En esta exposición se pudo ver toda clase de objetos dedicados a los vivos y también a los muertos. De hecho, la muestra se abre con varios objetos rescatados de tumbas de emperadores y príncipes de la época. En ellas, se podían encontrar figuras representativas de soldados, cortesanas, funcionarios, artistas y, hasta, animales. Según cuenta Gore Vidal en su novela Creación, en torno al siglo V a.C., la costumbre era asesinar y enterrar a los miembros de la corte junto a los reyes y príncipes porque se pensaba que, en la otra vida, el muerto también necesitaría a todas estas personas a su servicio. Los ejecutores de las muertes acababan su misión aullando y emitiendo alaridos de manera que eran conocidos como los "hombres-lobo". Esta salvaje tradición fue dando paso a los enterramientos con ajuar funerario, incluidas pequeñas estatuillas que sustituían el acto del sacrificio humano. El nuevo hábito de enterrar a los reyes a príncipes rodeados de figuras se fue perfeccionando hasta llegar a la tumba de los soldados de terracota de Xi'an.
Pero no sólo de ajuar funerario se compone la exposición, también hemos visto prendas de vestir, armas, monedas, enseres de la vida cotidiana y documentos escritos en papel de arroz.
Esculturas funerarias 
Traje funerario realizado con teselas de jade e hilo de oro
 Jarrones de bronce
 Tablillas de papel de arroz
 Sapeques y sus moldes
 Arco y flechas
 Vestido de seda
Bandeja de madera lacada
 
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