jueves, 28 de diciembre de 2017

Sophie Calle

Los buenos amigos, como Carole R. y Tristan, descubren los pequeños tesoros que se producen en esta ciudad y los comparten para disfrute de todos sus amigos. Y yo ahora las comparto con vosotros.

Es raro que el Museo de la Caza y la Naturaleza permita en sus salas una intervención artística como la de la genial Sophie Calle aunque, con el carácter asilvestrado y juguetón de la francesa y su trayectoria vital, no desentona para nada. Si añadimos la salvaje colaboración de la artista Serena Carone, la muestra tiene todo el sentido del mundo.

La exposición se llama Beau doublé, Monsieur le Marquis y, como es habitual en ella, su arte es una proyección de su vida privada, sus sentimientos e inquietudes. El nombre no es casual: Calle lo toma de un eslogan publicitario de cartuchos de caza y es un guiño al aristocrático director del museo, Claude d'Anthenaise.

 
Un delicado angelito con alas de mariposa rodeado de fieras disecadas: buena imagen para representar esta exposición

  
Iniciales de la artista bordadas

En ella, hay varias piezas que han sido concebidas expresamente para la ocasión, en especial, en la planta baja del edificio. Así, empieza con unas salas en las que la artista se expresa sobre el fallecimiento de su padre: son unas obras, al mismo tiempo, emotivas y graciosas, tristes y chuscas; a ratos, se puede llegar uno a emocionar para, a continuación, dejar estallar una carcajada con algunas de las ocurrencias de Calle. Durante el recorrido, pueden brotar las lágrimas y las sonrisas casi al mismo tiempo. Es la parte más emotiva y bonita de la exposición. En el plano personal, me ha hecho recordar las últimas palabras de mi padre, las últimas conversaciones que tuve con él, del mismo modo que una de las obras reproduce las palabras de los últimos días del señor Bob Calle.

 Cuando esta obra está apagada, vemos un texto poético, cuando se enciende vemos la última fotografía del padre de la artista

En mitad de todos estos sentimientos expresados a corazón abierto, los animales y las plantas son el centro expositivo de un museo dedicado a la naturaleza. Estos seres vivos se convierten en el museo en seres inertes y fantasmagóricos y, de ello, se aprovechan Calle y su colaboradora Carone. Los animales representan una conexión afectiva con el mundo de sus seres queridos. Pero no acaba aquí la vinculación con la caza. De ahí que se nos aparezca ella misma, más bien un maniquí que la representa, llevando un vestido de flores y pequeños bichitos como libélulas, camaleones, etc... reinando entre varios animales disecados de su propia colección personal que simbolizan sus seres queridos desaparecidos, como tótems primitivos. Este detalle kitsch no impide ver que se trata de un ritual de apego a su gente, como si no quisiera que se fueran del todo, como si su presencia tuviera que estar siempre ahí, trasmutada en una obra de taxidermia. Todo esto resulta enternecedor y horripilante al mismo tiempo.

 El ater ego de la artista rodeado de los tótems de sus familiares y amigos fallecidos

En la segunda parte de la muestra se van alternando todo tipo de objetos. Volviendo al tema de la caza, en sus obras, Calle utiliza las técnicas de un cazador: busca pistas e indicios, observa los gestos y costumbres de las personas que llaman su atención o incluso, a veces, contrata detectives privados para que la sigan y la observen convirtiéndose ella misma en objeto de la caza. Parecido ocurre con su vida personal en la que, al igual que un cazador, busca, sigue y ataca a su objeto de deseo. De hecho, la exposición está llena de anécdotas sobre sus encuentros personales y amorosos contadas como si de un manual de caza y pesca se tratara.

A los seis años, Sophie Calle vivía con sus abuelos. Se quitaba la ropa en el ascensor y caminaba desnuda por el pasillo del edificio hasta llegar a su cuarto y meterse en la cama. A los veinte años trabajaba como stipper en un cabaret: se quitaba la ropa delante de los espectadores dejando sólo una peluca rubia.

Los abuelos de Calle querían que se sometiera a una rinoplastia para corregir la forma de su nariz, tapar una cicatriz en el muslo izquierdo con un trozo de piel sacado de las nalgas y aplanar sus orejas de soplillo. Sophie tomó una primera cita con un cirujano plástico que le dijo que podía frenar la intervención hasta el último momento. Pero fue el médico quien la frenó ya que se suicidó dos días antes de la operación. Me encanta que Calle ilustre su nariz con una foto y con un águila disecada.
 
Sophie Calle nos abre su corazón, nos cuenta los pormenores de sus vivencias, a medio camino entre la realidad y la fantasía, como en una novela del realismo mágico. Los pasajes de la vida de Calle, algunos bastante curiosos, no dejan de ser relatos con los que cualquiera se puede identificar. A veces, lo que nos parece extraño es más habitual de lo que creemos. Por supuesto, todas estas vivencias son contadas en paneles y carteles, algunos bellamente enmarcados, por lo que estamos en una exposición con bastante literatura. Si no os gusta leer en las exposiciones que visitáis, quizá ésta no sea vuestra opción.

Vestido de no-novia de la artista: una mujer como ella, no podía intentar casarse con un vestido tradicional

 
Una máquina de escribir: se trata de una carta a una rival en amores. Escribir forma parte de la idiosincrasia de esta artista y lo podemos comprobar a lo largo de toda la exposición
 
Si algo destaca en esta sección es el gran sentido del humor de la autora. Nos cuenta su primera visita al psicólogo, su divorcio (representado por un cubo de pis), nos enseña todos los enseres que forman su cama (sábanas, colcha, almohadas...) ya que se la envió a un fan depresivo que le pidió dormir en ella, nos hace leer las cartas que ha escrito o recibido (su correspondencia con su madre, con un novio, con un amigo de sus padres del que ella pensaba que era su verdadero padre...), nos muestra su intento fallido de casarse en un aeropuerto a través de la exposición de su vestido de no-novia en rojo, nos cuenta una agresión que sufrió por parte de una compañera del club de striptease en el que trabajaba con un zapato de tacón de aguja expuesto en una de las salas... Mil retales de su vida que se entrelazan y se unen para formar una realidad compleja como en una colcha de patchwork. Algunos son especialmente hilarantes como una escultura, realizada por Carone, de una joven dormida con un cerrojo y una llave en la mano para dar pie a una historia de duelo familiar: su madre le hacía guardar un minuto de silencio cada vez que pasaban por el lugar en el que la buena señora había perdido su virginidad. Por lo visto, no fue una experiencia muy satisfactoria. Casi me caigo de espaldas de la risa. Mucho menos divertido es otro momento también relacionado con su madre. Calle escribió en su diario "mi madre ha muerto" cuando ésta falleció del mismo modo que su madre había escrito la misma frase también en su diario 20 años antes. La artista se lamenta de que nadie lo escribirá cuando ella fallezca puesto que no tiene hijos.

Vitrina dedicada a su madre: vestido de novia con corazón de cristal 

 
Chica con candado abierto y llave. La madre perdió la virginidad y la imagen del catenaccio en el amor sigue vigente 

Ropa de cama enviada a un fan

Llama muchísimo la atención este exhibicionismo femenino en un ambiente tan masculino de armas de fuego, animales disecados y cuadros de escenas de caza pero, precisamente, este contraste es uno de los encantos de esta exposición. 

Una escultura que llora: delicadeza, emoción y sentimientos en la dureza de la piedra

Pero la masculinidad no queda fuera de la muestra ni mucho menos, aunque se reserva a la última planta con una recopilación de textos de hombres que buscan pareja de lo más curioso. Una feminista como yo no sabe si reir o llorar ante la recopilación de fragmentos de anuncios de búsqueda de pareja seleccionados por la artista. Se trata de un catálogo de cualidades deseadas en la mujer por individuos de sexo masculino (sic), a través de una selección de anuncios publicados en la revista "Le chasseur français" entre 1895 y 2010, lo cual tiene lógica ya que se trata de un museo de caza, y otros anuncios recogidos de Le Nouvel Obstervateur a partir de 1990. Para finalizar, la artista también ha compilado anuncios de Meetic y algunos mensajes de la aplicación de ligoteo Tinder. Lo primero que destaca en esos anuncios por palabras es una cosificación de la mujer que, por desgracia, no ha sido superada. Lo segundo es la consideración de la mujer como un ser pasivo sin voluntad propia y siempre subordinada y al servicio del hombre. Lo tercero es pensar en que estos anuncios duraron mucho tiempo porque había mujeres que los leían y respondían: si no hubiera existido interacción, habrían desaparecido. Me escandaliza ver cómo era la sociedad de la época y, aún más, ver que todavía queda mucho por avanzar.

Matrimonio: imagino que no es casualidad que la mano del hombre esté por encima de la de la mujer. Calle se casó en Las Vegas pero realizó un paripé con velo blanco, invitados y lanzamiento de arroz en las escaleras de una iglesia. La fotografía ilustra la pantomima de una falsa boda para celebrar un matrimonio verdadero

Sin duda, se da una especial importancia al físico con descripciones a medio camino entre la ensoñación y el eufemismo: se buscan mujeres delgadas o rellenitas, altas o bajas, con pechos y nalgas generosos o más bien planas, rubias o morenas... en realidad, los que publicaron se dejaron llevar por su gusto personal. Por el contrario, hay otras características en que la mayoría de anuncios coinciden: buscan la dulzura, la juventud, el carácter afable, buena disposición para las labores del hogar, así como no ser demasiado intelectual ni demasiado ambiciosa. Parece que a los hombres les asustan las mujeres inteligentes, sabias y racionales. Otras características personales van variando según los anuncios como tener buena salud o no, sin mácula o con ella (en referencia a la virginidad), buen patrimonio o no, vivir a una distancia determinada, etc... Me hizo mucha gracia un anuncio de un viudo negro que buscaba una señora enferma pero con buen patrimonio: es evidente que buscaba convertirse en viudo otra vez pero con el bolsillo lleno. Sin duda, hay que tomarse esta sección con buen humor, aunque sea en su faceta más macabra.


Esos locos bajitos son un peligro
 
Todas estas ironías y demás despliegues de fino sentido del humor están disponibles hasta el 11 de febrero en el Museo de la Caza y la Naturaleza, en pleno corazón del Marais.


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