sábado, 11 de febrero de 2017

Etat libre d'Orange

Comprar un perfume selecto en París siempre es una buena opción pero para hacerlo es necesario conocer los perfumistas y probar sus fragancias más atrevidas. Hay muchas tiendas exclusivas y la de hoy es una tienda de perfumes aún más especiales. En un pequeño rincón de la Rue des Archives, nos encontramos con État Libre d'Orange, la tienda de una pequeña compañía perfumera fundada hace diez años por Etienne de Swardt nacido en la región homónima de la República Suráfricana. Sin duda, se trata de una de las marcas de perfumes nicho más extravagantes del mundo. Sus influencias son la búsqueda de la libertad, referencias históricas, bíblicas y literarias como el Marqués de Sade o Baudelaire. Casi todos sus perfumes vienen en unos sencillos frascos rectangulares para ceder todo el protagonismo al contenido. Sus fragancias son traviesas, atrevidas, sorprendentes... pero, al mismo tiempo, tienen un fondo muy clásico. Y los nombres de sus perfumes son absolutamente chocantes e imprevistos.

Cofre de perfumes

Para celebrar su décimo aniversario, la casa ha sacado al mercado un cofre regalo, que sólo se puede adquirir en su tienda del 69, rue des Archives, y que se vende en edición limitada y numerada, con tres fragancias creadas en 2006, las más representativas de la marca y las que le han dado el prestigio que ahora tiene. Veamos cuáles son:

Divin enfant. La fragrancia contiene azahar, notas de malvavisco, rosa, notas de moka, cuero, ámbar, almizcle, notas de tabaco frío... Me evoca a un adolescente que empieza a fumar y a beber café mientras aún come gominolas. De salida predomina el aroma a malvavisco pero luego salen las notas de ceniza, azahar y ámbar.

Jasmin et cigarrette. Este perfume se compone de jazmín absoluto, tabaco rubio, heno, albaricoque, haba tonka, cúrcuma, cedro, ámbar y almizcle. Inspirada en las divas de los años 30 y de los años 80, es una fragancia delicada y clásica que nos recuerda el olor de la ropa después de una noche de fiesta, cuando aún se podía fumar en los bares, y una llegaba a casa impregnada de humo a tabaco sobre la base de su perfume floral. Para mi gusto, es ligeramente acre, picante y un pelín macarra. En un primer momento, tiene un toque cítrico, de flor blanca y amaderado pero más adelante se nota el tabaco y, pasado un tiempo, los jazmines.

Putain des Palaces. Es la más sofisticada y femenina de las tres. La fragrancia se elabora con rosa absoluta, violeta, cuero, lirio de los valles (muguete), mandarina, jengibre, polvo de arroz, ámbar y notas animales. En primer lugar, un gran bravo para el nombre: hay que tener bemoles para bautizar un perfume así y, aún más, para ponérselo. Pero todo tiene sentido ya que, desde La Traviata, las violetas han estado siempre vinculadas a la prostitución pero, mucha gente no lo sabe, también a los palacios. Resulta que las violetas eran la flor preferida de Eugenia de Montijo de modo que su marido Napoleón la tomó como emblema de la familia Bonaparte. Al oler el perfume, en un primer momento notamos el aroma de rosas, lirio, notas cítricas, jengibre y talco, que debe de ser el polvo de arroz del que habla la composición, y que se va apoderando del aroma. Al cabo de un rato, percibimos más la violeta y el ámbar pero en ningún momento perdemos el rastro del talco. 

La decoración de la caja es igualmente llamativa: una ilustración del artista Pat Andrea que es una mezcla brutalista de Alicia en el País de las Maravillas con símbolos cristianos y elementos del psicoanálisis.

Los tres perfumes

Escaparate de la tienda

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