Al igual que ocurría en la muestra México. 1900-1950, vamos siguiendo la evolución del arte en Estados Unidos desde la herencia europea hasta la creación de un arte propio americano con las diferentes expresiones de cada artista y, entre todos ellos, hay una figura remarcable que es Grant Wood cuyas obras se encuentran repartidas por las diferentes secciones de la exposición. Hay una enorme diversidad en estilos, formas y temáticas apoyadas por influencias clásicas, como el Libro de la Horas del Duque de Berry, que se puede apreciar en el paso de las estaciones en Paisaje de Iowa del citado Grant Wood o de Rubens en la obra Cerdos cazando una serpiente de cascabel de John Stewart Curry. Aunque también aparecen influencias contemporáneas de los estilos europeos como el fauvismo de Stuart Davis y su obra New York-Paris, el cubismo de Charles Demuth o la abstracción con Wrigley's de Charles Green Shaw. Todo ello sin poder escapar de la realidad social a la búsqueda de una identidad artística americana.
Folletos de la exposición
La situación precaria de la agricultura y la ganadería aparece reflejada en varios momentos a lo largo del recorrido en los que se ve la dureza de las condiciones de la vida en el campo, antes de la mecanización del trabajo. Nos encontramos algunas obras del grupo The Dallas Nine como Nuestra Madre Tierra de Alexandre Hogue que muestra la sequedad del paisaje del interior del país y la dificultad y arduo trabajo que supone sacarle frutos. Especialmente llamativa es la obra Los recolectores de algodón de Thomas Hart Benton donde vemos el drama de los antiguos esclavos negros convertidos por el sistema de sharecropping en aparceros de sus antiguos dueños. A pesar de la actualidad del tema que trata, es una obra clásica en su técnica ya que es una témpera con veladura al óleo, como los cuadros del Renacimiento, sobre lienzo de lino encastrado en un panel de madera. Los negros fueron emancipados de la esclavitud pero seguían siendo explotados y vivían en condiciones precarias.
Hay más obras en las que contemplar la realidad de los negros en EEUU, algunas de la corriente Harlem Renaissance de la que ya hablamos aquí como Aspiración de Aaron Douglas. Otras obras son menos simbolistas y así vemos Calle de Harlem de William H. Johnson que combina primitivismo moderno, colores fuertes y pincelada brusca o Justicia americana de Joe Jones en que se ve a los encapuchados del Ku Klux Klan que han linchado a una mujer negra.
Interior de los folletos
Pero no sólo el trabajo o la falta de él resultaba difícil de llevar para los americanos. Había otras facetas de la realidad igualmente duras en aquellos años como los concursos de resistencia de baile (Maratón de baile de Philip Evergood), la crudeza y frialdad de las grandes ciudades (En la calle 14 de Reginald Mash), los incontables accidentes de tráfico (Muerte en Ridge Road de Grant Wood) o la llegada de los marineros a puerto en busca de sexo y sus amantes hetero y homo esperando (La flota ya está en el muelle de Paul Cadmus).
No todo son desgracias y sordidez: también a veces vemos una realidad más amable como Thanksgiving de Doris Lee, en que se ve a mujeres cocinando, o las melancólicas escenas de la vida cotidiana del maravilloso Edward Hopper, tales como Cine de Nueva York o Estación de servicio.
Entrada de la exposición
También los fascismos hacen acto de presencia como The Eternal City de Peter Blume sobre la Italia de Mussolini y Bombardment de Philip Guston o la surrealista La oscura figura de Federico Castellón sobre la guerra de España. Como colofón, vemos una obra de Jackson Pollock y su arte superespecial y personal, una marcha hacia la abstracción que abre nuevas vías de expresión en su huida de la realidad.
Al finalizar la visita, hay una sala de cine con fragmentos de películas de aquella época que narran la realidad del momento y algunas adaptaciones de novelas de ese período. La exposición es muy interesante pero difícil de ver: las desgracias, la tristeza y las miserias de la época así como un estilo desgarrador y sobrecogedor no son lo más alegre que uno pueda ver. A la salida del museo, las caras de los asistentes son un poema aunque yo imagino que no sólo por la crudeza de las imágenes expuestas sino también por la traslación que podemos hacer de la Gran Depresión a esta época también oscura y deprimente de la actual crisis económica.
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