Al final, la opción no oficialista representada por Benoît Hamon ha ganado la primaria. Por la forma en que se expresaban algunos militantes socialistas, parecía tratarse de la elección de Míster Francia más que de una opción política. El candidato socialista a las próximas presidenciales representa el sector descontento con las decisiones más polémicas de la última legislatura, de hecho, Hamon fue ministro de Educación del gobierno de Valls durante sólo cuatro meses ya que dimitió ante el cambio de política económica del gabinete. Leyendo por encima lo que decía la prensa, la ventaja de su programa económico es que carece de él así que es fácil de comprender y de analizar. A pesar de esto, todo el mundo lo considera un político de verdadera izquierda. Veo que en Francia no han comprendido la frase que le dijeron a Bill Clinton "¡Es la Economía, estúpido!". Si Francia no quiere convertirse en un dinosaurio y perder competitividad y tejido industrial, los franceses tienen que ponerse las pilas. Por otro lado, el Partido Socialista ya lo tenía difícil para ganar las elecciones y, después de esto, aún peor. Está claro que no pasarán de la primera vuelta.
Por su parte, el candidato más a la izquierda del arco electoral, Jean-Luc Mélénchon, ha encontrado una forma sutil de financiar su campaña: vender su prograna electoral, rebautizado como El futuro en común, en formato libro por un módico precio de 3€. Yo lo compré por curiosidad y lo voy leyendo a ratos.
El alfa y omega de Francia insumisa
También ha publicado un libro el otro candidato de la izquierda, Emmanuel Macron, que está siendo la gran sorpresa de la campaña. Allá donde va, llena los estadios y centros donde celebra sus mítines: ha llegado a convocar a más de 11.000 personas en algunos actos de su plataforma ¡En marcha! y ha publicado un ensayo llamado Révolution en el que explica quién es él, quiénes le apoyan, hace un análisis de la situación actual de Francia y de la economía mundial y, finalmente, explica sus propuestas de gobierno. El nombre del libro puede hacer fortuna porque a los franceses les encanta la retórica de la revolución aunque en el fondo son conservadores de corazón. Un poco como Macron: quizá se identifiquen con él por ese motivo. El exministro de Economía sigue siendo uno de los candidatos mejor valorados y con mayor intención de voto pero, en sus últimas apariciones públicas, está empezando a usar unos gestos y una retórica personalista que recuerda peligrosamente a Sarkozy en sus peores momentos.
La revolución de Macron es el segundo libro más vendido de no ficción
Con estas marejadas en el equipo rojo, los azules se las prometían muy felices. Creían que el camino al Elíseo ya estaba allanado y que su candidato Fillon pasaría a la segunda vuelta junto con Marine Le Pen y, una vez allí, la responsabilidad política obligaría al grueso de los franceses a elegirlo como Presidente. Pues bien, parece que le ha salido una piedra en el camino y bastante gruesa además. Concretamente, una enorme roca nacida en Gales y que responde por Penelope: su esposa. Estos días se han publicado informaciones de la investigación judicial sobre la contratación de la señora Fillon por parte de su marido cuando éste era diputado. Por lo visto, lo de contratar familiares como asesores de libre elección con cargo a las instituciones públicas es una práctica habitual entre los políticos franceses. El problema es que nunca nadie la vio trabajando en la Asamblea Nacional. Se suma el hecho de que al mismo tiempo, esta señora trabajaba a sueldo (también elevado) de una revista cultural donde tampoco nadie tiene constancia de su presencia ni de su trabajo. Después de la nominación de su marido, varios medios de comunicación destacaron la discreción de Penelope Fillon: sí, es tan discreta siempre que nunca nadie la vio trabajar. El escándalo con los sueldos cobrados por trabajos ficticios por la esposa de Fillon puede dar al traste con las aspiraciones de su marido. En esta misma semana, han entrado en prisión algunos colaboradores de Nicolas Sarkozy, del que Fillon fue primer ministro, quien a su vez está siendo investigado por irregularidades en la financiación de su partido. Las elecciones francesas siempre dan muchas sorpresas y, después de esto, las de 2017 no serán una excepción. Antes de que la prensa destapara este caso, los humoristas ya habían empezado a hacer gracias e imitaciones con Fillon. En este vídeo os dejo al cómico Michel Guidoni representando a Fillon en un programa de la tele: entra en plató al ritmo de la Sarabanda de Haendel bendiciendo a los presentes y suelta un discurso entre santurrón, ingenuo y psicópata, todo a la vez.
Pero aunque Guidoni ha conquistado nuestro corazón, nadie puede reemplazar al rey de las imitaciones políticas: Laurent Gerra ha hecho historia como el alter-ego de Hollande, simplemente imitando sus gestos, sus aires despistados y sus maneras poco refinadas. El público se parte de risa sólo de verlo, sin llegar a hablar, y él mismo ha reconocido que, en algunas actuaciones, pasaba más de un cuarto de hora sin decir palabra, sólo moviéndose por el escenario. Este vídeo es de la época en que se descubrió la relación del Presidente con la actriz Julie Gayet.
Ahora más seriamente, un amigo me ha regalado un ensayo llamado ¡Demos la voz de alarma! en el que el equipo de redactores de Mediapart hace un análisis implacable de la Francia dejada por Hollande. Aún no he empezado a leerlo pero ya se adivina que el gran reproche que hacen a Hollande es no haber sabido recomponer la Francia desunida y en crisis de identidad que dejó Sarkozy, un personaje nefasto que tiene entre sus grandes fracasos el haber adoptado el lenguaje y los argumentos del Frente Nacional y haberlos normalizado.
La editorial se llama Don Quijote, ¿se me secará el cerebro de leer sus libros?
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