Debo hacer notar que el nombre de la exposición que nos ocupa me parece un poco ridículo. Se trata de una retrospectiva de la obra de Albert Marquet, pintor impresionista cuyas mejores obras son paisajes de agua tales como lagunas, riveras de ríos y puertos, pero no tiene mucho sentido llamarlo pintor del tiempo suspendido: todos los cuadros representan un momento suspendido, un instante inmortalizado. Marquet es, sin duda, el pintor del agua; incluso sus coetáneos, como su amigo Matisse, lo llamaban "nuestro Hokusai". No importaba el lugar: desde la laguna de Venecia a los puertos del norte de África o los ríos de Alemania y Suecia, Marquet representaba el agua como una lámina en la que los barcos quedaban en suspensión, acompañados de sus propias sombras bien definidas. Para los impresionistas, las sombras no eran negras ya que decían que el negro no existe en la Naturaleza, de modo que usaban el marrón o el violeta, contrario del amarillo para crear las sombras.
En el caso concreto de Marquet, su color fetiche es el azul, el color del agua, pero también emplea los verdes, contrastes de ocres y amarillos, marrones y el violeta suave o malva para las sombras. No utiliza el gris para sus paisajes (lo reserva para sus pinturas de ciudades) aunque sí escalas de blancos de su pintura mate, nunca brillante, pero matizada gracias al ocre y los diversos amarillos. Marquet había pertenecido al movimiento fauve, pero no era un fiera del color sino que apreciaba los matices dentro de una misma escala. Además destacan la buena calidad del dibujo, algo difícil dentro del impresionismo, y la pincelada suave, casi plana.
En el caso concreto de Marquet, su color fetiche es el azul, el color del agua, pero también emplea los verdes, contrastes de ocres y amarillos, marrones y el violeta suave o malva para las sombras. No utiliza el gris para sus paisajes (lo reserva para sus pinturas de ciudades) aunque sí escalas de blancos de su pintura mate, nunca brillante, pero matizada gracias al ocre y los diversos amarillos. Marquet había pertenecido al movimiento fauve, pero no era un fiera del color sino que apreciaba los matices dentro de una misma escala. Además destacan la buena calidad del dibujo, algo difícil dentro del impresionismo, y la pincelada suave, casi plana.
Marquet era un gran viajero y visitó muchos países para pintar siempre las mismas cosas: agua, mar, ríos, lagos... pero también ciudades en algunos momentos. La exposición está organizada por temáticas y me ha encantado. Es una lástima que no se puedan hacer fotos para que os pueda enseñar lo bonita que es, de hecho, me gustó tanto que antes de salir, volví a entrar y la vi por segunda vez. Si queréis ver algunas de sus obras podéis entrar aquí.
Al entrar, vemos sus comienzos fauve con colores muy llamativos en cuadros de retratos y desnudos y otra sala con bocetos y dibujos. A partir de ahí, comienza lo que denominan la fábrica de paisajes en la que utiliza tonos pasteles y la sección llamada Un fauve en Normandía donde pasa a usar mucho morado para representar las aguas y cielos de aquella región. Continúamos con escenas de puertos de diferentes lugares de Europa: los del norte, oscuros; los de Nápoles, más cálidos y luminosos. Pero uno de los apartados más interesantes de la exposición, la dedicada a París y el Sena con dos grandes estrellas: la catedral de Notre-Dame ylos muelles, ambos en tonos grises y marrones. Los cuadros aquí expuestos son maravillosos y representan las diferentes estaciones y también el día y la noche en diferentes perspectivas de Sena.
Ya pasada la mitad de la exposición nos encontramos con obras menos grises, más coloridas, con la naturaleza en todo su esplendor. Algunos de los cuadros son sobrecogedores: vemos lagos, bosques y paisajes reflejados en las láminas de agua como en un espejo que nos enseñan la maestría de Marquet. Seguimos en la exposición con más imágenes de puertos, con la orilla del mar y sus playas, a veces incluso, reflejadas en acuarelas a las que Marquet también era aficionado. De ahí pasamos a la sección más dulce y delicada que tiene por protagonista a Argel la Blanca y en cuyos cuadros volvemos al rosa, al blanco y al azul pastel. Para acabar, hay una sección diferente llamada Desde la ventana, en la que los protagonista son unos mini cuadros que muestran ventanas abiertas y lo que se ve tras ellas. Como os he dicho antes, esta exposición me ha encantado y la recomiendo a todos.
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