Empezamos por una donación: la exposición temporal Éclectique se convertirá pronto en parte de los fondos del Museo. Esta colección ha sido donada por su propietario, Marc Ladreit de Lacharrière, y se muestra ahora destacando la variedad de piezas y orígenes de la misma. En efecto, hay obras provenientes de los cinco continentes y de muy diferentes épocas: desde esculturas del Imperio Romano hasta piezas de arte contemporáneo y de esculturas de pueblos africanos a objetos de la vida cotidiana de culturas oceánicas, de ahí que se le haya llamado Ecléctica. El balance de la exposición no es muy positivo en mi opinión. Vemos obras interesantes y llamativas pero los organizadores han decidido mostrarlas en confontación unas con otras y han errado el tiro: se exponen por parejas piezas que no tienen ninguna relación entre sí ni en temática, ni estilo, ni época, ni siquiera el material en que están hechas o la intencionalidad o utilización de las mismas (religiosa, militar, cosmética, musical...). Esto hace que la exposición no tenga ni pies ni cabeza porque no se pueden comparar obras de la misma procedencia y época entre ellas sino que se enfrentan a otras que no tienen nada que ver. Creo que habría sido más acertado presentar el grueso de la colección por continentes como ocurre con el resto del Museo: habría tenido más sentido y el visitante entendería mejor lo que ve.
Figura femenina arrodillada de Malí y tambor de fricción de la cultura Malagan
Estatua romana de Hércules niño y guarda relicario eyema-byeri de Gabón
Máscara malagan (Islas Bismarck)
La exposición Plumas que ya termina este domingo 29 de enero, nos enseña una muestra de objetos americanos realizados con plumas. Aunque la información de la misma destaca el período precolombino, varios de los objetos expuestos son posteriores a la llegada de españoles y portugueses. Collares, penachos, mosaicos... todos ellos elaborados con plumas así como pinturas, esculturas y figuritas de cerámica que representan dioses y hombres emplumados. Una exposición breve, agradable y, ésta sí, bien presentada.
Collar de plumas de la cultura Nasca
De América pasamos a África para ver la exposición Del Jordán al Congo. Arte y cristianismo en África central. Pocas explicaciones hacen falta: los misioneros portugueses, en su mayoría jesuítas y capuchinos, llegaron al centro de África junto con los conquistadores de su país y se dedicaron a propagar la religión católica por aquellas tierras, la cual fue bastante bien acogida por los miembros de los pueblos kongo y holo. Por lo visto, la idea de esta exposición partió del propio director del Museo, el señor Stéphane Martin, y se puede visitar hasta el próximo 2 de abril. Es una exposición preciosa y nos proporciona un gran paz interior. A pesar de que no soy nada religiosa, los objetos aquí presentados nos transmiten verdadera fe y espiritualidad. En su sencillez e ingenuidad, hay más religión auténtica que en las historiadas decoraciones de finales del Renacimiento y el Barroco, coetáneas europeas de estas piezas aquí reunidas. Hay esculturas realizadas en varios tipos de materiales como marfil, ébano, piedra, metal... Todo sirve para representar cruces, figuras orantes, mártires, santos y vírgenes. Especialmente importante es la figura de Toni Malau que no es otro que san Antonio de Padua, santo portugués por el que tenían gran devoción sus compatriotas la cual transmitieron a los católicos africanos. También destaca que algunas figuras crucificadas son mujeres lo que indica que el sacrificio ofrecido a su Dios no está circunscrito a los hombres. Muchas de estas figuras tienen rasgos africanos lo que prueba que los kongo y los holo hicieron completamente suya la religión que vino en barco ascendiendo el río Congo.
Estatua funeraria Ntadi
Representaciones de san Antonio
San Antonio o Toni Malau, de rasgos congoleños
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