El Pont
des Arts es el desgraciado escenario de la moda de poner candados en
lugares públicos como prueba de amor y compromiso de las parejas. No
es el único lugar de París pero sí el que más la ha sufrido.
Tanto es así que el catenaccio amoroso ha estado a punto de destruir
el puente. Las barandas han estado a punto de caerse con el peligro que eso supone para los viandantes: hasta el momento se han
retirado más de 18 toneladas de candados pero cuantos más se quitan, más se ponen. Por este motivo, al
Ayuntamiento ha decidido sustituir la valla metálica por unos
paneles de cristal, de manera que el puente ya no volverá a tener el aspecto
original.
Los árboles no dejan ver el bosque y los candados no dejan ver el puente.
Dos imágenes de los destrozos causados en el puente. Algunos trozos de la rejilla se han caído por el peso.
Sinceramente,
esta moda me parece horrible. ¿No dicen que cada pareja es un mundo?
Pues bien, cada pareja debería tener sus propias costumbres y
rituales y no copiar la primera tontería que se cuenta en una novela
que la mayoría ni siquiera han leído. La moda consiste en colocar
un candado en un puente con los nombres de los enamorados escritos en
él y lanzar la llave al río. Cada ciudad tiene un puente que sufre
los estragos de este movimiento. No veo nada romántico en lanzar
unas llaves a un río contaminándolo y, en el caso de París, con el
riesgo de que le caigan a alguien que pase por debajo del puente en
uno de los barcos turísticos y le hagan daño. Eso por no hablar de
la imagen horrible que deja en el puente y más en uno tan delicado
como el Pont des Arts que es una pasarela peatonal con suelo de
madera y con una barandilla metálica con rejilla para proteger de
posibles accidentes. Encima
esta idea del candado en el puente ni siquiera es original de la
novela: parece que esta costumbre nació en el puente Mecsek en Pecs,
Hungría.
Nueva imagen para el puente: los paneles de cristal.
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