lunes, 29 de enero de 2018

Café de l'Industrie

He ido varias veces a este restaurante maravilloso y nunca he escrito sobre él así que me toca reparar esta injusticia. En las esquinas de la calle Sedaine y Saint-Sabin, hay varios locales que pertenecen a este restaurante. Además de menú para comer a mediodía, también tienen carta y especialidades del día. Todos ellos van cambiando a lo largo del año puesto que aquí tienen lo que podríamos llamar cocina de mercado: los platos se elaboran con productos frescos de temporada. Esto es lo primero que me llamó la atención la primera vez que vine aquí hace muchos años. Mi amigo Óscar se pidió una crema de guisantes y yo la probé. No me gustan nada los guisantes pero probé la crema y estaba deliciosa, sabía muy bien; no había en ella regusto de sabores artificiales. Claramente, era una sopa casera y no de polvos. Decidí volver más veces y, de hecho, es el restaurante que más frecuento. Si no he publicado una entrada antes es porque suelo ir de noche y, aunque el lugar es encantador, decorado en un estilo burgués decadente muy curioso, suele estar muy mal iluminado y las fotos son horribles. 



He vuelto varias veces a este sitio y cada vez la carta es diferente, adaptada a los productos disponibles según la estación. Aquí he comido, a lo largo del tiempo, unos spaghetti alla puttanesca deliciosos, un steak tartar que se deshacía en la boca, unas gambas al estilo jambalaya sabrosísimas, una ensalada con queso de cabra espectacular... y los postres no se quedan atrás: tiramisú de la casa, panna cotta fundente o tablas de quesos.

En esta ocasión, pedimos una entrada de huevos mimosa y, como plato principal, mi amigo pidió boeuf bourguignon y yo, uno de los platos del día, parmentier de carrilleras de ternera. Las carnes se deshacían en la boca: el guiso de mi amigo estaba riquísimo, muy sabroso, y mis carrilleras, muy tiernas y bien preparadas, acompañadas de suave puré de patata casero, no de copos. Para acompañar, pedimos un vino blanco Gewürztraminer y vino tinto Languedoc biológico: el primero estaba buenísimo como no podía ser menos de un vino de esta clase, a medio camino entre lo floral y lo especiado, el segundo estaba aceptable, sin más.

 Huevos mimosa
 Parmentier de carrilleras de ternera
 Boeuf bourguignon

Para terminar, yo comí el mi-cuit de chocolate que estaba ligero y tierno, como debe ser. Iba coronado de una teja de galleta sablé y coulis de frambuesa. Mi amigo pidió el babá al ron y lo que le trajeron fueron dos bizcochitos bastante grandes, una montaña de nata montada y la botella de ron pastelero para bañar los bizcochos a su gusto. Me dijo que era la primera vez que le traían el ron aparte. Los pasteles eran consistentes pero, con el ron, quedaron en su punto perfecto de ligereza y la nata era espectacular. Volvemos al principio: algunos privilegiados tenemos un paladar muy sensible y sabemos cuándo algo es fresco y casero y cuándo artificial y congelado. Por desgracia, en París, una gran parte de los restaurantes sirven productos industriales (muchas veces, congelados) así que no hay muchos lugares como el café de l'Industrie. Por eso lo valoro, lo aprecio y vuelvo en cuanto tengo la oportunidad. 

Además, es una restaurante con un ambiente muy sano. El servicio es agradable y distendido; las camareras, simpáticas y profesionales que conocen los platos y la clientela, en general, joven y agradable, nada ruidosa.
 Baba au rhum
Mi-cuit au chocolat

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