domingo, 9 de diciembre de 2018

Sin salir de casa

Ya hace tiempo que no escribo y no es sino por falta de ganas sino por falta de tiempo. La verdad es que tengo muchísimo trabajo y algunos días salgo tarde de la oficina. Mi vida social está aparcada por exceso de trabajo de mi parte y de la de mis amigos. Además, no para de llover con las incomodidades que eso conlleva, el transporte público sigue dando problemas y las últimas semanas se han añadido graves problemas de orden público provocados por las protestas de los gilets jaunes, los chalecos amarillos, así conocidos por vestirse los famosos chalecos reflectantes obligatorios en los vehículos. Como he dicho en multitud de ocasiones, lo que ocurre en París se extiende al resto del país pero, en esta ocasión, es al revés: las protestas han comenzado en el medio rural, se han extendido a las ciudades y, finalmente, han llegado a París de la forma más virulenta imaginable.

No me extenderé mucho en el tema porque reconozco que no soy ninguna experta. Si deseáis más información sobre el tema podéis encontrarla aquí. El punto de partida, en todo caso, fue el anuncio del Gobierno de subir el impuesto a los carburantes. Poco importó que también se anunciara la creación de un cheque combustible para los profesionales obligados a utilizar vehículos privados como transportistas, profesionales sanitarios de zonas rurales y que prestan servicios a domicilio y todo tipo de pequeños empresarios y profesionales liberales. Se toma como referencia la fecha del 17 de noviembre en que empezaron las primeras manifestaciones en diferentes puntos del país incluyendo bloqueos de carreteras, asaltos a peajes y actos vandálicos diversos. Para el 1 de diciembre, las protestas habían llegado a París, algunos de cuyos lugares más emblemáticos se han convertido en un campo de batalla. Particularmente, la famosa avenida de los Campos Elíseos y el distrito 16 que han sido vandalizados de todas las manera posibles: tiendas y bares arrasados, calles cortadas, patrimonio cultural (el propio Arco del Triunfo) vandalizado...

No me extenderé demasiado en quiénes son, qué piden y hasta cuándo van a continuar sus protestas. En un principio, se trataba de profesionales que dependen del vehículo privado para el desempeño de su trabajo pero, como siempre que hay jaleo, se han unido a ellos todo tipo de indeseables. De hecho, un 42% de los gilets jaunes se declara simpatizante del Frente Nacional y entre los manifestantes se han podido ver todo tipo de emblemas de la extrema derecha como se ha remarcado en varios artículos de prensa y reportajes de televisión. Al final, ha habido más de 1.400 detenidos, incalculables daños materiales causados a empresas, negocios y material urbano y un aplazamiento de la puesta en marcha de este impuesto de 6 meses. Como consecuencia, importantes instituciones se han visto obligadas a cerrar al público algunos días concretos, como el Museo del Louvre o la Ópera de París, el transporte público también ha tenido que dejar de prestar servicio en algunos lugares y muchos negocios y centros comerciales se han visto obligados a echar la persiana hasta que escamparan las protestas. Las protestas, en cambio, continúan y no parece que vayan a parar de momento. Os dejo con imágenes de cómo se han protegido las tiendas y empresas de los Campos Elíseos.




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