Entrada al Museo
Cualquier intento de resumen y síntesis es bastante inútil con Picasso, intentaré ceñirme lo máximo que pueda a la exposición lo cual tampoco resultará sencillo. Hasta el 23 de julio, el Quai Branly nos propone esta muestra que hace un recorrido vital e intelectual de la obra de Picasso con especial énfasis a la transformación de su pintura y escultura por el conocimiento de artes provenientes de otros continentes. Aunque, no sólo de estos: también le causó una gran impresión el descubrimiento de restos arqueológicos.
La primera parte de la exposición es un recorrido explicativo de la vida de Picasso desde 1900: la introducción es larga y hay mucho que leer. Lleva bastante tiempo leer todos los carteles y la mayoría es necesario leerlos para conocer la información y comprender el sentido de la muestra. Hay mucho material que ver, desde documentos gráficos y objetos personales de todo tipo, aunque prima lo relativo al arte africano y oceánico que es, además, lo más interesante de esta sección. Picasso mantuvo una gran correspondencia con Gertrude Stern y también con Braque y con Breton. Algunas de las cartas que se intercambiaron o reproducciones de las mismas aparecen aquí.
El inicio de su acercamiento a estas culturas fue la visita que realizó en 1907 al Museo Etnográfico de Trocadero, que ya vimos en esta otra exposición. A partir de ese momento, comenzó una colección de objetos africanos y oceánicos que nunca dejó de crecer. También vemos que el interés por el arte foráneo no era exclusivo del español ya que muchos contemporáneos como Braque, Gauguin, Dérain, Maurice de Vlaminck, Matisse y otros adquieren obras africanas como máscaras, figuritas, bastones...
Se nos cuenta además la importancia de los yacimientos arqueológicos descubiertos cuando Picasso aún era joven como los de Osuna y Cerro de los Santos y las influencias recibidas por elementos tan dispares como el arte sacro medieval o la pintura del francés Douanier.
Cabezas del Cerro de los Santos
Figura de madera de Papúa- Nueva Guinea
Estatuillas nigerianas
La segunda parte es mucho más interesante ya que vemos el contraste entre las obras de Picasso y aquéllas que le habían inspirado. Se nota la evolución del dibujo hacia formas más abruptas y geométricas que tanto su amigo Braque como él experimentaron gracias a su interés hacia las culturas no europeas y que dio lugar al cubismo. El esquematismo y la simplicidad de las figuras nace de la búsqueda de las esencias, la eliminación de decoración superflua y la estilización hacia líneas depuradas. La representación de la figura humana, sobre todo el desnudo, puede ser longilíneo o compacto pero debe carecer de toda referencia social o psicológica. Nace el cuerpo como un conjunto de sus partes prestas para ser construidas o deconstruidas en función del pensamiento y el deseo. Por eso, Picasso hablaba de que él no buscaba hacer desnudos sino que los desnudos se hicieran a sí mismos. Este tipo de explicaciones y muchas otras nos acompañan durante el recorrido así que hay dos opciones: o bien detenerse a leerlas y observar en las obras lo que nos indican o bien pasar de ellas y centrarse en las piezas expuestas y disfrutarlas sin prejuicios. Las dos opciones son válidas dependiendo de vuestros conocimientos de historia del Arte y del tiempo que tengáis para visitar la exposición. Las muchas explicaciones hacen de ésta una exhibición muy intelectual pero es tan interesante y aporta una perspectiva tan diferente y que no había sido antes explorada que merece la pena verse. Una de las citas irrenunciables de esta temporada.
Desnudo de pie de perfil
Hombre desnudo sentado
Tres figuras bajo un árbol
El Beso
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