miércoles, 31 de enero de 2018

Un Baile de Máscaras: ¡Viva Verdi!

Primera vez que acudo a una representación a primera hora de la tarde. En esta ocasión, se trataba de la ópera Un Ballo in Maschera del domingo 28, que comenzaba a las 14:30. Es un poco raro llegar tan pronto y salir del espectáculo cuando todavía es de día pero poco importó puesto que, una vez comenzada la función, el tiempo y el espacio se pararon: sólo la ópera exisitía. Fue tal la sensación de aislamiento del mundo exterior, tan atrapados estábamos los espectadores por la historia y la música que no se oía ni respirar, casi no hubo toses.

Entrada y programa de mano

Vayamos de lo general a lo particular. Esta ópera no es una de las más conocidas de Verdi pero, a mi juicio, es una de las más bonitas. La belleza de sus melodías y la variedad en las características vocales de los personajes la hacen muy atractiva y equilibrada. El caso es que está inspirada en un hecho real, el asesinato del rey Gustavo III de Suecia a la entrada de una ópera. Dada la polémica del tema y las connotaciones políticas que tenía, Verdi trasladó la acción a los Estados Unidos y llamó a su ópera Una vendetta in dominó pero, tras pasar por varios cambios de libreto para superar la censura, la ópera se estrenó definitivamente como Un Baile de Máscaras en Roma en 1859. En esta puesta en escena creada por Gilbert Deflo y estrenada en 2007, se retoma el tema del dominó con una decoración y el vestuario de los protagonistas en blanco y negro (salvo alguna excepción) y los bailarines vestidos al estilo de Arlequín y Colombina. Yo misma me imbuí del espíritu del dominó y acudí con una blusa de rombos blancos y negros. La decoración es solemne, muy arquitectónica y minimalista pero muy trabajada y llena de simbolismos: si el águila representa el poder, la serpiente hace lo propio con las creencias y supersticiones. Especialmente impactante es el comienzo del baile con el coro y el cuerpo de baile situados en un salón de columnas. Aquí más imágenes.

Imagen del baile de máscaras

En el plano musical, el francés Bertrand de Billy mantuvo el pulso de la partitura. Los espectadores pudimos apreciar todos los matices de esta magnífica obra. Especialmente notables son los concertantes en los que las voces, tan diferentes entre sí, y sus melodías se empastan perfectamente entre ellas y con la orquesta. En una ópera en que los sentimientos están a flor de piel todo el tiempo y que los personajes viven emociones tan distintas, es difícil transmitir equilibrio y la orquesta lo tuvo. Muy bien. Siguiendo con los profesionales del teatro, el coro estuvo perfecto como siempre. Ellos y su director, el argentino José Luis Basso, fueron muy aplaudidos y no es para menos. En esta ocasión no sonaron tan atronadores como en el Don Carlos, sino mucho más matizados y contenidos, es decir, perfectos para la historia de conjuras, intrigas y amores secretos.

Mi entrada en tercera fila

Una de las grandes dificultades de cantar Verdi es el estilo, lo que se llama acento verdiano, esto es, dar una intención a cada palabra, verter las sílabas sobre las notas como se sirve el buen vino en las copas. Los libretos de Verdi están muy trabajados y adaptan a la ópera obras de los más grandes autores de la literatura universal: Shakespeare, von Schiller, el Duque de Rivas, Víctor Hugo y otros. Así pues, Verdi es el más literario de los compositores y los textos hay que respetarlos, decantarlos sobre las notas, por seguir con la comparación del vino.

En cuanto a los protagonistas, el personaje de Riccardo lo interpretaba Piero Pretti calificado en la prensa como "tenor verdiano soñado". Como ya le había oído en vídeos de Youtube, tenía ganas de escucharlo en vivo y resulta que canta mucho mejor. Pretti tiene una voz completa, elegante, bien emitida, brillante y nítida, fuerte y ágil a la vez. Nos brindó algunos buenos agudos potentes, claros y naturales, sin forzar y sin portamentar, pero también graves consistentes (hay algunos tenores que los suben medio tono) sin perder prestancia. Cabe destacar además su buena caracterización del protagonista, ese personaje tan complejo que no sabemos si es bueno, malo o todo lo contrario y que pasa por todo tipo de emociones y lleva todo el peso dramático de la obra.

 Il primo tenore

Como Amelia, su enamorada, triunfó Sondra Radvanovsky. Fue la más aplaudida de la velada y no es para menos. Cada intervención suya fue una clase magistral de canto lírico: se la considera la mejor cantante verdiana de la actualidad y méritos tiene. Además de estar dotada de una enorme voz, compacta y poderosa, tiene una técnica impecable y su interpretación de la sufridora Amelia fue magnífica. Fueron maravillosos sus pianissimi, sus agudos infinitos, su messa di voce, sus trinos... todo un surtido de virtuosismo vocal perfectamente ejecutado y expresado. ¡Brava!

Las dos Amelias, yo vi a la señora Radvanovsky

Para el personaje de Renato, la prensa había criticado al barítono Simone Piazzola en el estreno. Quizá tuvo un mal día porque este domingo a mí me gusto: lo hizo muy bien, de hecho, se llevó la primera ovación de la tarde. Su voz sonó correcta y bien emitida (¡qué gusto oír a un barítono que canta y no ladra ni grazna ni rebuzna!), cantó de forma enérgica pero sin resultar tosco y fue creíble como Renato mostrando todas las aristas del personaje, el torbellino de emociones que sufre y la evolución de amigo fiel a asesino del que cree es el amante de su mujer.

Muchos aficionados odian al pobre Oscar, el paje adolescente, preocupado por la fiesta, el baile y los recados que le mandan hacer. Se trata de uno de los pocos papeles en calzones de Verdi y pone el toque cómico entre tanto dramatismo. Aunque lo más importante es la música y aquí Oscar con sus melodías alegres y la ligereza de su voz compensa el dramatismo y la importante presencia de voces graves. Nina Minasyan estuvo muy bien haciendo el adolescente y, desde mi asiento lo parecía, sobre todo, cuando se puso a dar vueltas y a bailotear por todo el escenario, muy divertida en esa parte (me recordó este vídeo que rula por internet) y un poco repelente, pero lo justo, en el resto del papel.

Hasta yo me vestí de Arlequín y Colombina. Después de tres años y medio de blog, ya es hora de que me veáis la cara.

La Ulrica de Varduhi Abrahamyan, convertida en bruja de vudú, resultó quizá un poco insuficiente en la parte más grave del personaje. No sé si es porque estaba muy atrás en el escenario y esta sala de la Bastilla se traga un poco los graves (ya pasó en el Don Carlos) o porque a su registro le falta fuste. Por el contrario, resultó convincente en el resto de la actuación. Los conspiradores Sam y Tom fueron Marko Mimica (a quien ya vimos aquí) y Thomas Dear. Muy bien ambos, bien compenetrados y perfectos como base grave para los concertantes. El resto del reparto, muy bien.

 Los figurantes, coro y bailarines saludan al público

En definitiva, toda la ópera sonó fantástica. Ahí estaba el verdadero estilo y acento verdiano, tan difíciles de encontrar por desgracia en muchas representaciones. ¡Viva Verdi! ¡Vivan los verdianos!

Después de cerrar el telón, los protagonistas volvieron a saludar


lunes, 29 de enero de 2018

Café de l'Industrie

He ido varias veces a este restaurante maravilloso y nunca he escrito sobre él así que me toca reparar esta injusticia. En las esquinas de la calle Sedaine y Saint-Sabin, hay varios locales que pertenecen a este restaurante. Además de menú para comer a mediodía, también tienen carta y especialidades del día. Todos ellos van cambiando a lo largo del año puesto que aquí tienen lo que podríamos llamar cocina de mercado: los platos se elaboran con productos frescos de temporada. Esto es lo primero que me llamó la atención la primera vez que vine aquí hace muchos años. Mi amigo Óscar se pidió una crema de guisantes y yo la probé. No me gustan nada los guisantes pero probé la crema y estaba deliciosa, sabía muy bien; no había en ella regusto de sabores artificiales. Claramente, era una sopa casera y no de polvos. Decidí volver más veces y, de hecho, es el restaurante que más frecuento. Si no he publicado una entrada antes es porque suelo ir de noche y, aunque el lugar es encantador, decorado en un estilo burgués decadente muy curioso, suele estar muy mal iluminado y las fotos son horribles. 



He vuelto varias veces a este sitio y cada vez la carta es diferente, adaptada a los productos disponibles según la estación. Aquí he comido, a lo largo del tiempo, unos spaghetti alla puttanesca deliciosos, un steak tartar que se deshacía en la boca, unas gambas al estilo jambalaya sabrosísimas, una ensalada con queso de cabra espectacular... y los postres no se quedan atrás: tiramisú de la casa, panna cotta fundente o tablas de quesos.

En esta ocasión, pedimos una entrada de huevos mimosa y, como plato principal, mi amigo pidió boeuf bourguignon y yo, uno de los platos del día, parmentier de carrilleras de ternera. Las carnes se deshacían en la boca: el guiso de mi amigo estaba riquísimo, muy sabroso, y mis carrilleras, muy tiernas y bien preparadas, acompañadas de suave puré de patata casero, no de copos. Para acompañar, pedimos un vino blanco Gewürztraminer y vino tinto Languedoc biológico: el primero estaba buenísimo como no podía ser menos de un vino de esta clase, a medio camino entre lo floral y lo especiado, el segundo estaba aceptable, sin más.

 Huevos mimosa
 Parmentier de carrilleras de ternera
 Boeuf bourguignon

Para terminar, yo comí el mi-cuit de chocolate que estaba ligero y tierno, como debe ser. Iba coronado de una teja de galleta sablé y coulis de frambuesa. Mi amigo pidió el babá al ron y lo que le trajeron fueron dos bizcochitos bastante grandes, una montaña de nata montada y la botella de ron pastelero para bañar los bizcochos a su gusto. Me dijo que era la primera vez que le traían el ron aparte. Los pasteles eran consistentes pero, con el ron, quedaron en su punto perfecto de ligereza y la nata era espectacular. Volvemos al principio: algunos privilegiados tenemos un paladar muy sensible y sabemos cuándo algo es fresco y casero y cuándo artificial y congelado. Por desgracia, en París, una gran parte de los restaurantes sirven productos industriales (muchas veces, congelados) así que no hay muchos lugares como el café de l'Industrie. Por eso lo valoro, lo aprecio y vuelvo en cuanto tengo la oportunidad. 

Además, es una restaurante con un ambiente muy sano. El servicio es agradable y distendido; las camareras, simpáticas y profesionales que conocen los platos y la clientela, en general, joven y agradable, nada ruidosa.
 Baba au rhum
Mi-cuit au chocolat

jueves, 25 de enero de 2018

Café des Livres

Mi vida social no para ni un momento y entre los alrededores del Hôtel de Ville, el Marais y la plaza de la Bastilla, transcurre mi vida social. Para hacer un alto en el camino y comer algo rico, a mi amiga y a mí nos apetecía ir al Café des Livres, un pequeño y acogedor bistró que hace honor a su nombre: excelente café y libros por todas partes. Y además, buena comida y unos camareros agradables. Tienen terraza para los fumadores con vistas a la maravillosa Torre de Saint Jacques pero, con este tempaccio, apetece más quedarse en el interior.


Imágenes del interior

Imagen de la terraza

Entre las diferentes opciones que plantea el local  (carta, menú, tablas...), yo pedí el steak tartar ya que era cortado a cuchillo a la italiana, es decir, con parmesano, un poco de apio y un toque de albahaca. La yema de huevo y los ingredientes citados vienen ya mezclados y acompañados de una ensalada de brotes y unas patatas fritas: nada de pepinillos, alcaparras ni cebolla por esta vez aunque sí las salsas habituales para sazonar como la mostaza, la Worcester, el tabasco y el aceite de oliva. Estaba delicioso, carne perfectamente mezclada con los ingredientes y con un sabor sutil pero consistente. Era la primera vez que probaba el steak a la italiana y me gustó. Quizá repita. Mi amiga pidió bacalao con verduras y pesto. El pescado estaba fresco, muy suave y tierno, y las verduras muy ricas como si las hubieran hecho al wok, lo cual no sería de extrañar porque hay un plato de wok en la carta. Para pasar la comida un tinto de Côtes du Rhone, el Château La Borie.
Steak tartar
Bacalao con verduras y pesto

Para no tener que elegir entre postre o café (la decisión más difícil), escogimos el café gourmand, un espresso que no viene solo sino acompañado de sus amigos en miniatura: la macedonia de frutas en almíbar, la tarta de queso, la crème brûlée y la tarta tatin con speculoos. Un maravilloso toque final antes de continuar una tarde inolvidable.

Café gourmand

martes, 23 de enero de 2018

Stade Français 17- Edinburgh 10

Esta semana ha estado muy movida. Primero, fútbol; luego, concierto y, al final, rugby. Si el partido de Liga del Paris Saint-Germain terminó con una tremenda paliza de los locales al equipo de Dijon, en esta ocasión, el equipo de París, que se llama Stade Français, venció al Edimburgo en el partido de vuelta de octavos de final de la Europe Challenge Cup, la segunda competición de clubes de Europa, equivalente en el fútbol a la Europa League. Ya habían ganado el partido de ida con una diferencia de un punto y, en esta ocasión, el resultado ha sido 17-10 a su favor.


A pesar de la incesante lluvia (llevamos varios meses sin ver el sol), había bastante gente haciendo cola para entrar. De unos años a esta parte, el rugby ha ido perdiendo aficionados en favor del fútbol que, antiguamente, era mucho menos popular. No hay más que ver que el Stade es un club centenario y el PSG tiene poco más de 40 años. Los partidos del equipo se juegan enfrente del Parc-des-Princes, en el estadio Jean Bouin. Ambos son estadios abiertos de manera que hay unas corrientes de aire tremendas, sobre todo, porque la zona donde están (Saint-Cloud) es el meandro del río Sena y uno de los lugares donde más viento hay en todo París.

Estadio Jean Bouin

El equipo lleva uniforme azul marino y detalles en rojo como la bandera de París (azul oscuro y rojo) pero, hace unos años, el club adoptó un rosa potente como color oficial y lo usan en el segundo uniforme, en equipación deportiva secundaria como abrigos, mantas o dorsales, en la parte administrativa del club (entradas, tarjetas de abonados...), en la mascota que es una pantera rosa y en la decoración del estadio. Hasta los postes son rosas.

La manta, la entrada, la taquilla... ¡cuánto rosa!

El ambiente que se vive antes de entrar es muy sano, mucho más que en el fútbol, y la gente se lo pasa muy bien tomando una cerveza o comiendo unas patatas fritas o un bocadillo.

Patatas fritas belgas
El partido comenzó puntualmente y hubo varias cosas que me llamaron la atención. Como no tengo ni idea del reglamento ni de táctica ni de nada, no paraba de preguntar. Alguna cosa aprendí pero las normas son bastante complejas  El estadio no estaba lleno ni mucho menos pero la gente animaba muchísimo.

 
 Una parte del estadio, la que tenía mayor ocupación

De primeras, nada más empezar, hubo una pelea. ¡Qué impresión ver a esos morlacos dándose empujones y manotazos! La sangre no llegó al río porque el árbitro puso orden y los jugadores, en general, son muy civilizados. Pronto marcó el Stade y mantuvo la ventaja toda la primera parte porque, la verdad, es que dominaba el partido claramente. Los escoceses no se arredraban y peleaban cada balón pero sus intentos fueron infructuosos. No fue hasta la segunda parte cuando consiguieron marcar pero, a continuación, el italiano Sergio Parisse, el ídolo local, aumentó la ventaja de los parisinos dando vueltas sobre sí mismo con el balón en sus brazos. Algo que me llamó la atención fue que en los tiros francos el público debe guardar silencio. Nada que ver con los abucheos habituales del fútbol cuando hay que lanzar una falta o un penalty. Por otro lado, en la segunda parte, un espontáneo saltó al campo y nadie de la seguridad fue a detenerlo. Al revés, el público lo aplaudió. No sé si el equipo recibirá una sanción por este hecho. En todo caso, me escandalizó la tranquilidad de los vigilantes. Al final, los ganadores hicieron el pasillo al equipo eliminado y dieron una vuelta al campo a saludar a los aficionados.


Varios momentos del partido

La verdad es que fue divertidísimo. A diferencia del fútbol, aquí no hay lugar para el aburrimiento. Todos los jugadores juegan todo el tiempo, llevando el balón o placándose unos a otros. El balón siempre está en movimiento y los jugadores peleando por hacerlo avanzar aunque sea unos centímetros. Tengo que informarme mejor de cómo funciona este juego porque me lo pasé muy bien y quiero repetir. El precio de las entradas es muy accesible y los horarios apropiados. Me han encantado las melés, los avances y las diferentes formas de defensa pero me queda muchísimo por apender.

Tiro franco del Edimburgo. Lo fallaron.

lunes, 22 de enero de 2018

Princesse Näpalm en concierto

Primera visita, aunque no última, que realizo a la Gare Expérimental, centro regentado por
una asociación cultural que promueve la creación artística libre, espontánea y alternativa. Allí fui a ver el concierto de los Princesse Näpalm, grupo de surf punk y electrobilly, cuyo batería es el marido de mi yogi. El cartel artístico lo completaban los Cyclickweetos y Henshman.

Cartel del concierto

Fundada hace once años, esta asociación tiene como objetivo servir de apoyo a la experimentación artística y lugar de exposiciones y actuaciones. Como centro cultural, Gare XP ocupó un edificio abandonado por el Ayuntamiento y aquí siguen, legalmente desde 2011, sirviendo como espacio de todo tipo de actividades (conciertos, cursos, exposiciones, teatro...) para la creación libre y accesible así como apoyo técnico y administrativo a los artistas que lo necesiten.

 Lugar del evento

La noche empezó muy bien con la actuación de los cañeros Henshman que animaron la fría y húmeda noche. Muy buen sonido, buena compenetración entre sus miembros y un frontman que debe cuidarse la voz porque se desgañita un poco: estos son los elementos de este grupo de hard punk.

 Empieza el espectáculo

Pero obviamente, a quien yo esperaba es a los Princesse con su puesta en escena única, sus luces malvas y sus stage diving (lanzarse al público a lo Jim Morrison) con instrumentos incluidos. La gente no paró de bailar el ska chocándose unos con otros, lo que los franceses llaman pogo. El sonido fue genial; es realmente asombroso que una sala tan modesta tenga mejor sonido que algunos locales conocidos. En las voces solistas se alternaron dos de sus miembros: el contrabajista y el teclista. Me encantó cómo el primero decoró su instrumento con unas luces led malvas y una cabeza de unicornio de peluche en el mastil. Detrás estaba mi amigo dándolo todo con la percusión. Fue una noche inolvidable y me lo pasé como cuando era adolescente. Ya tienen una nueva fan.




 Imágenes de la actuación
 Y ahí está el batería


domingo, 21 de enero de 2018

20 de enero: día del queso

Ayer fue el Día Internacional del Queso y aproveché la ocasión para cenar una tabla: un surtido de varios tipos de quesos curados, grasos y de diferentes texturas y sabores. Comer una tabla de quesos es todo un ritual en Francia y hay qué saber cómo presentarlos, cómo cortarlos, en qué orden comerlos y con qué acompañarlos.

Los franceses nunca han perdido la costumbre de comer este producto y, dada la gran variedad de ellos, cada persona y familia elige los que más le gustan. Se pueden comer al final de la comida y la cena como postre o a media tarde, a la salida del trabajo por ejemplo. Aquí en Francia hay una gran protección del trabajo artesanal, las denominaciones de origen y la vida agrícola y ganadera de manera que, a diferencia de otros países, los supermercados están llenos de productos de alta calidad y de características tradicionales. Por suerte, no se aprecia demasiado la moda de los desnatados ni de los quesos industriales que parecen de plástico. Si además, uno decide ir a un mercado de barrio o una cremería, los productos que puede encontrar son magníficos.

Por el lado de la salud, durante tanto tiempo se ha criticado el queso y resulta ser un alimento muy sano, como demuestra este artículo de uno de mis blogs favoritos, pero hay que tomarlo en su versión grasa y completa, no desnatada. Si es posible, hay que consumirlos artesanos. Nuevamente, me alegro de vivir en este país en el que es fácil conseguir buenos productos artesanos sin dejarse un riñón. Bon appétit!


Variedad de quesos franceses

 Los quesos ya servidos

Quesos frescos




sábado, 20 de enero de 2018

Las selvas originales: una de las exposiciones más ambiciosas del Quai Branly

Ya mañana, el 21 de enero, finaliza la exposición del Quai Branly dedicada al arte de diferentes pueblos del África ecuatorial atlántica. La extensa zona cultural, que abarca la República Gabonesa, la República de Guinea Ecuatorial, el sur de Camerún y el oeste de la República del Congo, es una región con una gran tradición escultórica y ha ofrecido al arte africano algunas de sus obras maestras más excepcionales. El escenario en que se desarrollan estas culturas son los bosques ecuatoriales, lugares cálidos y húmedos, un medio ambiente único cruzado por ríos enormes y caudalosos, y los pueblos son el resultado de las diferentes migraciones o desplazamientos de grupos bantúes a partir del siglo XIV.

El genio plástico de los artistas de los pueblos Fang, Kota, Tsogo o Punu se plasmó especialmente en la escultura religiosa relacionada con el culto a los ancestros y a las máscaras de espíritus. Artes mayores que, desde su descubrimiento a comienzos del siglo XX por artistas como Picasso, Derain o Braque, fueron determinantes en la constitución de la mirada moderna en Occidente. Es por esto que la muestra se centra en dos tipos de objetos: las estatuas ligadas al culto de los antepasados, por un lado, y las máscaras vinculadas a entes espirituales que contribuyen al buen funcionamiento de la sociedad. Todos ellos provienen de un periodo comprendido entre el siglo XVII y principios del XX: la más grande compilación de objetos artísticos de África ecuatorial, más de 300 en total, expuestos de una manera académica e historicista.

El Quai Branly nos permite hacer este recorrido por la región y sus principales estilos artísticos, de la fuerza plástica de los fang a la elegancia naturalista de los punu, como si se tratara de una exposición de bellas artes al uso. Así, se nos presenta una exploración de las conexiones, mutaciones y particularidades de la producción artística de estos grupos que habitaban una vasta zona alimentada por los flujos migratorios.

Basándose en tradiciones orales y experiencias sobre el terreno, la exposición nos muestra diferentes estilos atendiendo a las formas, pátinas, decoraciones y materiales de las numerosas obras pero, a pesar de la diversidad de estilos, todos estos pueblos tienen en común los mismos tipos de rituales, sobre todo, el culto a las reliquias de los antepasados. Los escultores trabajan para los diferentes linajes y familias de la comunidad pero, por desgracia, ninguno de ellos ha podido ser identificado, ni siquiera entre los más recientes.

En su mayoría, los relicarios están fabricados en corteza de árbol cosida y contienen los cráneos de los antepasados sobre una estatua (caso de los fang) o una figurita (caso de los kota). Dichas esculturas pueden representar figuras masculinas o femeninas. Pero más allás de sus diferencias, hay rasgos comunes como las piernas cortas y flexionadas, el busto y el cuello alargados y, a veces, el uso de una pátina lacada.

Por suerte para el visitante, la exposición comienza por las obras menos espectaculares pero va aumentando el interés y la belleza de las figuras conforme avanza el recorrido. 

 Máscara nzebi de Pana, Gabón. Me llamó la atención porque es la única que tenía color azul

Veamos pues las diferentes características de las obras según la zona de la que provienen. En primer lugar, los pueblos situados más al norte como los fang donde el culto a los antepasados es el corazón de la vida espiritual y son los portadores de la buena suerte, la fecundidad de las mujeres, el éxito en la caza y hasta la riqueza. Las preciosas reliquias familiares se conservan en cajas de cortezas cosidas.
 
 Estatuas de antepasados fang, Gabón o Camerún
 Estatua de antepasado fang, Gabón o Guinea Ecuatorial
Relicario fang, Gabón
Máscara casco kota, Gabón o Congo
Máscara casco fang, Gabón

En la zona este, el culto a los antepasados de los kota recuerda al de los fang aunque la representación de sus figuras, los guardianes de relicario, es muy diferente y se caracteriza por la utilización de láminas y placas de hierro, cobre y latón. Emparentados con los kota, los mbede practican igualmente el culto a los antepasados y esculpen sus figuras que son, en sí mismas, cajas relicarios o que albergan una cavidad dorsal en la que se conservan los huesos así como ingredientes mágicos.
Imagen de una de las salas
Relicario kota, Gabón o Congo
Figura kota de shangu, Gabón
Máscaras kota de Obamba, Gabón
Figura kota de Zanaga, Congo
 
En la parte central, las grandes máscaras ovaladas y coloridas de los galwa están cubiertas de fibras vegetales. Aparecen durante el okukwe, una danza ritual en honor al espíritu de un antepasado venerado, protector del pueblo. Se caracterizan por un juego de colores lisos en ocre, blanco y negro en oposición, como también es el caso de los aduma. 
Relicarios Mbede, Gabón o Congo
Máscaras Aduma de Gabón y Congo
Máscaras Nzebi, Gabón
Máscaras galwa de Gabón
Pilar ritual tsogo de Gabón

En el sur, los punu esculpen sus máscaras que evocan la primera mujer: la Mukaukila. Están frecuentemente cubiertas de caolín, una tierra blanca, color de la muerte, de la misma forma que las máscaras tsogho-vuvi que pertenecen a la sociedad masculina de los mwiri. Las utiliza, mediante engastes, un danzante que realiza una verdadera actuación y que se manifiesta en la plaza del pueblo durante la retirada del duelo de grandes personajes, el nacimiento de gemelos y durante el curso de ritos ligados a la iniciación.

Máscara punu de Gabón
Máscara punu de Gabón
Máscara punu de Gabón

Además, con ocasión de esta exposición, el museo ha realizado un estudio a 41 estatuillas de antepasados y de figuritas de relicarios gracias a las tecnologías de análisis por radiografía, escáner y medios físicos y técnicos. Éste estudio ha permitido determinar la naturaleza de las pátinas de los guardianes, los tipos de huesos presentes en estos relicarios así como la composición de las decoraciones metálicas de los relicarios kota. Complementariamente, se ha llevado a cabo un examen sistemático de los tipos de árbol y de las técnicas de manufacturas. Estos trabajos aportan una nueva perspectiva sobre los modos de producción y la composición de las obras en esta región.