaleza entendida como aquello que sobrepasa al ser humano y lo lleva más allá de las estrellas: el Cosmos. Hay aquí una importante selección de pintura americana y de centro Europa de tipo simbolista y abstracta. Nuevamente, es primordial entender la visión del pintor sino que también nos acompaña una música de ambiente. Sin duda, los descubrimientos científicos y el comienzo de la carrera espacial tuvieron una influencia determinante en la búsqueda de estilo, temática y representación en los artistas. La propia exposición recoge una expresión de Kandinsky «los buscadores de lo interior en el exterior» que define muy bien esta etapa. Aunque hay que señalar que el exterior se va haciendo cada vez más grande y universal: de representar campos y bosques, se pasa a la inmensidad del espacio . 

Colinas rojas, lago George de Georgia O'Keeffe 

Se puede visitar esta exposición en el Museo de Orsay hasta el 25 de junio y es absolutamente recomendable no sólo por la belleza de las obras expuestas y su mensaje místico e idealista sino, también, porque viene muy bien para comprender la evolución de la pintura contemporánea en sus diferentes estilos, formas y artistas y la llegada de la abstracción como un arte válido y cargado de mensaje, lo que no siempre es fácil de hacer ver al gran público. Aparte, la escenografía, la iluminación, la selección y disposición de las obras y el diseño del recorrido son magníficos y están muy bien puestos al servicio de las obras y del argumento de la exposición. A pesar de ser larga, no se hace pesada, al revés, el visitante está deseando ver más, conocer más y entender mejor la narración de la muestra. 

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