En una casita rosa cerca de un bosque, ocurren cosas maravillosas. Cualquier plan sale bien: tomar la merienda, celebrar la Nochevieja, degustar una selección de pasteles... ¡Cuántos ratos felices he pasado aquí! Lo mejor es hablar. En esta casa no hay temas prohibidos: se habla de todo y de todos, en especial, de nosotros mismos. Saber que allí residen la amistad, el respeto y la comprensión supone un ancla en la más hermosa realidad. No nos engañemos, las grandes ciudades son duras: hay momentos en que nos sentimos como hormigas, insignificantes, perdidos, anulados como individuos... Y además resulta difícil hacer amigos y establecer vínculos personales. Por eso cuando se encuentran hay que cuidarlos, hay que amarlos, comprenderlos y enriquecerse con las experiencias compartidas. Desde aquí envío todo mi cariño y mi agradecimiento a los amantes de la casa rosa.
domingo, 1 de febrero de 2015
Una casita rosa
En una casita rosa cerca de un bosque, ocurren cosas maravillosas. Cualquier plan sale bien: tomar la merienda, celebrar la Nochevieja, degustar una selección de pasteles... ¡Cuántos ratos felices he pasado aquí! Lo mejor es hablar. En esta casa no hay temas prohibidos: se habla de todo y de todos, en especial, de nosotros mismos. Saber que allí residen la amistad, el respeto y la comprensión supone un ancla en la más hermosa realidad. No nos engañemos, las grandes ciudades son duras: hay momentos en que nos sentimos como hormigas, insignificantes, perdidos, anulados como individuos... Y además resulta difícil hacer amigos y establecer vínculos personales. Por eso cuando se encuentran hay que cuidarlos, hay que amarlos, comprenderlos y enriquecerse con las experiencias compartidas. Desde aquí envío todo mi cariño y mi agradecimiento a los amantes de la casa rosa.
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