El recorrido empieza con el origen de todo: el alumbrado público. Aunque el primer sistema dependiente de una administración pública y no de la buena voluntad de los vecinos fue inaugurado en París el 2 de septiembre de 1667 por el rey Luis XIV, fue en la década de los 40 del siglo XIX cuando se estableció un sistema de iluminación con farolas de gas. A partir de los 80 del mismo siglo, la electricidad hizo su aparición y las grandes avenidas de París empezaron a iluminarse con bombillas eléctricas. Los comercios y viviendas también se beneficiaron de este gran avance y los empresarios vieron en la iluminación artificial segura (no como el gas que era peligroso) un filón para sus negocios ya que podían ampliar los horarios de apertura al público: teatros, cafés, salas de baile e, incluso, las tiendas alargaron sus jornadas de trabajo.
Cartel de la exposición
A continuación, la exposición nos lleva a conocer aquellos lugares que se hicieron famosos por ser divertidos, elegantes, modernos, sofisticados, populares o elitistas. Estos lugares nos aparecen por orden cronológico y de lugar. Si empezamos con la clase de los locales del barrio de Palais Royal, continuamos con los bailes populares de Montmartre y sus famosos cabarets y continuamos con las grandes salas de fiestas como el Bal Mabille, La Coupole o los locales de la calle Wagram. Conforme avanza el tiempo, van apareciendo nuevas salas y teatros como el Olympia, el Folies Begère, el Ba-Ta-Clan y el Moulin Rouge. Muchos de estos lugares empiezan a concentrarse en la zona de Grands Boulevards que, todavía hoy, sigue siendo un gran centro de diversión y cultura nocturna.
De los valses y polkas al rock and roll pasando por el French Can-Can o el twist, la música ocupa un lugar preeminente en las noches parisinas. Los teatros, salas de conciertos y cabarets van dejando paso a las salas de bailes y, posteriormente, las discotecas. En los años 60, el barrio de Saint Germain se hizo famoso por albergar las caves, locales y sótanos en los que, además de conciertos en directo, la gente iba a beber y bailar, no sólo a escuchar. Si estos lugares ya eran considerados como centros de perdición, lenocinio y malas costumbres, mucho peor lo tenían los bares orientados al público homosexual y travesti que empezaron a surgir a principios del siglo XX. París siempre fue una ciudad muy abierta y en la que todo el mundo podía encontrar su sitio pero no fue hasta los años 80, con la despenalización de la homosexualidad, cuando estos locales vivieron un gran apogeo y se multiplicaron por diferentes barrios de la ciudad.
Esta muestra es muy interesante y nos permite tener un punto de vista más global de algo que ahora nos parece tan natural como salir por las noches. Absolutamente recomendable.
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