La vendedora de calas de Diego Rivera
Como decía, hay cuatro partes en esta exposición. La primera, que
sirve de introducción, nos enseña la influencia de la pintura europea y
los movimientos vanguardistas en los artistas mexicanos, muchos de ellos
formados en París. Así vamos viendo la influencia de los estilos más
importantes del arte moderno, en principio del impresionismo,
posteriormente del expresionismo. También
sienten influencias de otras corrientes europeas contemporáneas como el dadaísmo o el
cubismo y de los grandes maestros clásicos como Goya que vemos en la obra de José Clemente Orozco. Aunque,
al final, lo que predomina es la búsqueda de un lenguaje propio, un
estilo nacional dentro de la variedad de expresiones personales.
Ciudad en la niebla de Roberto Montenegro
Paseo de los melancólicos de Diego Rivera
La futbolista de Ángel Zárraga
El segundo apartado nos enseña el
contexto político: la revolución zapatista y la guerra, la miseria de
los campesinos, la representación de las clases populares, los
guerrilleros, el hambre, la muerte... La Revolución mexicana fue el
motor del gran cambio cultural y artístico pero no el único. Los
artistas fueron asumiendo los preceptos del ultraísmo, el maquinalismo y
otras corrientes. Así lo vemos en la obra de Alfaro Siqueiros aunque
también en pintores naïf
como Rosa Rolanda.
La india de Abraham Ángel
Indias un día de mercado de Francisco Díaz de León
La vendedora de frutas de Olga Costa
En tercer lugar, la exposición
nos presenta el posicionamiento de los artistas como alternativa
ideológica frente al discurso en vigor y no sólo en lo político, con
la adopción del discurso marxista o comunista de los artistas, también a
nivel estilísitico. Aquí entramos en el terreno más personal del arte
mexicano: el desarrollo de un lenguaje propio tanto en la literatura con
el estridentismo
como en la pintura con el muralismo que, además se comunicaban entre
sí. La creación de enormes murales fue la respuesta de algunos artistas
al deseo de contar la historia del país, la historia de su gente, sus
raíces... de una forma simbólica que vas más allá de la figuración
clásica enlazando con el realismo mágico. Además, se resalta la
importancia de la antigua mitología precolombina que se redescubre y se
llena de nuevas referencias identitarias.
Autorretrato de Olga Costa
Retrato de Nahui Olin de Dr. Atl, pseudónimo de Gerardo Murillo
Autorretrato después de cortarse el cabello de Frida Kahlo
Para
finalizar, la cuarta parte nos ilustra el intercambio cultural entre
México y su vecino del norte, los Estados Unidos, y cómo la influencia
de los artistas mexicanos dinamizó culturalmente Nueva York, Los Ángeles
o Chicago. Aparecen en esta sección las primeras obras surrealistas,
que cobran un nuevo significado gracias al realismo mágico antes citado
y, también, la abstracción. Se completa el recorrido con una sala que
contiene obras de extranjeros en México, tal fue la importancia de la
efervescencia cultural mexicana que se convirtió en un polo de atracción
de artistas jóvenes como en tiempos lo había sido París.
Nuestra imagen actual de David Alfaro Siqueiros
El soldado herido de Luis Ortiz Monasterio
La
exposición es magnifica. A pesar del mensaje y las referencias comunes,
cada artista se expresa a su manera y con un estilo diferente, a veces,
un mismo artista desarrolla diferentes estilos a lo largo de su vida.
En esta exposición todo fluye, se ve sin interrupciones, sin dar saltos
argumentales como ocurre en otras. Cada pieza es distinta a las demás
pero todas encajan y forman parte de un hecho común, como en un
mosaico. Además la organización de la exposición sigue un discurso marxista (o hegeliano) muy apropiado teniendo en cuenta la ideología de la mayor parte de los artistas aquí representados: una tesis (arte europeo), antítesis (la realidad mexicana) y síntesis (el lenguaje propio y la búsqueda de un estilo nacional) que, a su vez, abre nuevos caminos.
El soldado herido de Luis Ortiz Monasterio
La raza de Carlos Bracho, realizada en ónice
Cabeza de Germán Cueto
Pirámides mexicanas de Mathias Goeritz
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