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viernes, 22 de diciembre de 2017

Decoración navideña

Ya ha llegado la Navidad y, con ella, el bullicio, las compras y la cita anual de este blog con la decoración navideña de lugares emblemáticos de París. La iluminación de los Campos Elíseos es la misma de todos los años sólo que, cada vez, peor colocada. Me gusta que las luces de los árboles hagan una figura de semiesfera pero, en lugar de eso, las tiras de luces están puestas en vertical, muy estiradas y sin ninguna gracia, de manera que parecen un churro. Una decoración fea, sin gusto y muy poco apropiada a un lugar tan elegante y sofisticado.

Muchas veces, los pequeños comercios se esmeran bastante en sus escaparates. Son ellos los que tienen menos medios pero más imaginación.

 Árbol de navidad muy parisino, lleno de pequeñitas Torre Eiffel

No se puede decir lo mismo de los grandes almacenes situados en el mejor barrio de París. Tanto Printemps como Lafayette me han decepcionado esta vez. Los primeros han reciclado a Jules y Violette, los dos hermanitos que eran el hilo conductor de los escaparates del año pasado. No me encantó la historia que nos querían contar el año pasado así que, en esta ocasión, tampoco me ha gustado y además, a nivel estético, los escaparates son mucho más feos. En definitiva, desastre total. Sólo salvaría unos pocos claramente dirigdos a los niños en que hay algún toque gracioso. 








 Algunos escaparates de Printemps tienen gracia pero, comparados con los de hace dos y tres años, resultan sosos

Aún menos me ha gustado la temática elegida por los grandes almacenes vecinos: su escenario puede ser bonito ya que se trata de un paseo por la feria de Navidad en el París de principio del siglo XX. La idea es buena pero nuestros guías son dos palomas: Pierre y Coco. No me gustan nada las aves, en general, y las palomas, en particular, así que no me ha entusiasmado esta colección de pasajes nevados con palomas torcaces presidiendo las escenas.Son muy bonitas las atracciones de feria en miniatura (noria, montaña rusa, tómbolas...) pero poco más hay que destacar. Además, no sé si los que han ideado esta decoración saben español pero otro motivo recurrente son otras palomitas: las de maíz. Entre los animales y el maíz tostado y reventado prefiero el segundo. Bastante más alegre es el árbol de Navidad que cuelga de la cúpula, decorado este año con motivos muy coloristas que imitan confiterías y chucherías varias, como las que se pueden encontrar en los puestos de los feriantes: un canto al azúcar y al picoteo que nos podemos permitir en estar fiestas familiares.




 En la última foto, se puede ver dos palomitas comiendo palomitas: no es canibalismo, es un juego de palabras.
El árbol colgante de la cúpula es muy alegre y colorido por lo que contrasta con el blanco níveo del año pasado

Por suerte, hay decoraciones navideñas más elegantes y esmeradas como la de la lujosa avenida Montaigne o la del Boulevard Haussmann. Pero lo mejor para mí, es que estas fiestas voy a pasarlas con mi familia en España. Por motivos de trabajo, estos últimos tres años no pudo ser así y me quedé en París. Madrugón y vuelo barato mediante, ya estoy disfrutando de mis seres queridos mientras os escribo estas líneas. No necesito ir a los centros comerciales puesto que yo ya tengo mi mejor regalo de Navidad.


Decoración en las avenidas elegantes

martes, 5 de septiembre de 2017

La alimentación de los franceses: de graso a dulce

Hace unas semanas emitieron en France 2 el programa Comer mejor para vivir mejor en que se seguía un repaso por varios de los conceptos asociados a la alimentación, incluidas las enfermedades producidas por la desnutrición (beriberi, raquitismo, cretinismo...) y las derivadas de los malos hábitos y de la comida basura actual como la diabetes tipo 2, síndrome metabólico, cardiopatías... A continuación, se emitió otro programa en el que se hablaba sobre los efectos de la alimentación en nuestra salud.

En ellos, descubrimos un montón de historias sorprendentes sobre la alimentación como la primera dieta adelgazante. En 1855, el inglés William Banting escribió un libro con las recomendaciones médicas que había seguido para perder peso que se convirtió en todo un best-seller (50.000 ejemplares vendidos en aquella época). Las pautas eran muy simples: eliminar azúcar, harinas y féculas y comer mucha verdura, algo de fruta y carnes y pescados, preferentemente magros. Años después, el canadiense Frederick Banting (coincide el apellido pero no tiene nada que ver con el anterior) estudió el metabolismo de la glucosa y descubrió una sustancia a la que llamó insulina que permitía metabolizar los azúcares de la comida. Después de muchas investigaciones, que le llevaron a la ruina personal y económica, consiguió crear insulina sintética con la que salvó la vida de varios niños que tenían una extraña enfermedad, lo que ahora conocemos como diabetes tipo 1. También se habló de las primeras operaciones de reducción de estómago y puente intestinal y de la creación de la industria conservera gracias al trabajo del francés Nicolas Appert.

Con estos alimentos, uno nunca se equivoca

Por supuesto, también hubo referencias a la paradoja francesa de la que se lleva hablando más de un siglo: Francia ha sido famosa por el alto consumo de grasas, carne y vino pero, tradicionalmente, su población ha tenido una alta esperanza de vida y una baja incidencia de enfermedades cardiovasculares. De hecho, los franceses siguen siendo los mayores carnívoros del mundo con 86 kilos por persona y año, a pesar de que el consumo de carne ha bajado considerablemente en los últimos quince años. Sólo un 3% de los franceses son vegetarianos pero el consumo medio de pan es de media baguette por día. Por otro lado, ha habido también un incremento de las alteraciones alimentarias que ya afectan a un 20% de mujeres jóvenes y un 15% de hombres jóvenes.


Mostrador de una charcutería: pura pura grasa grasa

A pesar de que no sea un fenómeno francés, también se habló de la dieta de Atkins, una auténtica revolución nutricional en la que se limitaba el consumo de harinas, azúcares y féculas y se basaba la alimentación en alimentos menos procesados como la carne y el pescado, las verduras y algunas frutas, los huevos y las grasas naturales (aceite de oliva, mantequilla, quesos, nata, huevos...). Sí, lo mismo que ya dijo Banting en 1855 sólo que haciendo más hincapié en las grasas. Una dieta muy parecida a la tradicional francesa. Veamos por qué.

Surtido de quesos, embutidos y foies en un supermercado


Francia es un país en el que siempre se ha consumido mucha grasa, no hay más que ver sus platos típicos: andouillette, charcutería variada, patés, foie gras, quesos grasos y cremosos, carne de cordero y de pato, mariscos... Ésta ha sido siempre la base de su cocina tradicional: una oda a la grasa animal y, en menor medida, a la vegetal. Las comidas empezaban untando mantequilla en el pan y finalizaban con una tabla de quesos. Entre medias, carnes de todo tipo de máxima calidad acompañadas de verduras, de vez en cuando pescado o marisco cocinados de forma muy sencilla, más cantidad en la zonas costeras y algo menos en el interior como es lógico, planchas de charcutería variada y patés hechos con abundante grasa, cartílagos, casquería y especias; rillettes (paté blando) para untar en pan o pescados ahumados o latas de pescado azul a las que son adictos o unos pocos de frutos secos, olivas y altramuces como aperitivo, todo ello regado con buenos vinos. Lo tradicional es que los franceses se tomen un café con un croissant o pain au chocolat nada más levantarse, coman a mediodía y cenen a las 7 u 8 de la tarde. No tienen la mala costumbre de picar entre horas aunque sí son los campeones de las comidas largas, sobre todo en fiestas, y de comer despacio. Todo esto está cambiando por desgracia. 

Tabla de quesos franceses con pan con mantequilla

Los franceses también han sido grandes consumidores de pasteles pero, al igual que lo salado, los dulces tradicionales estaban llenos de lípidos. Por supuesto, sus postres contienen harina y azúcar pero la repostería y pastelería tradicional francesas tienen un alto contenido en grasas: mantequilla en gran cantidad, huevos, nataza, pasta de frutos secos... digamos que eran postres pesados, muy saciantes por la cantidad de lípidos que incluían y, aquí es donde reside la magia y el buen hacer de los maestros pasteleros franceses, a pesar de su consistencia nutricional, eran sorprendentemente ligeros en su textura, se deshacían en la boca.

Todo eso ya no existe, o casi, ya que ahora los franceses consumen bollería industrial y cereales azucarados y las pastelerías, salvo raras excepciones, sólo venden tartas industriales que compran congeladas por catálogo y que son pura crema vegetal industrial, de esa que te deja la boca alquitranada, y un extraño sabor dulcísimo, mucho más dulce que el azúcar de mesa, que resulta empalagoso y pegajoso.

Escaparate de una pastelería de lujo. En un lateral, había un cartel que explicaba que sus tartas las realizan diariamente sus artesanos con productos frescos y de temporada y que algunas de ellas han sido congeladas para preservar sus cualidades. Es curioso porque algunas pastelerías mucho más modestas presumen de no usar nada congelado.

Además, han reducido, que no eliminado, las grasas de la comida de toda la vida y han aumentado el consumo de productos completamente ajenos a la cultura y la gastronomía tradicional francesas como la pasta, el arroz, la patata y la sémola de trigo que se sirven como acompañamiento o guarnición a la carne y el pescado junto con las clásicas verduras o, a veces, sustituyéndolas. Estos alimentos no sólo son carbohidratos refinados, de manera que no son la opción más saludable, sino que, además, los que los franceses han adoptado son de pésima calidad. La pasta pondría los pelos de punta a cualquier italiano de lo mala y lo blanda que es; la sémola, la cuecen demasiado y las patatas son dulcísimas, pero me voy a detener un momento en el arroz. Las dos culturas más arroceras de toda Europa son España e Italia donde se consume este cereal desde hace siglos. España fue el primer lugar de Europa en que se cultivó ya que lo trajeron los árabes cuando conquistaron la Península Ibérica. También llegó el arroz a Italia con el intercambio comercial que los diferentes Estados italianos mantenían con el norte de África y el Mediterráneo oriental. En ambos casos, el arroz es de grano redondo y permite muchas formas de cocinarlo de más glutinoso como el risotto hasta seco y suelto como la paella y, en general, es una materia prima de gran calidad. No ocurre lo mismo con los arroces que yo he visto en Francia: para empezar, el arroz es de grano largo y en pocos sitios venden arroz redondo y, después, la calidad es horrible. El arroz tiene forma de cápsula y debe conservar esa forma una vez cocinado. Si el arroz se abre, se arruga, se cuartea o se le abren las puntas y queda con forma de rollo de algodón es un arroz de mala calidad. Y el que se ve en Francia es así. Así que, con el cambio de grasas por hidratos, los franceses han hecho un pan como unas tortas.

Polenta, quinoa, bulgur, granos de trigo, pasta, arroz... ninguno de estos productos pertenece a la tradición culinaria del país pero todos se han hecho un hueco en la cocina francesa

Y hablando de pan, ya no es lo que era. Aunque en Francia la calidad del pan esté a años luz de lo que se vende en otros países como España, la mediocridad y los panes industriales también se están apoderando del mercado. Al fin y al cabo, no se puede hacer buen pan si la harina no es buena y, por desgracia, la harina blanca ultrarrefinada que se usa ahora ha perdido todos los nutrientes que tenía el trigo tradicional (omega 3, minerales...) y se ha convertido en algo así como un cemento panificable. No toda la esperanza está perdida porque el gremio de artesanos panaderos tiene todavía mucho poder y mucho oficio por enseñar: en Francia, la legislación es mucho más estricta y tiene como objetivo preservar el trabajo tradicional y artesano de este gremio y de otros.

Baguettes a concurso

Pan torsadé sin el canto

Por otro lado, el país que presume de tener los mejores vinos del mundo vive ahora un momento de excesivo consumo de bebidas azucaradas, ya sean refrescos, zumos y preparados de frutas, smoothies, batidos y toda clase de bebedizos a cual más dulce, artificial e insano; incluso el agua, del grifo o mineral, se la beben mezclada con siropes, jarabes y otros acompañamientos, algunos de ellos autodenominados enchanteurs d'eau (encantadores de agua) en un alarde de inspirada cursilería. Tan alto es el consumo que los diferentes gobiernos han tomado, en los últimos años, varias medidas para reducir su ingesta como impuestos especiales, al estilo de los que tienen el tabaco y el alcohol, la prohibición de recarga ilimitada de refrescos en bares y restaurantes o la prohibición de instalación de máquinas expendedoras de comida y bebida (vending) en las escuelas. Las bebidas azucaradas, incluso aquellas que sustituyen el azúcar por edulcorantes artificiales, parecen estar detrás de la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Casi es mejor beber vino.

Agua con azúcar de diferentes colores

Todo esto por no hablar de los estragos que está causando la comida preparada, congelada, en definitiva industrial, que se consume a todas horas y que está desplazando el hecho de cocinar o que hay miles de personas que, durante su pausa para almorzar, se alimentan con un bocadillo ya preparado de pan congelado y un relleno cualquiera, un refresco y una bolsita de patatas fritas u otro snack o un postre: en conclusión, azúcar, azúcar, azúcar. Así avanza la diabetes tipo 2 en Francia, como podéis ver aquí, una enfermedad que se desconocía hasta hace poco.


Bocadillos en las panaderías: ésta es la comida a mediodía de miles de parisinos. Un día puede servir pero convertirlo en costumbre es muy poco sano

miércoles, 29 de marzo de 2017

Cosméticos vegetales y minerales

Antes los problemas que sufre mi piel por los incesantes cambios climáticos, aires acondicionados y pertinaz contaminación, tengo que dedicar algo de tiempo al cuidado personal. Una parte que sufre mucho, en especial a causa de los resfriados, son los labios y la parte baja de la nariz. Todos los protectores labiales que encuentro llevan parafina, un derivado del petróleo que no resulta muy recomendable en cosméticos, y menos para los labiales, ya que dicha parafina se va ingiriendo con el uso. Buscando en los lineales de los supermercados resulta casi imposible hallar uno que no contenga esta sustancia, lo mismo que en las farmacias donde también se vende mucho producto poco recomendable, pero la búsqueda valió la pena. Mi nuevo labial que me ha dejado los labios hidratados y suaves en sólo una semana pertenece a la marca Dermophil. Su principal ingrediente es aceite de girasol y, a continuación lleva, en este orden, cera de abeja, aceite de sésamo, glicerina, aceite de amapola, aceite de jojoba, manteca de cacao, cera carnauba (de palma), aroma, limoneno, vitamina E, extracto de romero y linalool. Así que, salvo la cera de abeja, todos los ingredientes son vegetales y de origen natural y el 94'8% provienen de agricultura ecológica, de hecho, el producto está certificado por Ecocert. Los aceites de jojoba, amapola y sésamo regeneran la mucosa labial, la cera de palma limita la deshidratación producida por las agresiones climáticas y la manteca de cacao previene la sequedad cutánea ya que forma una película protectora. 

Protector labial y desodorante

Otra de mis adquisiciones fue el desodorante Narta con piedra de alumbre y sin sales de aluminio. No voy a hacer chistes fáciles sobre los franceses y los desodorantes de los que Internet está llena pero, a mí, no me gusta oler a choto. Hace años que se viene hablando de los peligros de las sales de aluminio en los desodorantes así que suelo combinar algunos que las tienen con otros que no. Éste es el caso del Narta que nos ocupa que lleva alumbre de potasio, una sustancia mineral bactericida que previene el mal olor. Hasta el momento me va bien pero es cierto que otros desodorantes, los antitranspirantes, son más potentes. Quizá en verano utilice otro producto aunque puedo prometer que, en el metro, no soy yo la que va dando el cante. Ahora que empieza el bien tiempo, estoy temblando con lo que me va a tocar pasar.en el transporte público.

Un surtido de productos biológicos que compré hace un tiempo es la serie Monoprix bio!: tres tipos diferentes de cremas hidratantes y la pasta de dientes. Mi favorita ha sido la crema de tubo grande: es muy ligera, tiene un aroma muy sutil, se extiende fácil y la piel queda estupenda. Lleva aceite de almendras dulces, áloe vera y manteca de karité. El único problema es que, a veces, se corta la emulsión y sale un poco de agua: antes de usarla la agitaba, por si acaso. La recomiendo para pieles normales. Para pieles secas, resulta mucho mejor la crema de tarro redondo. Es una crema muy espesa pero fácil de aplicar. Se nota en el olor, el color y la textura que la proporción de karité es mayor. Se conserva muy bien en el tarro y deja la piel muy suave aunque hace transpirar un poco. La crema del tubo pequeño es una formulación parecida a ésta pero más fácil de llevar, para un viaje, por ejemplo. El dentífrico me ha dejado un poco fría. La verdad es que no es ninguna maravilla pero, como tengo la suerte de que no tengo ninguna caries, no puedo tampoco hacer una mala crítica. Lleva menta piperita, menta viridis, áloe vera, bicarbonato de sodio y fluoruro de sodio: los tres primeros son ingredientes de agricultura ecológica y los dos últimos, potentes bactericidas. Es una buena opción a las pastas de dientes tradicionales y, a diferencia, de otros dentífricos ecológicos, no es demasiado salado. Ronda los 3€, de hecho todos estos productos están en este baremo de precios, así que se pueden probar sin hacer un roto en el presupuesto. 

Cremas hidratantes y dentífrico de Monoprix

Como el dentífrico no me acabó de convencer, tenía pensado comprar una pasta de dientes negra en la farmacia pero no hizo falta: en una visita a Primark, encontré esta pasta por sólo 2€. Se trata de una fórmula a base de carbón vegetal que tiene propiedades antiinflamatorias y bactericidas y previene el mal aliento. Por lo visto, también ayuda a blanquear los dientes. No sé qué decir porque mis dientes nunca han sido blanquísimos, ni siquiera de niña. Yo los veo igual que siempre pero es muy gracioso verse los dientes negros durante el lavado, como los cortesanos japoneses de la Edad Media que se tiznaban los dientes. Ahora lo entiendo, debía de ser para no tener infecciones ni inflamación en las encías. Este tipo de productos también tienen sus detractores porque dicen que dañan el esmalte. 


sábado, 11 de febrero de 2017

Etat libre d'Orange

Comprar un perfume selecto en París siempre es una buena opción pero para hacerlo es necesario conocer los perfumistas y probar sus fragancias más atrevidas. Hay muchas tiendas exclusivas y la de hoy es una tienda de perfumes aún más especiales. En un pequeño rincón de la Rue des Archives, nos encontramos con État Libre d'Orange, la tienda de una pequeña compañía perfumera fundada hace diez años por Etienne de Swardt nacido en la región homónima de la República Suráfricana. Sin duda, se trata de una de las marcas de perfumes nicho más extravagantes del mundo. Sus influencias son la búsqueda de la libertad, referencias históricas, bíblicas y literarias como el Marqués de Sade o Baudelaire. Casi todos sus perfumes vienen en unos sencillos frascos rectangulares para ceder todo el protagonismo al contenido. Sus fragancias son traviesas, atrevidas, sorprendentes... pero, al mismo tiempo, tienen un fondo muy clásico. Y los nombres de sus perfumes son absolutamente chocantes e imprevistos.

Cofre de perfumes

Para celebrar su décimo aniversario, la casa ha sacado al mercado un cofre regalo, que sólo se puede adquirir en su tienda del 69, rue des Archives, y que se vende en edición limitada y numerada, con tres fragancias creadas en 2006, las más representativas de la marca y las que le han dado el prestigio que ahora tiene. Veamos cuáles son:

Divin enfant. La fragrancia contiene azahar, notas de malvavisco, rosa, notas de moka, cuero, ámbar, almizcle, notas de tabaco frío... Me evoca a un adolescente que empieza a fumar y a beber café mientras aún come gominolas. De salida predomina el aroma a malvavisco pero luego salen las notas de ceniza, azahar y ámbar.

Jasmin et cigarrette. Este perfume se compone de jazmín absoluto, tabaco rubio, heno, albaricoque, haba tonka, cúrcuma, cedro, ámbar y almizcle. Inspirada en las divas de los años 30 y de los años 80, es una fragancia delicada y clásica que nos recuerda el olor de la ropa después de una noche de fiesta, cuando aún se podía fumar en los bares, y una llegaba a casa impregnada de humo a tabaco sobre la base de su perfume floral. Para mi gusto, es ligeramente acre, picante y un pelín macarra. En un primer momento, tiene un toque cítrico, de flor blanca y amaderado pero más adelante se nota el tabaco y, pasado un tiempo, los jazmines.

Putain des Palaces. Es la más sofisticada y femenina de las tres. La fragrancia se elabora con rosa absoluta, violeta, cuero, lirio de los valles (muguete), mandarina, jengibre, polvo de arroz, ámbar y notas animales. En primer lugar, un gran bravo para el nombre: hay que tener bemoles para bautizar un perfume así y, aún más, para ponérselo. Pero todo tiene sentido ya que, desde La Traviata, las violetas han estado siempre vinculadas a la prostitución pero, mucha gente no lo sabe, también a los palacios. Resulta que las violetas eran la flor preferida de Eugenia de Montijo de modo que su marido Napoleón la tomó como emblema de la familia Bonaparte. Al oler el perfume, en un primer momento notamos el aroma de rosas, lirio, notas cítricas, jengibre y talco, que debe de ser el polvo de arroz del que habla la composición, y que se va apoderando del aroma. Al cabo de un rato, percibimos más la violeta y el ámbar pero en ningún momento perdemos el rastro del talco. 

La decoración de la caja es igualmente llamativa: una ilustración del artista Pat Andrea que es una mezcla brutalista de Alicia en el País de las Maravillas con símbolos cristianos y elementos del psicoanálisis.

Los tres perfumes

Escaparate de la tienda

miércoles, 17 de agosto de 2016

Le 108, espacio polivalente

París es muy bonito y tiene sitios preciosos para ver pero algunos barrios no tienen el encanto de las zonas del centro: operaciones urbanísticas mal planteadas, indolencia de las autoridades a la hora de controlar la delincuencia, incivismo de los habitantes... El distrito XIX está viviendo ahora una importante renovación pero todavía quedan zonas que son feas y que no resultan atractivas para los turistas ni para los propios habitantes. Pero siempre hay pequeñas islas de tranquilidad y belleza en zonas que uno visita normalmente, pequeños tesoros para hacer vida de barrio o para salir de lo habitual. Es el caso de Le 108 librería, restaurante, cafetería, ludoteca... todo junto pero bien organizado y situado en un patio interior junto a la avenida Flandre pero recogido, sin ruidos ni molestias.

La parte dulce del buffet
En su parte de restaurante y cafetería, me encantan el buen ambiente, la comida casera, su gran selección de cervezas y de infusiones, el buen café... Y además, los sábados y domingos preparan un brunch muy rico que tanto a mí como a mis amigos nos encantó. Para comenzar nos ofrecieron la opción de elegir un zumo de naranja natural o zumos de otros sabores que cambian cada día y que son receta de la casa: ese día pudimos elegir entre cassis con especias y sandía con menta. La ventaja es que, al ser un buffet, se puede comenzar por la parte dulce o la salada. En la primera, hay huevos revueltos, salchichas, salmón ahumado, quiches y pasteles salados, varios tipos de ensaladas, incluida una de lentejas muy rica, embutidos... y en la parte dulce, tenemos bollería, tostadas, confituras caseras, bizcochos recién horneados, macedonia de frutas, yogures...y, por supuesto, hay barra libre de bebida caliente: café, té o rooibos biológico. Todo estaba riquísimo.

La terracita
En lo referente a su librería, me gustaría destacar su sección de cómics y novelas gráficas, donde he encontrado muy buenos regalos para mis amigos, también los libros de arte, libros sobre París, sobre personajes famosos, libros de cocina y algunas novelas de actualidad. Si buscáis alguna obra especial para regalar o para leer, éste es vuestro sitio. También es muy importante la sección infantil donde además de libros y cuentos también hay juguetes para todas las edades.


La librería

Le 108 ha reabierto sus puertas esta semana después de las vacaciones así que ya podéis pasar un buen rato allí.



viernes, 22 de julio de 2016

Mis cosméticos de verano

Después de un larguísimo invierno, ha llegado el verano y con él, el sol y, muy pronto, mis vacaciones. Os quiero mostrar hoy tres productos de la marca Corine de Farme, dos de ellos de protección solar, que he empezado a utilizar porque estoy blanquísima: tengo demasiado trabajo, paso demasiado tiempo encerrada y el invierno y la primavera han sido muy grises, sin un rayito de sol para alegrarnos un poco. Así que ahora hay que protegerse bien porque el verano ha tardado mucho en llegar pero lo ha hecho a lo bestia, con un calor sofocante y además acompañado de mucha polución, lo que hace que una simple caminata acabe en agotamiento. He comprado una crema solar con protección 50 de su línea solar con aceite de monoï certificado y 100% natural. Es una crema muy hidratante y, dado su alto índice SPF, hace efecto pantalla total. Me gusta sobre todo la pistola de spray: hace años que compro cremas solares con este sistema de aplicación tan práctico porque de una sola pasada cubren toda la piel y no se desperdicia nada de producto. La crema en sí es muy suave y protege bien pero resulta un poco pegajosa. aunque no más que otras cremas solares.También he comprado una crema de bolsillo de la misma marca con protección 30 y la utilizo para la cara, siempre la llevo en el bolso.



El tercer producto es aceite de monoï puro. El Monoï de Tahití se obtiene a partir de la maceración de once flores de Tiaré (Gardenia Tahitensis) por litro de aceite de copra, el nombre de la pulpa de coco (Cocos Nucifera). A continuación, se procede a la filtración del producto para su purificación. Aunque no es muy conocido en España, aquí en Francia se encuentra en todas partes. El producto debe llevar la certificación de denominación de origen Tahití y llevar escrito en su etiqueta que es 99% Monoï de Tahití. Parece poco importante pero hubo una época en que se vendían productos falsos bajo este nombre. Además los tarros son siempre de cristal y, a veces, llevan la flor dentro, aunque no en el caso de mi botellita. Me encanta el aroma denso que tiene: es una mezcla entre aceite de coco, flores secas, un poco avainillado, un poco amaderado, un toque de clavo de olor y otro de canela.... indescriptible como todos los aromas. A mí me encanta pero a otras personas, el olor acre de este producto les desagrada. Además, es una fragancia duradera: yo me lo aplico después de la ducha, con la piel todavía mojada, y noto su aroma durante horas. Nutre la piel, la deja suave y aterciopelada. Aunque muchas personas lo usan también para el cabello y como bronceador, yo no lo he empleado con el pelo porque no me gusta usar aceites y, para el sol, no pienso hacerlo ya que me parece una imprudencia; además yo soy blanquísima como una aspirina, todo lo más que cojo es un ligero tono dorado y como siga sin darme el sol, ni eso. Este aceite solidifica a los 25 grados, de manera que en un ambiente fresco está hecho una pasta blanquecina pero con calor, se vuelve líquido. Para utilizarlo en invierno, basta colocarlo encima del radiador o ponerlo al baño maría.


Para finalizar, os voy a hablar de una leche corporal nutritiva que me encanta. Es un producto de Monoprix bio!, la marca blanca de productos biológicos de la cadena de supermercados Monoprix, cuyos cosméticos están certificados por Ecocert. Está destinada a pieles secas y muy secas y es muy suave y ligera, no engrasa nada. Entre sus principales ingredientes están el extracto de germen de trigo (segundo ingrediente en la lista), extracto de manteca de karité, de malva silvestre y de aloe vera, todos ellos provenientes de agricultura ecológica y el 99% de sus ingredientes son naturales, es decir, que no son sintéticos como los derivados del petróleo que tan frecuentemente encontramos en los cosméticos. Además el aroma es muy rico: se nota un fondo de manteca de karité pero rebajado, quizá por el aroma del germen de trigo, ya que la verdadera manteca de karité es muy fuerte y huele muy amarga. Es muy fácil de aplicar, hidrata bastante y no deja manchas ni hace sudar. La única pega que puedo ponerle es que, si paso varios días sin usarla, la tengo que agitar porque se rompe la emulsión y sale un poco de agua por un lado y la parte grasa por otro. Pero, por lo demás, me encanta: pienso repetir, incluso creo que probaré la crema para la cara de esta misma línea. Ya os contaré qué tal.


miércoles, 25 de mayo de 2016

Mis cosméticos

Desde que vivo en Francia he tenido que modificar algunas de mis costumbres y eso incluye el cuidado personal. Algunas marcas son internacionales y ofrecen los mismos productos, o la mayoría, en varios países. Pero después hay otras marcas de cada país que no se comercializan fuera de éste o que son difíciles de encontrar. Voy a mostrar algunos de los productos que compré al poco de llegar.


Empiezo por el mejor descubrimiento de todos: el desmaquillador para ojos sensibles de Mixa. Es mi desmaquillador y espero que para siempre. Es un gel transparente muy suave y delicado con la piel y además limpia perfectamente: en una pasada retira la sombra y el lápiz de ojos. Frotando ligeramente se retira también la máscara de pestañas. Y se puede calcular la cantidad de producto necesario porque tiene dosificador y el bote es transparente. Con extracto de rosa, es hipoalergénico y no contiene parabenos. Según su etiqueta, la lista de ingredientes es reducida para minimizar los riesgos de alergias. No tengo absolutamente nada negativo que comentar de él. Lo recomiendo para todas, tengáis los ojos y la piel de los párpados sensibles o no.

Justo debajo, aparece un champú para cabello rizado de la marca Ysiance con extracto de bambú que, según la etiqueta, evita los enredones y alisa eficazmente. Me deja el pelo bien, sin más, pero se me forman enredones si no uso mascarilla. Como elemento positivo citaré el dosificador y, como negativo, que es tamaño familiar por lo que es demasiado grande para mí. Prefiero tamaños más pequeños porque medio litro me dura una eternidad y es mejor cambiar de champú cada cierto tiempo.

En el lado izquierdo de la foto, está el tónico, también de Ysiance, con aceites de almendras dulces y de algodón y vitamina E, especial para pieles sensibles. Reconozco que no soy muy amiga de los tónicos porque me resecan la piel y me la dejan tirante y apagada. Este no ha sido una excepción. Lo he usado poco. Hace más de 20 años que me maquillo y aún no he encontrado un tónico que me vaya bien (y que pueda pagar). ¿Alguna sugerencia?

Finalmente, la leche desmaquillante de Corine de Farme con un 97% de ingredientes naturales y también con un práctico dosificador. Está muy bien: limpia perfectamente, no deja restos incómodos ya que es muy ligera y es tan suave que se puede usar como desmaquillante de ojos sin causar picor. Mucho mejor que la mayoría de desmaquilladoras que he usado nunca.




lunes, 11 de abril de 2016

La nueva canopea de Les Halles

Después de muchos años de obras, retrasos e inconvenientes varios, por fin, esta pasada semana se abrió el gran acceso al Forum Les Halles, un enorme espacio subterráneo que comprende un centro comercial, una biblioteca, una filmoteca, una piscina, unos multicines y la estación intermodal subterránea más grande del mundo. Para coronarlo y gestionar el tráfico de personas (unas 750.000 personas cada día), se ha construido una enorme canopea que, como no podía ser de otro modo, ha causado división de opiniones. Para todos los que quieran conocer más información sobre la obra y las diferentes etapas de su realización, dejo este enlace. Por el contrario, las obras del transporte público aún no están finalizadas y las del parque que estará justo delante, tampoco.

Como este domingo salió muy soleado, después de una semana de lluvia, decidí darme una vuelta por allí. A nivel práctico, hay que reconocer que funciona bastante bien y aún lo hará mejor conforme se vayan completando las fases de la reforma. Además, gracias a la ampliación del espacio a nivel de suelo se han instalado más tiendas, una mediateca, un conservatorio, una escuela de teatro y danza y otra de hip hop y varios restaurantes. Una de las ventajas de la mejor fluidez de personas será la dinamización de la vida del barrio aunque, después de tantos años de obras, el mero hecho de abrir el espacio ya es un logro para los vecinos y para el comercio de la zona. También resulta muy positivo que se haya abierto la parte interior de manera que entra un poco de luz en el centro comercial y resulta más seguro en caso de emergencias.

Respecto a la parte estética, he realizado un pequeño sondeo entre amigos y conocidos y las respuestas han sido bastante negativas. La canopea que tanto se ha publicitado en estos últimos meses no gusta. Así de simple. A mí tampoco me gusta, quizá porque me recuerda a un toldo. La primera impresión que tuve, cuando los trabajos ya estaban avanzados, es que es una obra pasada de moda: parecía un edificio de finales de los años 70 o primeros 80. Esta canopea ya nació vieja, lo cual resalta mucho más si se tiene en cuenta que un par de manzanas detrás está el Centro Pompidou, un edificio construido hace 40 años que, sin embargo, sigue siendo moderno, que está envejeciendo bien.

Otro de los elementos controvertidos es el color indefinible: champán sin lustre, ocre desvaído, verde descolorido, crema sucia... No sé cómo describirlo. Para que os hagáis a la idea, mi amigo Joaquín, que es ingeniero de construcción, dice que, entre el color y la forma, la canopea parece un preservativo gigante usado y tirado en mitad de París. No es la comparación más refinada pero sí la más certera, por desgracia.

Me he llevado una gran alegría al ver Les Halles por fin liberadas de andamios, verjas y máquinas. Sin duda, es una excelente noticia para el barrio de Le Marais, el más hipster de todo París. Mucho más al comprobar que la gente paseaba y caminaba perfectamente sin problemas y con soltura por la zona abierta. Al ser domingo, no había grandes colas para entrar en la estación de los RER pero intentaré volver un día laborable para ver si es cierto que se ha descongestionado el acceso. Además, los alumnos del conservatorio estaban en la parte central de la explanada tomando clase, así que ponían música a la soleada mañana. Y hablando de sol, la canopea da sombra pero no sé si protegerá bien de la lluvia porque está cubierta por diferentes partes abiertas. Espero que entre las rendijas no se cuele demasiado aire porque, si sopla mucho viento, el ruido será insoportable. Os dejo las fotos para que veáis cómo queda el acceso al centro comercial, la canopea y los edificios nuevos que la sostienen. El tiempo dirá si esta cubierta, firmada por Patrick Berger, se convierte en otro icono de París o en otro proyecto fallido del antiguo barrio de Les Halles.