sábado, 31 de enero de 2015

Sō Kyo

Cuando no hay tiempo ni ganas de cocinar ni demasiada hambre a la hora de la cena, hay que agudizar el ingenio. Después de todo el día fuera de casa y con el cuerpo pidiendo irse pronto a dormir, nada mejor que entrar en una de las innumerables tiendas de comida china ya preparada que hay en el distrito XIII y comprar una Sō Kyo, una deliciosa empanadilla de cerdo con verduras como puerro y cebolla. Y más cuando la dueña de la tienda es una encantadora señora que repite el nombre tres veces para que lo aprenda a pronunciar bien. La Sō Kyo, una ensalada verde y un trozo de chocolate negro. Una cena ligera y sabrosa que me salva de cocinar y de fregar.



miércoles, 28 de enero de 2015

La Colaboración

Ayer comentaba mi visita a los Archivos Nacionales pero no terminé de contar el verdadero motivo por el que los visité: la exposición temporal sobre la Colaboración del Gobierno de Vichy con el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Considero que esta muestra es un acto muy valiente ya que los franceses se sienten especialmente avergonzados de este episodio de su historia. Y teniendo en cuenta los desgraciados acontecimientos que hemos vivido estos días, también resulta muy oportuno. En junio de 1.940 la Wehrmacht invadió Francia y desarmó al ejército francés. El Gobierno francés reunido en Burdeos aceptó la renuncia de su presidente Paul Reynaud y nombró en su lugar a Pierre Laval quien, a su vez, nombró al mariscal Pétain como Presidente del Consejo de Ministros con plenos poderes y le encargó la firma del Armisticio. El anciano mariscal Pétain, héroe de la Primera Guerra Mundial, asumió el poder y llegó a un acuerdo con el Reich. No voy a entrar a juzgar esa situación porque era evidente que los nazis habían conquistado Francia y, quizá, algunos pudieron pensar que era mejor llegar a un acuerdo que aceptar las condiciones impuestas unilateralmente por los nazis. De hecho, la exposición se abre con una fotografía del famoso apretón de manos de Montoire entre Hitler y Pétain, mientras que haciéndose eco de las palabras del mariscal que el 30 de octubre 1940 declaraba que "ahora está en el camino de la cooperación" .

Por mucho acuerdo al que llegaran, en la práctica lo que ocurrió fue que la Wehrmacht era quien gobernaba de verdad en la Francia ocupada. Además, un millón de soldados franceses fueron apresados y empleados por la industria alemana, lo cual supone no sólo desmantelar el ejército del país sino también destrozar la economía del mismo, al arrebatarle una parte importante de su mano de obra.

Más allá del armisticio, la Francia ocupada pasó a ser de facto una provincia alemana con todo lo que ello suponía a nivel social: redadas, controles de paso, toques de queda, persecuciones políticas y étnicas... Y éste es el principal atractivo de la exposición: mostrar cómo era la vida cotidiana en aquella Francia de infierno. Aquí veremos listas de presos políticos y censos de judíos y gitanos, propaganda antisemita, anticomunista y antimasona (los tres enemigos de la patria para todos los fascistas, también en España) y escenas de la vida cotidiana como el racionamiento de la comida, las exiguas ayudas a las familias y el obsceno lujo en el que vivían los jefazos nazis. Mención especial merecen las salas dedicadas a la Depuración, es decir, a la persecución, detención y deportación de los enemigos del régimen. Se calcula que más de 200.000 personas fueron detenidas y enviadas a los campos de exterminio nazi de los cuales unos 30.000 eran españoles que habían huido de la persecución franquista y unos 75.000, judíos, incluídos unos 11.000 niños. Hay que señalar que, como Francia quedó dividida en dos partes, las política de deportaciones no era la misma, por ejemplo, en la parte ocupada por los nazis, norte y costa atlántica, la política era la de la deportación de todos los judíos mientras que en la parte no ocupada, gestionada por el gobierno de Vichy, se deportaba principalmente a los judíos extranjeros o aquellos que además fueran militantes de izquierdas o, al menos, así fue hasta enero de 1.944 en que se pasó también a deportar a todos los judíos. Además, en ambas partes de Francia, se procedió a la expropiación de los bienes de judíos, comunistas, masones y otros ciudadanos considerados antisociales o perturbadores de la paz social. También hubo una política de instrucción pública de la población para arianizarla, de hecho, otra sala de la exposición representa una antigua librería colaboracionista llamada Rive Gauche, que existió de verdad, que se dedicaba a vender obras de ideología fascista y racista: en dicha sala podemos encontrar algunos ejemplares de los libros que se vendían allí, prensa de la época y también registros de la censura del régimen.

Para ser conscientes del drama y de la fractura social que vivió Francia en aquella época resulta recomendable esta exposición que cuenta con más de 300 piezas, la mayoría de las cuales permanecían inéditas hasta ahora, y que estará abierta hasta el 2 de marzo. François Hollande ya la ha visitado, ¿y vosotros?

Folleto de la exposición

Reproducción de un libelo que exhortaba a la expulsión de los judíos de Francia

Censo de judíos del año 1.942
Cartel con imágenes de resistente. Al español Alfonso lo denominan rouge

Insignias y condecoraciones del Gobierno de Vichy
Cartel en el que se advierte del peligro de que los judíos dominen el mundo




martes, 27 de enero de 2015

Los Archivos Nacionales

Ya os comenté en una entrada anterior que los Archivos Nacionales tienen unos patios ajardinados que son un precioso lugar para descansar, comer o simplemente tomar el sol.  Situados en pleno corazón del Marais, el barrio de moda de París, los Archivos contienen la mayor colección de documentos públicos de toda Francia. Hay una parte a la que sólo tienen acceso los documentalistas del Gobierno y otra parte que está disponible para investigadores, previa solicitud. Pero hay una tercera sección abierta al público que se pueden visitar. Nada más entrar, hay una enorme sala donde ya podemos ver la parte más interesante de la visita que son los documentos más antiguos. Posteriormente, se puede pasear por el edificio y contemplar algunas estancias de los palacios que componen el edificio cuyos orígenes datan del siglo XIV. Importantes personajes de la Historia de Francia han vivido entre estos muros, desde el condestable Bertrand du Guesclin hasta el duque de Guisa, Francisco de Lorena. Napoleón I fue quien tomó la decisión de reagrupar todos los archivos públicos que se encontraban desperdigados por diferentes edificios de la ciudad en un sólo lugar: el Hôtel Soubise-Rohan. De hecho, buena parte de la segunda planta está dedicada a las exposiciones temporales, la visitas de los palacios y el Archivo Napoleónico en el que hay varios tomos dedicados a la guerra contra España. En las estancias privadas, hay también muebles de estilo rococó y frescos que representan escenas mitológicas. Lamentablemente, en algunos lugares no se pueden tomar fotos así que me conformo con enseñaros unas imágenes de documentos antiguos.

Carta manuscrita de Napoleón

Rollos medievales

Códice medieval con una descripción y un dibujo del Chateau de Vincennes

sábado, 24 de enero de 2015

El dilema de los judíos franceses

Desde que tuvieron lugar los atentados de Charlie Hebdo y, sobre todo, el secuestro del supermercado kosher en Porte de Vincennes, mucho se ha hablado de la situción de los judíos en Francia, país que alberga la comunidad hebrea más grande de Europa. El antisemitismo está creciendo en Europa como se ya he visto en Hungría, en Ucrania, en Bélgica, en Grecia... y Francia no ha sido una excepción. Ya el pasado verano, el presidente honorífico del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, atacó en una entrevista a varios famosos que lo habían criticado, incluido el cantante y actor judío Patrick Bruel del que dijo que ya lo incluirían en la próxima hornada. Creo que este insulto no necesita explicación.

Tras los atentados, las zonas de París en las que hay sinagogas o escuelas judáicas están especialmente vigiladas con presencia de policía y militares armados hasta los dientes. La verdad es que a mí no me haría ninguna gracia llevar a mis hijos a colegios con tanta presencia de fuerzas de seguridad y con los soldados y agentes llevando el fusil en la mano dispuestos a abrir fuego en cualquier momento. Y si a uno se les escapa una bala... De hecho, caminar por la rue des Rosiers tan famosa por sus restaurantes de falafel, sus pastelerías tradicionales y sus negocios de bisutería da un poco de respeto. No se pueden dar dos pasos sin encontrarse una patrulla de madelman. Aunque el futuro se presenta más sombrío todavía. Es lógico sentir temor ante un posible ataque terrorista pero mucho más miedo dan las perspectivas electorales. Recordemos que el partido más votado en las últimas elecciones europeas fue el Frente Nacional y que la intención de voto se mantenía muy alta de cara a unas hipotéticas presidenciales. Así que a los judíos se les presenta un panorama desolador: los ataques terroristas no serán nada en comparación con el daño que puede hacer un gobierno racista y xenófobo.

Hay que decir que durante la Segunda Guerra Mundial, miles de judíos franceses fueron detenidos y deportados a campos de concentración nazis con la colaboración del Gobierno Francés de Vichy. Este escabroso capítulo de la Historia de Francia está todavía muy presente en la memoria colectiva, incluso se está celebrando una exposición al respecto en los Archivos Nacionales de la que hablaré en otra ocasión. La mayoría de la población judía de Francia era de origen francés, alemán y del este de Europa pero tras la Guerra, muchos habitantes de las colonias del norte de África, incluidos judíos, se trasladaron a la Francia continental y la mayoría de estos judíos eran sefardíes, es decir, de origen español y portugués, descendientes de los expulsados de España en 1.492.

Entre los atentados y el auge del Frente Nacional, muchos ya se están planteando marcharse a Israel y hasta están empezando a aparecer carteles de inmobliarias de este país en París. Sólo ha faltado que Netanyahu, el primer ministro israelí, se presentara en la manifestación contra el terrorismo en París, haciendo caso omiso de las indicaciones del gobierno francés, y aprovechara la ocasión para exhortar a los judíos residentes en Francia a abandonar su país y mudarse a Israel. Esto levantó mucha polémica porque él no es nadie para decirle a la gente lo que tiene que hacer y menos delante de los dirigentes de este país a los que, indirectamente, estaría criticando por no proteger a sus ciudadanos. Para colmo, Netanyahu también acudió al funeral por los fallecidos en el atentado celebrado en la Gran Sinagoga de París y no tuvo mejor ocurrencia que subir al púlpito y hacer un discurso de corte político y electoralista. Siempre hay quien aprovecha las desgracias en beneficio propio, incluidas las de sus hermanos de fe.

Cartel de una inmobiliaria israelí

 Gran Sinagoga de París

viernes, 23 de enero de 2015

Museo Rodin

Parece que ésta es la semana de saldar cuentas pendientes. El Museo Rodin me encanta. Es uno de mis favoritos de París pero, por desgracia, aún no había escrito sobre él. Lo he visitado varias veces pero aún no había comentado nada. Ahora es el momento.

Tanto se ha hablado de Rodin...  Para muchos, Rodin es uno de los tres mejores escultores de la Historia junto con Praxíteles y Miguel Ángel. Para otros, el hombre que acabó para siempre con las estatuas. Para todos, el padre de la escultura moderna. Su estilo absolutamente personal, naturalista e impresionista, es tan impactante que los turistas que visitan el museo pasan rato y rato contemplando las obras. En ellas, destaca su empleo del cuerpo humano como soporte para transmitir emociones. Al igual que otros artistas contemporáneos, sus modelos son personas normales: familiares suyos, amigos o gente de la calle incluidos mendigos lo que le aleja de la escultura clásica que representa a personajes elevados como dioses, reyes y leyendas. Lo que nos muestran sus obras son personas enfrentadas a sentimientos que todos podemos conocer, expresiones que todos hemos vivido alguna vez como la angustia de Los Burgueses de Calais, el amor de El Beso o la duda de El Pensador.

De todo lo anterior, se deduce que la visita a este Museo es ineludible. No sólo se pueden ver sus obras más importantes, sobre todo, en bronce, sino que también contamos con la ventaja de que están a la aire libre, en un jardín, de manera que se pueden contemplar de cerca o a cierta distancia, para detenerse en los detalles o para tener una visión global de las mismas. Por desgracia, el Museo está parcialmente cerrado hasta septiembre de 2.015 por obras en el edificio principal, el que alberga la colección de obras de mármol. Pero esto no va a impedir ver las esculturas que allí se encuentran ya que las han trasladado a un pequeño edificio acristalado que hay en una lateral del jardín.

Como notas finales, me gustaría añadir que visitar este museo también resulta agradable por motivos menos artísticos. El primero, sus empleados. En general, los trabajadores de los museos que yo he visitado, y son bastantes, son muy amables, pero hago una mención especial a los del Rodin. Sus buenos modales, su calidez en el trato y su sonrisa perenne bien merecen este reconocimiento. El segundo es la cafetería. Suena muy superficial pero la mayoría de los museos no cubren sus gastos con las entradas de manera que tomar un café o hacer una compra en la tienda de regalos es una manera bonita de financiar el museo que estamos visitando. En este caso concreto, la cafetería está en el lado izquierdo del jardín (con vistas al Boulevard des Invalides) y tiene terraza por tanto podéis tomar un café o un aperitivo mientras observáis el paisaje, las obras de arte y a los turistas contemplándolas. Además, me tomé un café y un delicioso muffin de chocolate y me pareció que estaban bien de precio. Teniendo en cuenta que el barrio donde está situado es carísimo y hay muy pocas cafeterías y restaurantes, vale la pena considerar esta opción. La entrada principal del museo está en la rue Varenne, la calle donde están la residencia del Primer Ministro (Palacio Matignon) y las sedes de algunos ministerios y embajadas, entre otros lugares públicos. Allí no hay cafeterías, de hecho, con el despliegue de fuerzas de seguridad que está viviendo París últimamente, es probable que no podáis ni pasar. Enfrente del museo están los Inválidos y su gran explanada donde tampoco hay locales para tomar algo. Así que está clarísimo: hay que reponer fuerzas en la terracita del museo.


El Pensador


Vistas del jardín

Retrato de Gustav Mahler

Las Tres Sombras

Los Burgueses de Calais
Las Puertas del Infierno

jueves, 22 de enero de 2015

El barrio chino

Después de haber hablado del barrio japonés, tenía una deuda pendiente con el barrio chino, uno de los más populares de todo París. Está situado en el distrito XIII, en el triángulo formado por la Place d'Italie y las paradas de metro Porte de Choisy y Porte d'Ivry, siendo la zona más cercana a estas estaciones la que está más llena de gente siempre. De hecho, en la avenida de Choisy, saliendo de la parada de metro Porte de Choisy a la izquierda, hay dos restaurantes que se llaman Tricotin y Hao Hao que están siempre llenos hasta la bandera, incluso entre semana. La posibilidad de encontrar restaurantes con auténtica comida asiática a buen precio lo ha convertido en el sitio de moda entre la gente joven para salir a cenar. No tiene el encanto hipster del Marais, ni el estilo bohemio de la rue Mouffetard y alrededores pero sus restaurantes están siempre llenos. Aunque a este barrio se le llame "chino", en realidad, muchos de los negocios pertenecen a personas originarias de Vietnam, Laos, Tailandia, Birmania, Camboya... y otros territorios que, en su momento, fueron protectorados franceses en Indochina. Los chinos de verdad han llegado más tarde.

Además de ser un plan excelente para cenar y comer platos ricos y sabrosos, auténticos y baratos, en el barrio chino también se puede ir de compras, empezando por la comida preparada que se puede adquirir en los numerosos traiteurs, objetos de regalo en sus bazares y joyas, gemas y bisutería en sus joyerías.

Y para finalizar, unas cuantas recomendaciones basadas en experiencias propias y ajenas. Como consejo general, debo decir que los platos, especialmente las sopas, son enormes así que si vais a cenar en algún restaurante de esta zona, tened cuidado de no pedir demasiado. Es mejor pedir poco al principio y después volver a solicitar la carta, si aún os habéis quedado con hambre, que pasarse con la comanda y salir llenísimo de la cena. A nivel más concreto, en estos resturantes no vais a encontrar falsa comida china como en la mayoría de los restaurantes chinos que hay en España en los que todo sabe a glutamato, fritanga y preparados industriales en polvo. Aquí la comida es más cercana a la original de los países de Asia oriental y os recuerdo que la cocina asiática lleva muchas hierbas y especias (el jengibre y el cilantro los vais a encontrar hasta en la sopa, literalmente) de manera que quizá os sorprendan los sabores y sus mezclas. Resulta muy interesante educar el paladar en nuevas experiencias gastronómicas pero hay que ser consciente de ello porque no a todo el mundo le gustan según qué combinaciones. Atención también con los picantes, que uno se emociona mientras come y luego acaba transformado en dragón por un día: de la boca sale fuego. Accidentalmente, me tragué un trozo de guindilla mientras comía una sopa de pescado y el picor de la boca y la garganta eran tan desagradables que luego me tuve que comer dos mangos enteros para refrescar, o cicatrizar, las partes afectadas. Por no hablar del denominado «efecto campana» de la comida picante, esto es, pica cuando entra y repica cuando sale, ya me entendéis. Cuidado también con la citronela, no pidáis varios platos que la lleven: si tomáis un plato con esta hierba, os dará un gusto ácido muy rico pero si tomáis más de uno, tendréis la sensación de haber lamido un ambientador de coche. Parecido ocurre con el omnipresente jengibre, cuya acumulación en el paladar anula el resto de sabores y parecerá que os habéis bebido un frasco de colonia. Espero haberos orientado bien.


Enorme supermercado asiático recién abierto en Avenue d'Ivry

Tienda de congelados

Agencia inmobiliaria

Despacho parroquial de Nôtre-Dame de Chine


En los bazares chinos se encuentran un montón de horteradas y horripilancias pero más auténticas que las de los bazares chinos de España

Uno de los muchísimos restaurantes en cuya carta se ofrecen platos de diferentes países de Extremo Oriente

Hasta McDonald's tiene letreros en kanjis. Aunque este restaurante hace años era mucho más divertido

miércoles, 21 de enero de 2015

El barrio japonés

Hay una zona repartida entre los distritos I, II y IX en la que parece que no estemos en pleno centro de París. Se trata del barrio japonés o Little Tokio cuyo centro neurálgico son las calles Sainte-Anne y Petits Champs. Ya os comenté que es un lugar lleno de restaurantes auténticos japoneses pero también hay tiendas de todo tipo, desde joyerías hasta ultramarinos pasando por librerías o inmobiliarias. Los japoneses son grandes enamorados de París y la visitan como turistas desde hace décadas pero en los últimos tiempos, además, muchos se han afincado en la capital francesa o han comprado carísimos apartamentos en las mejores zonas para tener una segunda residencia en Europa. Con lo baja que está la cotización del euro y lo alto que está el yen, los millonarios japoneses pueden hacer sus compras en las tiendas de lujo parisinas gastando menos dinero del que gastarían en su propio país. Tal es la cantidad de ciudadanos nipones presentes en París y tan importantes son como clientes que las firmas de moda y los grandes almacenes más prestigiosos (Printemps y Lafayette, principalmente) contratan personal japonés para atender a sus clientes. Por supuesto en Little Tokio, la mayoría de los empleados de los restaurantes y tiendas también son japoneses pero es que, además, hay oficinas de banca, inmobiliarias, consultorías y hasta agencias de viajes dirigidas por y para este público. Como nota curiosa, hay que decir que también hay unos cuantos negocios coreanos, sobre todo restaurantes, que se han colado en esta otra isla japonesa que no se encuentra en el Pacífico sino a orillas del Sena.

Pero no todo son ventajas para los turistas del país del Sol Naciente. La creciente inseguridad ciudadana, los robos de que son víctimas en la vía pública y otras incomodidades que sufren han dado nombre a una nueva alteración psicológica llamada Síndrome de París. No se trata sólo de la lejanía del hogar o de encontrarse fuera de su entorno o de su rutina o de una simple desilusión sino de un trastorno más complejo. En cualquier caso, éste es un barrio fantástico en el que también los que no somos japoneses vamos a disfrutar un montón. Además de encontrar deliciosos restaurantes y originales productos asiáticos en sus comercios, la amabilidad nipona con la que los camareros y dependientes os van a tratar, os hará sentir de maravilla.

Si sois aficionados a la literatura clásica japonesa como yo, éste es vuestro sitio. También la recomiendo para amantes del manga y el anime: su colección de juegos, libros y accesorios es espectacular.

Inmobiliaria japonesa

Elegante restaurante junto a la place Vendôme

Si vuestro presupuesto es más limitado, podéis tomar un bento. La bandeja japonesa que tiene de todo.

También hay un hueco para los restaurantes coreanos. Yo todavía no he probado ninguno pero espero hacerlo pronto.

miércoles, 14 de enero de 2015

Autolib'

La contaminación es uno de los grandes retos a los que se enfrentan las grandes ciudades. A veces no se sabe si el cielo está gris porque hay nubes o porque hay mucho tráfico. En Francia el problema está en los coches diésel porque la industria francesa del automóvil apostó fuertemente por este tipo de vehículos y el gobierno los subvencionó. La razón era que al consumir menos combustible eran menos contaminantes. Lo que no pensaron fue en que los motores diésel emiten una partículas que resultan tóxicas. Esto se ha reducido parcialmente en los últimos años incorporando un filtro pero muchos coches todavía carecen de él. No quiero extenderme demasiado en este tema porque no soy una experta pero se ha generado un gran debate en Francia a raíz de este asunto. La industria automovilística es muy potente aquí pero todos los últimos gobiernos han hecho una decidida apuesta por parar o, al menos, reducir la contaminación generada por el transporte.

Como alternativa a los coches tradicionales están los coches eléctricos pero tienen poca autonomía en distancias largas. En cambio, son perfectos para trayectos cortos de ahí que el ayuntamiento de París decidiera en 2.011 inaugurar un servicio de alquiler público de automóviles eléctricos llamado autolib', que posteriormente se ha ido extendiendo por otros municipios de la región. Para acceder a este servicio no es necesario estar empadronado en París o en alguna otra ciudad de Île-de-France, sólo hace falta darse de alta a través de internet y la reserva de los vehículos se puede realizar desde el móvil. La solicitud se confirma en unas estaciones que parecen burbujas donde el sistema indica al usuario el coche que debe utilizar y el tiempo disponible de uso. El sistema cuenta con un servicio de asistencia técnica 24 horas y los vehículos tienen un GPS para planificar el trayecto. Terminado éste, sólo hay que aparcarlo en una de las plazas disponibles y ponerlo a cargar. Además estos coches no producen ruidos, malos olores ni emisiones de dióxido de carbono. Para mí, el aspecto más positivo es que las empresas también pueden ser usuarias del servicio de manera que es una alternativa barata a los coches de empresa.

¿Todo son ventajas? Evidentemente, no. Uno de los inconvenientes es que al tratarse de un modelo de automóvil muy simple, la conducción no es la más cómoda, de hecho creo que el asiento no se puede regular. Otro asunto es la disponibilidad, ya que he oído a usuarios quejarse de que en determinadas horas o lugares puede uno encontrarse los aparcamientos vacíos y, claro, los coches no se pueden transportar masivamente como ocurre con las bicicletas. Y otra desventaja importante es que en una metrópoli con un sistema público de transporte tan amplio, con frecuencias de paso cortas y con una red que llega a todas partes, utilizar el alquiler de un coche resulta caro, aunque, por supuesto, mucho más barato que tener un vehículo propio con todos sus costes de seguros, aparcamiento, combustible, mantenimiento... .


Coches alineados cargándose

Plazas de aparcamientos vacías en pleno Barrio Latino
No es un cajero, es la estación de autolib'
Exterior de la estación de reservas

lunes, 12 de enero de 2015

La solidaridad de una sociedad

Si algo se aprende de las desgracias es que incluso en los días más dramáticos, se pueden encontrar gestos de bondad y generosidad. No hablo sólo del empleado maliense del supermercado kosher que salvó la vida de varios clientes o del policía musulmán abatido cuando acudía al aviso de ataque a Charlie Hebdo, hablo de las miles de personas que de forma anónima se han manifestado por las calles de París en defensa de la libertad o han hecho sus donaciones a las familias de los policías muertos o se han suscrito al semanario. No lo olvidemos: Charlie Hebdo es muy bestia. Muchas de las ilustraciones publicadas por el semanario no se podrían publicar en España, se considerarían delito. Es muy apreciable que personas cuyas religiones o ideas han sido caricaturizadas por una revista, se manifiesten en favor de la libertad de publicación de la misma. Demuestra la madurez democrática y cívica de los ciudadanos de un país. Todo lo contrario de España donde la libertad de expresión está cada vez más limitada.


 Soy policía, soy judío, soy musulmán, soy cristiano, soy ateo, soy francés, soy ciudadano del mundo, soy Charlie. Cartel del Ayuntamiento que recuerda a una canción de Madonna.

 El Ayuntamiento de París declaró a Charlie Hebdo Ciudadano de Honor de la ciudad

Papelería con portadas de diversos medios de comunicación franceses y de otros países

Saint-Julien-le-Pauvre

Cuando publiqué una entrada sobre el árbol más viejo de París, ya nombré de pasada esta iglesia pero creo que merece una entrada propia. Situada detrás de la plaza René Viviani, que además de estar abierta al culto, celebra conciertos de todo tipo desde música sacra hasta gospel pasando por el pop y el lied. Es tan pequeña y tan discreta que casi nadie repara en ella y es una lástima porque es una de las iglesias más especiales que hay en París. No se conoce el momento exacto en que allí se construyó la iglesia original aunque algunas fuentes citan el siglo VI, pero sí sabemos que el año 886 los normandos destruyeron la iglesia emplazada allí. Este edificio fue sustituido por otro que se empleó durante la Edad Media para dar clases en la recién nacida Universidad de la Sorbona pero también fue parcialmente derruido. Diferentes destrucciones y reconstrucciones después, en el siglo XVII, se convirtió en la capilla del Hôtel-Dieu, el hospital situado junto a Nôtre-Dame y que es el más antiguo de París, y tras la Revolución se convirtió en almacén. El cambio más significativo se produjo en 1.889 cuando el Estado francés la cedió a la comunidad católica greco-melquita de París. Por este motivo, en el interior hay dos iconos griegos y algunas representaciones de santos de estilo icónico.Espero que os guste.


Entrada

Icono

San Basilio

San Nicolás

Lateral de la iglesia

Dos carteles anunciadores de conciertos en Saint Julien: el primero con música de Chopin y el segundo, un homenaje al guitarrista Django. Dos estilos bien diferentes.

sábado, 10 de enero de 2015

Una man'ouché rápida

Una visita al Centro Pompidou puede alargarse varias horas. Un paseo por el centro de París resulta agotador. Y apearse del metro o tren en la estación de Châtelet-Les Halles y caminar durante más diez minutos en busca de la salida es extenuante. Así que si entra hambre y estáis en el Marais podéis parar a comer algo rápido en Royal Crêpe en la esquina de la calle Lombard con Verrerie. Se trata de un puesto de comida libanesa especializado en la man'ouché, una esponjosa torta de pan que se rellena a vuestro gusto. Podéis elegir la tradicional con tomillo que toman los libaneses para el desayuno, la rellena de queso cremoso, la de falafel que es la más demandada, la de salchicha o carne picada si queréis algo más contundente o la de pollo marinado llamada Picasso si os gustan las mezclas exóticas. El secreto de este local es que hacen sus propios panes y los calientan en una pequeña placa convexa llamada saj a demanda de los clientes con lo cual los bocatas están siempre tiernos, sabrosos y calentitos. Hummm... ¡qué ricos! Podéis tomar la man'ouché allí mismo en una barra situada a la derecha del mostrador o comprarla para llevar. Si el plan no os apetece, también tienen bocatas ya preparados y además hacen crêpes y preparan café de cápsulas. ¡Buen provecho!

El bocata y Almaza, cerveza libanesa de estilo Pilsner. En el mostrador de atrás se pueden ver los molletes de masa que están levando y que se convertirán en man'ouché

Mi man'ouché de falafel y verduras