Nació en un matrimonio interreligioso, hija de una belga tradicionalista católica y un francés hugonote y republicano, aunque no debió de influirle la educación cristiana ya que, con sólo 21 años, se convirtió al budismo en 1892. Durante su juventud, su padre la inició en la francmasonería a la que se uniría de adulta y le presentó al geógrafo anarquista Elisée Reclus quien le ayudaría en sus deseos de emancipación y le enseñó los conceptos políticos más revolucionarios. También entró a trabajar como periodista en la revista feminista La Fronde, creada por Marguerite Durand. Además estudió canto y piano en el Conservatorio de Bruselas. Se matriculó también en el Collège de France donde estudió sánscrito y tibetano. En 1889, realiza su primera visita al Museo Guimet, el mismo que ahora le dedica esta exposición, lo que para ella fue una revelación, el descubrimiento de aquello que intuía pero no conocía y una manera de profundizar en el orientalismo que tanto la atraía.
Vestido de cantante de Alexandra David-Néel
Como resultado de sus estudios de música, Alexandra comenzó una importante carrera como cantante de ópera que la llevó a recorrer algunos importantes teatros europeos y de las colonias europeas en el norte de África y Asia. Entre su repertorio se encontraban importantes obras como La Traviata de Verdi, Lakmé de Délibes, Faust de Gounod o Carmen de Bizet. Precisamente, en el desempeño de su carrera como cantante, nuestra heroína viajó por primera vez a la India y a Indochina. Posteriormente, se casó con su primo Philippe Néel del que adoptaría el apellido. El matrimonio fracasó y se separaron muy pronto pero siguieron siendo amigos durante toda su vida e intercambiando correspondencia y ayudándose en lo que podían.
La luz de la sabiduría: manuscrito del siglo XIII
El primer viaje de David-Néel a Asia tuvo lugar entre 1911 y 1925. Partió de Túnez a Ceylan (Sri Lanka) y recorrió La india, Sikkim (en ese momento, Estado independiente), Nepal, Tíbet , Mongolia, China hasta llegar a Corea y Japón, después de pasar por Birmania y Malasia. La meta principal de su periplo era Lhassa, la capital del Tíbet, ciudad que estaba vetada a los extranjeros y en la que consiguió entrar en 1924, siendo la primera mujer europea que lo logró. A su regreso, dio conferencias en Francia y otros países europeos, escribió en varios medios de comunicación y recibió numerosos premios.
El Tesoro de los muy preciados Sutra y Tantra: xilografía del siglo XIX
Su segundo viaje tuvo lugar entre 1937 y 1946. El trayecto fue muy diferente: David-Néel llegó hasta Pekín vía Moscú y de allí pasó al Tíbet donde pasó cinco años (1938-1943) y Sichuán, una de las provincias más inaccesibles y misteriosas de China (1943-1945). Pasó otro año en la India y regresó a Francia en 1946. Durante esos años, pasó ciertas dificultades debido a los problemas derivados de la II Guerra Mundial. Una vez en su país natal, se instaló en una modesta casita en la Provenza con vistas a las montañas donde continuó en el perfeccionamiento de la budismo, el yoga y la meditación. Volvió a su actividad de escritora y publicó artículos en prensa y varios libros con las aventuras de sus viajes y de cultura y literatura asiática.
En esta exposición, pequeña pero muy interesante, hay fotos, manuscritos y otros objetos de la colección del propio museo que pertenecieron a esta impresionante mujer.
Bonete y bolsito tibetanos
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