lunes, 11 de diciembre de 2017

Anders Zorn, impresionismo nórdico

Está a punto de acabar una de las exposiciones más bonitas de los últimos meses: la dedicada por el Petit Palais al importante pintor sueco Anders Zorn. Tiene una gran importancia ya que no se celebraba en París una exposición de este artista desde 1906. Contemporáneo y rival de otros grandes como Sorolla, Sargent, Boldini o Besnard, dedicó sus esfuerzos a tres expresiones artísticas habitualmente enlazadas: la pintura, la acuarela y el grabado. Su dura infancia en una familia pobre abandonada por el padre le llevó a comenzar a dibujar y a pintar acuarelas. Muy pronto empezó a viajar por diferentes países del sur de Europa como España o Italia para pasar de allí a Londres y París y, más adelante, visitar el norte de África y Turquía.

Si, en un primer momento, Zorn dibujaba y pintaba paisajes y escenas de la vida cotidiana, es en París donde empieza a desarrollar su arte en el retrato que continuará cultivando durante años y que le hará muy famoso. Siendo ya un artista consagrado, viajó a los Estados Unidos donde se convirtió en retratista de las élites económicas del país. Tras su estancia en América, regresó a su Suecia natal y retomó su actividad paisajista y costumbrista.

La muestra del Petit Palais hace un recorrido cronológico y temático por la obra del pintor. En primer lugar podemos admirar sus inicios en Suecia, España, Inglaterra y el norte de Francia y sus trabajos como acuarelista en sus viajes. Son obras que nos muestran escenas de la naturaleza y, especialmente, del agua como marismas, puertos o arroyos. Hay que remarcar que sus acuarelas son de gran tamaño.

 Colina boscosa
 Mercado de pescados Saint Ives

A continuación, pasamos a una de las etapas más productivas e importantes de su vida: la década parisina. Como decimos, su estancia en París fue un revulsivo en su pintura ya que empezó su actividad como retratista, y no es para menos, ya que en París se codeó con importantes personalidades del mundo del arte y el espectáculo. De esta manera, inmortalizó a cantantes, bailarinas, escritores y, más adelante, empresarios burgueses y sus familias que pasaron por su taller de Montmartre o a los que pintaba en sus domicilios. Tanto en unos retratos como en otros, destaca su estilo elegante y sofisticado, pero no excesivamente formal, permitiendo mostrar una imagen relajada pero digna de sus modelos.
 
 Emma en el taller de París. Se trata de su esposa en el taller que el artista poseía en el Boulevard de Clichy.
Rosita Mauri. La joven, de origen catalán, fue durante años la primera bailarina de la Ópera de París y, luego, profesora de su academia.
 Retrato del señor Mauri. Se trata del padre de la anterior. Como detalle, el humo del cigarrillo que esconde en la mano conforma la firma.
 Veronica Heiss. Entre el pesado abrigo de pieles, el tocado y el biombo, destaca la sonrisa pícara de la protagonista

Fue tanta la fama adquirida por sus retratos, que pronto recibió encargos para pintar a diferentes personajes de otros países como Alemania, su Suecia natal y, finalmente, los Estados Unidos. La muestra nos da un paseo por estas obras en las que destacan especialmente los retratos femeninos. Mientras en los caballeros prima la actitud seria y solemne debida a sus importantes cargos (políticos, empresarios, banqueros...), entre las damas encontramos mucha más personalidad y humanidad, quizá porque podían mostrarse a sí mismas y no como representantes de un cargo, dando una imagen de poder y profesionalidad.

 Amalia Hagdahl Wallemberg. Esta elegante señora era la esposa de un banquero sueco.
 Elizabeth Sherman Cameron. Zorn pintó este magnífico retrato en tan sólo 11 días en el apartamento que esta señora tenía en la Av. Foch)

También hay un espacio dedicado al trabajo de Zorn como grabador, sin duda, inspirado por las obras de Rembrandt y una importante colección de estampas que pertenecen por donación de su propietario a la Biblioteca Nacional de Francia.

 Exposición de grabados

Tras unos años de trabajo en América, el consagrado Zorn decidió volver a Suecia donde retornó a las escenas costumbristas y de la vida campestre y los retratos de la gente sencilla. Especial relevancia tienen en este apartado, las escenas de bañistas, sobre todo mujeres, y los desnudos en plena naturaleza. Vemos aquí otra vez la presencia del agua y de la naturaleza con las que empezó su carrera como artista pero acompañada de retratos de los paisanos. En estas obras de madurez, la luz cobra un protagonismo importante ya que no sólo crea el ambiente en el que se desenvuelven los personajes sino que se refleja en la piel, las ropas y los rostros dotando de vida estas pinturas.

Medianoche. La luz de la noche veraniega polar, que es diurna, se refleja en los árboles, en el agua y en la lozana piel de la remera. ¿Hacia dónde mirar?

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