viernes, 24 de febrero de 2017

Bernard Buffet II: íntimo

Ya hablamos aquí de la exposición que el Museo de Arte Moderno le ha dedicado a Bernard Buffet y hoy toca la exposición del Museo Montmartre sobre el mismo artista. Aunque mucho menos ambiciosa, la exposición resulta más coherente. El motivo de la misma es rendir homenaje a un artista montmartrense, nacido en la plaza Pigalle y vecino de la misma rue Cortot donde tantos importantes artistas han vivido. El éxito de la muestra ha hecho que la misma se prolongue hasta el 12 de marzo. Debo felicitar al Museo porque, a pesar de sus limitaciones de espacio, ha realizado una exposición muy completa y bien definida en la que tienen especial importancia los payasos, los retratos de su esposa Annabel, las flores, los paisajes de París, las naturalezas muertas y alguna obra religiosa. 

Autorretrato pintando

La exposición ha contado con la ayuda y consejos de Nicolas Buffet, hijo del pintor, y ha recibido obras provenientes de diferentes museos franceses y extranjeros así como de colecciones particulares, algunas de ellas expuestas por primera vez al público. También se exponen documentos, fotografías y enseres familiares como la famosa tetera azul reproducida en algunos de sus cuadros.

Al tratarse de una exposición más modesta y personal que la del Museo de Arte Moderno, no sigue ninguna pauta cronológica sino temática. Empieza el recorrido con varios cuadros del ciclo dedicado al circo, concretamente, a los payasos. A continuación, está la parte más intimista y personal con los retratos de Annabel y los croquis de sus escenografías para obras de teatro e ilustraciones de libros.

 
Payaso blanco

Paleta decorada por Buffet como regalo a su esposa
Annabel con vestido de fiesta

Una vez finalizada esta sección, abandonamos la figura humana para pasar a imágenes de insectos, vistas de París, paisajes, bodegones y naturalezas muertas. Buffet mantuvo siempre un estilo propio y muy característico tanto en la representación de las personas como de los objetos. Al no haber en esta muestra obras de su primera etapa que fueron más tristes y homogéneas en cuanto a color, lo que podemos ver es una combinación de escenas coloridas y vibrantes pero siempre dentro de un orden racional y melancólico. Sus paisajes duros y un poco tétricos son muy interesantes y uno de los puntos fuertes de la exposición. También me han gustado especialmente sus jarrones de flores, algunas muy poco corrientes como las alcachofas, tan alejadas de los ramos que vimos en la exposición de Fantin-Latour.
La Casita Rosa de Montmartre de la que hablamos aquí

El Estanque

 
 La última ola
Ramo de alcachofas

Naturaleza muerta con tetera azul y, a su lado, la tetera auténtica

Como se ve, hay una enorme variedad de temas pero siempre dentro del estilo serio y rectilíneo del artista. En todo caso, el Museo Montmartre ha acertado en la línea argumental de la exposición y en la elección de las piezas. Hay mayor coherencia y el contenido fluye mejor que en la ambiciosa retrospectiva del MAM. Aquí vemos un Buffet más humano, cercano e íntimo.

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