Entrada de la exposición
Empezamos la visita con una pequeña sala dedicada al arte de la Edad Media tardía y otra con dibujos y pinturas del Renacimiento alemán, es decir, la transición a la Edad Moderna de Durero, Cranach el Viejo o Altdorfer entre otros. A continuación pasamos a la que, a mi juicio, es la segunda parte más importante de todo el recorrido: el Cinquecento, el período en el que el movimiento y el dramatismo se apoderan de la pintura. A pesar del nombre, no todo son obras de Tintoretto, Bassano o Veronese sino que también encontramos un buen puñado de obras de los últimos años de El Greco, su etapa más mística, con pincelada nerviosa y figuras más estilizadas que nunca, así como otras de Ribera o Artemisia Gentileschi. Si esta parte representa la Europa católica volcada en la Contrarreforma, la siguiente sección nos muestra la más laica y hedonista Edad de Oro holandesa con sus soberbios bodegones, sus retratos de personajes importantes y las pinturas y dibujos de monumentos. En estas obras, vemos un dibujo bien definido, una gran precisión en la pincelada y un detallismo heredero de los minuaturistas flamencos.
Talla de santa Dorotea
La Anunciación de El Greco
La siguiente parada es una sala llamada Caracteres, que quiere mostrarnos la importancia del rostro en el Arte, y en la que se han escogido varios retratos realizados por artistas de diversas épocas. Los más destacados son el retrato de Manuela Camas de las Heras de Goya y el de Jeanne Duval, amante de Baudelaire, que aparece recostada en un diván, víctima de una hemiplejía derivada de la sífilis que padeció. Aunque el interés de la sala es notable, resulta una transición un poco brusca a la siguiente sección en la que ya se pasa a las tendencias de finales del siglo XIX en adelante. Maravillosas obras de Cézanne, Monet, Millet o Gauguin nos dan la bienvenida y nos llevan a otras de artistas húngaros y austríacos como Oskar Kokoschka, Mihály Munkácsy o Károly Ferenczy. En mi opinión, ésta es la parte más interesante de la exposición, la que la dota de singularidad, ya que vemos el despertar del sentimiento nacionalista húngaro (ahí está el retrato de Franz Liszt) y el estilo de sus pintores patrios influidos por artistas franceses, ingleses, alemanes... pero a la búsqueda de una expresividad propia y personal. Es en esta sección llamada Simbolismo y Modernidad, donde encontramos las nuevas técnicas pictóricas, los nuevos temas y la creación más personal de los artistas. De ahí que la organización haya elegido el cuadro Mujer con jaula de József Rippl-Rónai, que ya anticipa el movimiento nabi dos años antes de que los cabecillas de este movimiento lo invitaran a participar en él, como imagen de la muestra. Esa luz que desprende el rostro y que ilumina todo el cuadro bien vale figurar como cartel.
Manuela Camas de las Heras de Francisco de Goya
Jeanne Duval retratada por Manet
La mujer pintora de Ferenczy
Edad de Oro de Janos Vaszary
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