Para desplazarme por París, utilizo normalmente el metro ya que es el sistema más rápido y cómodo. Por si no lo tenía bastante claro, he empleado el autobús en algunas ocasiones y las experiencias siempre han sido negativas. En primer lugar, porque los embotellamientos son tan tremendos que si el autobús se usa para un trayecto largo, éste se hace lentísimo y si es para un trayecto corto, llego antes andando. Encima, los parisinos no conducen muy bien: todos los días hay coches que se saltan los semáforos en rojo o que se incorporan a los cruces a gran velocidad. Yo ya he visto varios choques y no eran en horas punta ni en lugares de poca visibilidad. También hay que decir que conducir por París no es fácil, como en ninguna otra gran ciudad: hay que lidiar con los autobuses y los taxis (ambos suelen tener su propio carril), los ciclistas (por su carril o fuera de él, que también los hay que se saltan las normas), los motoristas, los tranvías, los peatones, las ambulancias, la policía... Además, la flota de autobuses es un poco antigua por lo que éstos no son muy cómodos. Si esto no fuera suficiente, la única ventaja teórica es que se puede disfrutar de las vistas de París pero los buses van tan llenos que de lo único que se disfruta es de verle el cogote a otros viajeros.
Esto por no contar otras anécdotas, como cederle el asiento a una anciana y que ésta no acepte y luego estar sufriendo todo el trayecto por verla a punto de caerse en algún frenazo, o ver a una pareja joven que ha subido con su bebé y que al bajar del vehículo, el carrito de bebé se quede atascado en la puerta y tengamos que intentar sacar el carrito entre cuatro personas....¡Ah! Y se puede subir y bajar por las dos puertas así que el follón que se monta en algunas paradas es importante.
Por todo ello, no, no recomiendo utilizar los autobuses en París.
He aquí uno de los culpables de que no me guste ir en autobús
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