martes, 25 de abril de 2017

Valentin de Boulogne: más allá de Caravaggio

Junto con la maravillosa exposición de Vermeer y los pintores costumbristas, el Louvre nos da una propina que no todo el mundo aprovecha, otra muestra mucho menos popular dedicada al pintor tenebrista Valentin de Bologne, la primera retrospectiva que se le dedica en Francia, su país natal.

Tras las enormes colas y la incomodidad de ver cuadritos muy pequeños rodeada de gente de la exposición holandesa, muchos visitantes salen del recinto sin haber entrado en esta otra exhibición temporal, menos mediática e interesante que la anterior. No por ello los organizadores han sido menos ambiciosos, comenzando por el título: Reinventando Caravaggio. ¿Se puede ir más allá de Caravaggio, uno de los mejores pintores de la historia? ¿Se puede reinventar un estilo tan personal, tan sórdido y tan polémico?

Sí, Valentin se vio influido por el maestro milanés en el estilo tenebrista, los temas elegidos, la fuerza expresiva de sus personajes y la crudeza de sus imágenes pero no creo que sus aportaciones fueran más reseñables o innovadoras en la pintura barroca italiana que las de otros contemporáneos. Aunque sí se le puede considerar un digno heredero, casi émulo, y el mejor de los caravaggistas franceses. Su dominio del claroscuro, sus escenas de la vida callejera, los gestos de sus personajes y la dureza de las escenas representadas, sin duda, son muy caravaggiescas pero hay diferencias entre el arte de Valentin y el de Michelangelo Marisi. Las imágenes del francés son algo menos descarnadas y están encuadradas de una forma más clásica y menos rupturista. Así que más que reinventar, lo que hace es domesticar el estilo salvaje del momento.

Cartel de la exposición

Esta exposición nos ofrece un recorrido cronológico alrededor de tres temas. El primero de ellos son los bajos fondos: jugadores de cartas y de dados, quiromantes, zíngaros... De ahí pasamos a la pintura bíblica con bastantes escenas de la vida de Jesús como La Pasión de Cristo, La Última Cena, Jesús con la Adúltera, Jesús expulsando a los mercaderes del templo y otros. Aunque también hay retratos de los Evangelistas y otras obras de escenas del Antiguo Testamento. En estas últimas, vemos que la nobleza viene en rasgos infantiles ya que los personajes de Salomón, Daniel y David son representados como adolescentes. No es el único caso de elevación moral de la niñez ya que el Barroco era también la época de los castrati, adultos que tenían voz infantil debido a la mutilación que sufrían antes de su desarrollo y que solían ser los protagonistas de óperas en que representaban papeles de dioses, héroes o reyes mitológicos.

La carrera de Valentin vivió un importante avance en 1627, momento en que empezó a recibir los encargos de la familia del Papa Urbano VIII, a través del sobrino de éste, el cardenal Francesco Barberini, que se materializarían en cuadros de temática bíblica, alegorías patrióticas y vidas y martirios de santos. Así vemos dos obras del tema de Judith, una Alegoría de Italia, La Coronación de espinas y El Martirio de san Proceso y san Martiniano

Para el visitante, resulta difícil saber qué busca la exposición puesto que no hay folletos explicativos (tampoco en la del Siglo de Oro holandés) pero, a diferencia de ésta, tampoco hay mucha información en la página web del Museo. Hay que acceder a los comunicados de prensa para conocer de primera mano la intención de esta exposición. En cualquier caso, hay que aprovechar para visitarla y el contraste con la muestra de los maestros neerlandeses resulta muy interesante.

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