La Semana Santa se vive muy intensamente en España pero no en Francia. Para empezar, en algunos departamentos ni siquiera es festivo laboral: sólo el lunes de Pascua y hay dos semanas de vacaciones a finales de abril o en otras fechas para los colegios. Además, no sé si habrá fiestas especiales en otras ciudades o en el campo pero, en París, no hay diferencia con el resto del año. Todo el mundo trabaja, los niños van al cole y no hay ninguna manifestación pública de religiosidad ni películas de romanos o de tema bíblico en la tele. Sólo se nota la religión en la comida. Las pastelerías echan a volar su imaginación con las figuritas de chocolate y las monas de Pascua.
Estos huevos de Pascua tan graciosos tienen nombres españoles: Paloma, Pedro y Paula.
Y no sólo se nota la aparición de comida especial relacionada con la Pascua católica, también con la Pascua judía o
Pessah. Las zonas
kosher de los supermercados se llenan de productos de la temporada como las
matzot o maztá, el pan ácimo que se come en estas fechas, algunos también en versión dulce, que la tradición no permite la levadura pero sí el azúcar.
Acumulación de maztá en el supermercado
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