domingo, 1 de julio de 2018

Mayo del 68 francés II: el 1 de mayo y la huelga en la que se pararon hasta los relojes

Si ya vimos aquí que el mayo del 68 parisino no fue en origen ni parisino ni de mayo, sí teníamos bastante claro que la chispa que incendió Francia prendió entre los estudiantes universitarios. Sin embargo, los acontecimientos se desbordaron y el descontento social y político estalló afectando a todos los órdenes de la sociedad.

A finales de los años 60, empezaron a notarse los primeros efectos de una incipiente recesión económica como la pérdida de poder adquisitivo y el aumento del desempleo (más de 500.000 personas en enero de 1968). La firma del Tratado de Roma, que debía entrar en vigor en julio de 1968, con la consiguiente apertura de los mercados y la modernización de la economía, provocaron un fuerte rechazo entre amplios sectores de la sociedad. La bajada de salarios causó las primeras huelgas en los años 66 y 67 pero, como buena parte de ellas tuvieron lugar en las provincias más industriales del norte, no alcanzaron gran repercusión mediática en un país tan centralizado como Francia. Algunas reformas sociales fueron muy mal acogidas por los trabajadores y en los barrios y ciudades obreros empezó a gestarse el caldo de cultivo de las futuras revueltas. Uno de esos municipios, especialmente afectado por el paro juvenil, fue Nanterre, donde comenzaron las protestas estudiantiles.



Pero hubo un importante punto de inflexión.  El 1 de mayo del 68 tuvo lugar la primera manifestación del Día del Trabajador autorizada en la Vª República, convocada por el Partido Comunista Francés  y el sindicato CGT. Sin proponerlo, aquélla fue la primera de una serie de movilizaciones y paros laborales que sacudirían Francia durante todo el mes.

El desalojo de la Sorbona por parte de la policía y la violencia ejercida sobre los estudiantes en los siguientes días desataron una ola de apoyo social que se vio respaldada por los sindicatos después de la Noche de las Barricadas. El secretario general de la CGT declaró "esto no se puede tolerar" y convocó una huelga general para el día 13. Hubo un entendimiento espontáneo entre los estudiantes y los trabajadores pero cada colectivo se mantuvo en su lugar, sin interferir en el otro, de manera que los primeros ocupaban sus facultades y los segundos, sus fábricas. Los representantes de alumnos mantenían reuniones con los portavoces de los obreros y viceversa: se ponían al tanto de sus reivindicaciones, tomaban conciencia de la situación de los diferentes entornos y proponían soluciones políticas y sociales.



Los obreros de las fábricas eran gente que no se amilanaba fácilmente, no sólo porque sus trabajos fueran duros físicamente, sino también porque entre los de mediana edad había muchos que habían participado en la Resistencia a la ocupación nazi. Especialmente reseñable fue la guerrera actitud de los miles de empleados de la empresa Renault: primero, los trabajadores de la fábrica de Cléons en Normandía ocuparon su centro de trabajo y, a continuación, los empleados de Boulogne-Billancourt ocuparon su enorme sede de más de 98 hectáreas. La decisión fue tomada en ese mismo lugar el 16 de mayo por una asamblea de más de 25.000 trabajadores. La huelga duró 34 días en los que, además de protestar contra el Gobierno, se presionó para forzar la negociación de los salarios, la reducción de la jornada laboral (en ese momento de 48 horas semanales) y la jubilación a los 60 años. También se pretendía la equiparación de los trabajadores nacionales e inmigrantes ya que éstos recibían un trato diferente, encadenando contratos temporales más allá de la legalidad. También se sumó a la huelga el gran competidor de Renault, Citroën, cuyos obreros ocuparon la fábrica parisina del barrio de Javel. Hubo importantes huelgas en Sud Aviation, situada en Nantes, en los sectores del carbón, el transporte, el gas, la electricidad, los medios de comunicación, la administración pública...


Durante las siguientes semanas, hubo entre 7 y 10 millones de huelguistas en todo el país. El día 13 se paraliza Francia por completo y se producen en París dos marchas multitudinarias: una de trabajadores que se concentra en la place de la République y que alcanza Denfert Rochereau (más de un millón de asistentes) y otra de estudiantes que parte de la Gare de l'Est.



Muchas vías importantes del país fueron cortadas y los suministros sólo llegaban a algunas ciudades con autorización de los Comités de Huelga, con precios fijados por éstos y sólo a algunas tiendas autorizadas en una especie de poder paralelo al Estado. Semejante situación, que no se veía desde la Guerra, provocó que el Gobierno de Pompidou abriera unas negociaciones el 25 de mayo a tres bandas entre empresarios, sindicatos y Gobierno. Dos días después se llegó a los Acuerdos de Grenelle, que calmaron moderadamente el ambiente social pero no el político.

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