sábado, 23 de septiembre de 2017

Cézanne: el padre de todos nosotros

La frase con la que titulo mi artículo de hoy no es mía; la dijo nada menos que Pablo Picasso, tal fue la influencia que el maestro Cézanne tuvo en tantos artistas coetáneos y posteriores. De hecho, esa influencia ha jugado en su contra ya que ha quedado ensombrecido por todos aquellos que le siguieron. Para los que tenemos la suerte de visitar bastantes exposiciones y estos maravillosos museos de los que disponemos en París, Cézanne es una especie de déjà vu permanente: donde quiera que vayamos, ahí está, bien citado por los propios artistas, bien en las explicaciones de los comisarios. Incluso fue el artista que despertó el interés por las vanguardias de importantes mecenas y compradores como ya vimos en la colección Chtchoukine.

 Retrato del artista sobre fondo rosa: la yuxtaposición de capas, la blusa de trabajo y la barba frondosa evocan el autorretrato de Pissarro en la misma época.

El maestro Cézanne es la fuente de la que nacen varias de las vanguardias posteriores y el punto de partida de muchos de los pintores que siguieron. "Soy el primitivo de un nuevo arte. Tendré, lo presiento, continuadores" escribió a Émile Bernard en 1904 en una frase que recoge la exposición que le dedica el Orsay hasta este domingo 24 de septiembre. Tenía toda la razón ya que se le considera el padre de la pintura moderna. Aunque dicha exposición es muy pequeña y se centra en su faceta de retratista, sí vemos claramente los rasgos que otros pintores tomarían para desarrollar sus obras.

Tiene especial importancia que el objeto de esta exposición sean los retratos puesto que para Cézanne "La finalidad del arte es la figura", así escribió a Vollard. En los retratos, tanto de otras personas como de sí mismo, vemos esa búsqueda de la perfección de la figura pero no de forma academicista sino mediante el empleo de un nuevo lenguaje expresivo. Al igual que Goya, del que era un gran admirador, Cézanne abre varios caminos que otros continuarán desde los artistas nórdicos a los fauves pasando por los impresionistas. 
 El chico del chaleco rojo. El chaleco del niño rompe la monotonía, es el centro de atención.

Ya vimos hace unos días que su influencia superó largamente su propia época como cuando Giacometti reconoció que Derain era el pintor que más le apasionaba y que le había aportado más después de Cézanne. Igualmente tuvo una gran importancia para los pre-expresionistas y los expresionistas, los fauvistas por el uso impactante del color y los cubistas por la renovación en la presentación de las formas y de la perspectiva.

Su pintura nos recuerda, de alguna manera, a un rompecabezas, ya que se componía de áreas de color planas, aplicadas con pinceladas geométricas, que se juntaban entre sí hasta cubrir toda la superficie del cuadro, en una perfecta comunión de color y dibujo, de fondo y forma. También destaca su renovadora visión de la perspectiva, en diversos planos coordinados que dan una profundidad diferente a sus obras.
 
 Hombre con los brazos cruzados. Vemos la gran importancia de los colores oscuros y un dibujo todavía muy marcado.
 Retrato de Gustave Geffroy. Diferentes planos yuxtapuestos para crear una nueva perspectiva y formas geométricas: el cubismo ya está en marcha.

Aunque sus primeras obras se caracterizan por los colores oscuros y la pincelada espesa, Cézanne fue variando su estilo progresivamente, olvidando el romanticismo de los artistas del pasado y anhelando la representación de la vida contemporánea, sin idealizaciones, y alejándose del academicismo, muy en consonancia con el realismo y el naturalismo que se estaban gestando en ese momento en literatura y otras artes. La influencia de Pissarro fue decisiva en el abandono de la oscuridad en favor de una paleta de colores más clara y luminosa así como en la importancia de la pincelada para crear formas definidas en detrimento del dibujo.

Los retratos aquí presentados (pintó más de 200) se caracterizan por la seriedad de los personajes, otro factor en la búsqueda de la verdad y de su esencia, sin adornos, y que influyó claramente en el pesimismo existencialista de los artistas escandinavos.
 
 La dama de azul: uno de los pocos personajes que sonríe ligeramente
El jardinero Vallier: la vida en el campo y sus gentes marcaron a Cézanne como ya lo hicieron con Pissarro

Sólo puedo poner dos peros a esta exposición: el primero, que es muy corta y me ha dejado con ganas de más y, el segundo, que no haya más referencias concretas a los artistas posteriores que utilizaron la obra de Cézanne como génesis para la evolución de nuevos estilos y tendencias y que pueden escaparse a los visitantes que no conozcan bien este periodo.

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