La emperatriz no sólo se dedicó a obras de beneficencia sino que creó tendencia en lo relativo a arte, mobiliario, moda y espectáculos. Es extraño que siendo Eugenia un modelo a seguir y alguien tan influyente, el cartel de la exposición sea un retrato de Mme. Moitessier, la esposa de un banquero, pintado por Ingres. Aunque esto no es lo más importante: hay una destacada sala con retratos de personajes destacados de aquella época en los que ya comienzan a vislumbrarse las vanguardias que aparecerán en los años siguientes, así el retrato de Mme. Gaudibert de Claude Monet de pincelada suelta, un par de obras de Édouard Manet en que se ve la clara inspiración de Goya, otros retratos de Degas, Cézanne, Courbet o James Tissot...
Cartel de la exposición
Como decía al principio, aparte de algunos cuadros importantes, esta exposición es corta, rápida de ver y está llena de objetos artesanos más que artísticos, algunos de ellos, bastante horteras. Finaliza el próximo 15 de enero y no ha tenido tanto éxito como otras muestras anteriores del Orsay, aunque con la crisis turística que está viviendo París, los promotores habrán pensado que es mejor no hacer grandes inversiones.
Parecida sensación de decepción me causó la otra exposición temporal dedicada a Frédéric Bazille y llamada La juventud del impresionismo. Aunque estudió Medicina, muy pronto empezó a pintar cuadros en el estilo impresionista que empezaba a gestarse y fue amigo de otros pintores como Renoir, Morisot y Monet, con los que mantuvo una importante correspondencia. El pobre Bazille falleció durante la guerra franco-prusiana en la que combatía después de haberse alistado voluntariamente y truncó así una incipiente carrera que no sabemos dónde habría llegado. Aún así esta exposición carece de interés: con decir que los mejores cuadros expuestos son de otros pintores, está todo dicho. Al no tener dinero para pagar modelos, Bazille se tuvo que conformar durante mucho tiempo a pintar naturalezas muertas y trofeos de caza. Más adelante, dedicó sus esfuerzos al tema religioso como sus cuadros del castillo de Aigues-Mortes, de donde partió san Luis hacia las Cruzadas y que es un importante bastión protestante, comunidad a la que él pertenecía, y escenas bíblicas. Para mí, estas obras manieristas y un poco artificiales carecen de interés, al menos, en el contexto de la muestra, ya que no son impresionistas. El mayor hito de su carrera fue haber participado en los Salones antes citados, aunque el jurado que seleccionaba las obras participantes siempre escogía sus cuadros más conservadores como bodegones y no, las más vanguardistas como sus paisajes y sus retratos de grupo.
Folleto de la exposición
No hay comentarios:
Publicar un comentario