Primera visita que esta humilde bloguera realiza al Parc-des-Princes, a pesar de haberlo visto en multitud de ocasiones por fuera, sobre todo, teniendo en cuenta que durante un tiempo trabajé justo al lado. Una entrada libre entre un grupo de amigos abonados al equipo fue la excusa perfecta para unirme y ver por primera vez un partido de la Liga francesa. Fue ayer miércoles porque, debido al calendario europeo y los compromisos internacionales, este invierno se están jugando varios partidos entre semana. Después de pasar unos exhaustivos controles de seguridad (la necesidad de registrar el nombre de cada persona que acude al estadio, entre otros) por fin entramos en el campo y vimos un festival de goles como pocas veces se ha visto aquí. Mis amigos decían que el PSG nunca había ganado un partido de una forma tan abultada. En fin, no tengo tiempo para consultar las estadísticas pero desde luego un resultado de 8-0 no se ve todos los días.
Momento del partido
Mi entrada con el nombre tapado
Además, para mí fue una velada muy especial. Estaba sentada en el lado Boulogne, es decir, muy cerca de la portería donde Nayim marcó su mítico gol y coronó al Real Zaragoza, mi querido y desdichado equipo, como campeón de Europa. Ya hablé de
este asunto hace dos años pero es que, ahora, he tenido el placer de conocer a tres amables caballeros, abonados fieles del PSG, que presenciaron en vivo esa preciosa final. Nada más decir que yo era de Zaragoza, recordaron ese partido y ese gol.
Graderío Boulogne, en el segundo balcón, los aficionados del Dijon
La portería donde marcó Nayim su prodigioso gol
Tras el partido y con la moral por las nubes, nos fuimos a tomar una copa y qué mejor que celebrarlo con una botella de champán. Una noche inolvidable y no será (espero) el único evento deportivo de la semana.
Una botella de champagne para celebrar el triunfo
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