domingo, 17 de julio de 2016

Amadeo de Souza Cardoso

En esta maravillosa temporada de exposiciones primavera-verano, se me está acumulando el trabajo. Debido a mis horarios laborales y a los continuos problemas que se puede uno encontrar en cualquier momento, tengo algunos artículos pendientes de publicar y algunas exposiciones pendientes de ver. Aunque por suerte pude ver la dedicada a las obras maestras de Budapest, me quedaba todavía una exposición que ha sido enormemente publicitada en París, la dedicada a Amadeo de Souza Cardoso en el Grand Palais y que finaliza este 18 de julio. Páginas enteras a todo color en los diarios gratuitos y en las revistas culturales, estaciones de metro empapeladas con reproducciones de sus obras y carteles publicitarios por doquier. Tanta propaganda hizo que me decidiera a visitarla. Francamente, antes de esta exposición no conocía a este artista portugués pero después de ver la exposición soy una gran admiradora. Su vida truncada tan prematuramente y su estilo tan personal lo convierten en un artista único. Además la exposición está muy bien organizada por secciones de temas y épocas y los carteles explicativos, muy concisos, están escritos en francés, inglés y portugués, la bella lengua natal del pintor y de los nuevos campeones de Europa de fútbol. 

Las características principales de su pintura son las figuras geométricas, líneas rectas en ocasiones combinadas con líneas curvas, el dibujo muy definido, el tamaño pequeño de sus obras, la gran profusión de azules y verdes y el contraste con otros colores, todo ello influido por el arte del matrimonio Delaunay. Aunque ellos no fueron los únicos que marcaron su arte. A pesar de crear un universo absolutamente personal, su arte quedó marcado por elementos tan dispares como las estampas japonesas, el dibujo cubista, los retratos expresionistas, la representación del cuerpo femenino de su amigo y tocayo Modigliani, el folclore portugués, la literatura francesa y la poesía futurista. 

 Influencia de un dibujo japonés en la pintura de Amadeo

 Hombres a caballo y Barcos, con el dibujo muy marcado

Todo lo anterior conforma un recorrido por las vanguardias de finales del siglo XIX y primeras dos décadas del XX pero vistas desde la perspectiva de Amadeo, con su estilo singular, inocente, colorista y alegre. Aunque, por supuesto, su trayectoria no está exenta de contradicciones. La exposición recoge varias frases del artista en su correspondencia con familiares y amigos renegando de las vanguardias y declarando que sus fuentes de inspiración eran la naturaleza, el folclore de su país, las fiestas populares y los objetos cotidianos. Pero eso no impidió que la representación de estos elementos inspiradores se viera influida por las nuevas corrientes pictóricas: renegaba del futurismo en cuanto a pintura pero no en lo relativo a la poesía, se acercaba formalmente a la abstracción pero la repudiaba en sus escritos, no reconocía la influencia del cubismo en su obra pero el dibujo y la perspectiva que introdujo el cubismo se aprecian claramente en sus cuadros. 

 Caballeros, se abandonan las líneas rectas por curvas

 Don Quijote, el clásico español visto por de Souza

Empieza la exposición con algunas de sus obras más naïves y continúa con paisajes reflejados en un cubismo heterodoxo y naturalezas muertas. Después llega un período de madurez en que se muestran figuras humanas como desnudos femeninos o retratos y donde se destaca su faceta como ilustrador y grabador. A continuación, nos detenemos en varias salas donde aparecen obras sencillas pero interesantes como representaciones de canciones populares portuguesas, dibujos de máscaras y una serie de pinturas de instrumentos musicales. Finalmente, las dos últimas salas están dedicadas a sus obras más ambiciosas intelectualmente pero menos honestas a nivel personal, como si las hubiera realizado para causar una gran impresión en los demás más que por deseo propio. En la primera sala, se muestran cuadros organizados en zigzag, en diagonales cruzadas, con muchas referencias cubistas, fauvistas y futuristas. En la última sala, vemos los collages que de Souza creó en sus últimos meses de vida, personalmente, la parte que menos me gustó de la muestra. En este final de la exposición vemos un artista que ya es consciente de su arte, que empieza a ser reconocido y que parece ya más interesado en asombrar que en mostrar el arte que lleva dentro, una persona con más capacidad analítica y mayor dominio técnico pero menos franco en su pintura. No sabemos cómo se habría desarrollado su carrera ya que falleció a los 29 años, víctima de la fiebre española. En todo caso, ésta es una retrospectiva magnífica que nos enseña la carrera de un artista singular e irrepetible tanto en su estilo como en sus intereses. 

 La pelirroja y Fígaro, cuadro inspirado por una canción popular portuguesa

Una frase del pintor

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