Para muchas personas, visitar un museo puede ser un plan aburrido. La idea que se tiene de un museo es ver cuadros, pero es una idea equivocada: hay todo tipo de museos y exposiciones sobre cualquier temática. Además hay gente a la que no le gusta la pintura, o el arte en general; otros reconocen que no entienden de arte porque nunca han tenido la oportunidad de estudiarlo. Por estos y otros motivos las visitas a museos no despiertan el entusiasmo que deberían. Si a eso añadimos la masificación de algunos museos famosos y el sinsentido que suponen las visitas guiadas, la experiencia se vuelve muy poco atractiva. Pero, ¿cómo ir a París y no visitar algún museo? Tengo la solución y se llama Museo del Quai Branly.
Exteriores y jardín
Situado muy cerca de la Torre Eiffel, el Branly es tan espectacular por fuera como por dentro. Se trata de un museo etnológico que acoge una fantástica colección permanente de objetos artesanales y de la vida cotidiana de América, África, Oceanía y Asia, así como exposiciones temporales de lo más vistosas. El edificio, proyectado por Jean Nouvel, es moderno y colorista, muy llamativo en un barrio tan clásico y señorial como Alma.
Nada más entrar, nos reciben un moai (foto) y un tótem canadiense de más de 20 metros. Y esto sólo es el principio.
El moai
He estado varias veces en este museo y, por suerte, nunca he encontrado colas. Precisamente porque no es uno de los más famosos de París, yo se lo recomiendo a todo el mundo y las opiniones de aquellos que siguen mi consejo siempre son positivas. Y con la comodidad de que está a un paso de la torre Eiffel. No hace falta ser ningún experto para entender lo que se ve porque son objetos bastante normales como ropa, figuras religiosas, enseres domésticos, joyas, armas, utensilios... Hacer fotos dentro es bastante complicado porque la luz es muy tenue y la mayor parte de la colección está expuesta en vitrinas. Pero os dejo aquí algunas como muestra.
En la zona americana, tótem canadiense y escultura de la diosa azteca Xochiquetzal. Según la tradición azteca, Xochiquetzal entregó el cacao a los hombres, con el que hacían el Xocoalt, la bebida antecedente del chocolate. ¡Qué buena era esta diosa!
Parte africana, la foto superior es una representación de san Jorge en un mural de una iglesia etíope. La inferior una puerta procedente de Nigeria.
De la parte asiática, he seleccionado estas fotos de vestimenta tradicional de la India y de Vietnam.
Y de la sección de Oceanía, he elegido estas fotos de máscaras rituales y unos tambores realizados con troncos huecos.
Como ya he dicho antes, recomiendo este museo a todos, incluidos niños. Es entretenido, lúdico y diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en los museos tradicionales. Sus colecciones temporales son originales y tratan temas poco habituales (ahora hay una sobre tatuajes y otra sobre los mayas). Su propia arquitectura es un atractivo más y, encima, no está masificado. ¿Qué más se puede pedir? Un dispositivo de información multimedia que recorre todo el museo, una librería y tienda de regalos espectacular, unos jardines maravillosos que os he enseñado en las primeras fotos, una cafetería de precios razonables donde reponer fuerzas y, si os da el presupuesto, un restaurante de lujo en la azotea.
¡Hola Jocelyne! El Quai-Branly es uno de mis museos favoritos. Cuando el año pasado mi novia y yo visitamos París no teníamos pensado, ir pero después de un largo paseo que nos llevó a torre Eiffel ella me sugirió ver el museo porque está muy cerca. Al pasar por delante el diseño del edificio tan original y con la fachada cubierta de vegetación me llamó muchísimo la atención. Entramos y ¡voilà!, un moai y un enorme tótem. Yo alucinaba y mi novia encantada. Estuvimos 3 horas y no nos pareció pesado. Es interesante conocer otras culturas a través de vestimenta, artesanía y esculturas. ¡Yo también lo recomiendo!
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