Era un viernes a mediodía en Porte d'Orléans. Había mucho tráfico, mucha gente, muchos coches... y, de repente, se oyen las sirenas de un camión de bomberos. Ante el asombro de todos los que allí estábamos, el bombero que iba sentado en el lado derecho saca más de medio cuerpo por fuera de la ventana y comienza a aporrear con el puño cerrado el techo de una furgoneta que se encuentra a su lado. El bombero, completamente enfurecido, no tiene bastante con los mamporros que ha dado al vehículo y, una vez adelantada la furgoneta, continúa gritando y braceando con el cuerpo casi completamente fuera del camión. Si incríble fue la escena, más increíble es que las decenas, quizá cientos, de personas que allí estábamos nos detuvimos en seco. Tanto fue así que no reaccioné a tiempo para sacar la cámara y hacer una foto del incidente.
Casualmente, esa tarde había quedado con una amiga en la puerta del Panteón. Justo enfrente, en la alcaldía del Distrito V, había una exposición fotográficas sobre los bomberos durante la Gran Guerra. Una imagen mucho más amable de la que yo había visto esa misma mañana.
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