Ni mayo ni París; los acontecimientos ocurridos en la primavera francesa del 68 empezaron en marzo y en Nanterre, capital del departamento Altos del Sena, concretamente en su universidad que, en ese momento, era una sede de la Sorbona de París. Como casi todos los hechos muy trascendentes, la primavera francesa empezó por un motivo bastante rutinario: unos estudiantes fueron detenidos por protestar contra la guerra de Vietnam (asunto que coleaba desde que en 1946 Francia y el Viet Mihn entraron en guerra). Como se puede ver nada de particular ya que arrestos de estudiantes por este motivo, y por otros, se daban en todos los países europeos y en Estados Unidos.
El paso siguiente fue que 142 compañeros de estudios de los jóvenes detenidos se amotinaron en un edificio del campus de Nanterre para protestar por este hecho. Esta primera movilización también incluyó protestas contra la propia universidad, demasiado rígida con sus estudiantes. En un documental de la televisión hablaron de la imposibilidad de los chicos de entrar en las residencias de las chicas y viceversa. Chicos y chicas sólo podían juntarse en clase, en los salones de actos y en la cantina. Tanta insistencia hubo en este punto que pareciera que hubiera estallado semejante conflicto por un calentón de unos chavales. Obviamente no fue así. Detrás había toda una retórica marxista de lucha de clases, el descontento vital de la generación del baby-boom, nacida después de la Segunda Guerra Mundial, y la sensación de que el mundo iba a ser el mismo que el que habían vivido sus padres y los dos grandes baños de sangre del siglo XX no habían servido para nada.
Como detalle, hay que decir que Nanterre y alrededores, de donde provenían los estudiantes de dicho campus, son ciudades limítrofes a París habitadas mayoritariamente por votantes de izquierda, una especie de cinturón rojo de la capital. Muchos de los alumnos matriculados en ese centro eran hijos de trabajadores y de pequeños comerciantes de los municipios de alrededor. Había entre ellos una gran indignación por el trato recibido por parte de la elitista universidad así como por la deteriorada calidad formativa. Es un hecho que, después de la Guerra, vio la luz la generación más numerosa de la historia de Francia y la primera en la que accedían a los estudios superiores chicos y chicas (la primera vez en la historia en que las mujeres llegaban masivamente a las facultades y no de forma anecdótica) procedentes de todos los estratos sociales. La acartonada y vetusta universidad no estaba preparada para acoger tantos estudiantes ni tan variados: la homogeneidad social y el elitismo habían desaparecido entre los jóvenes pero no en las instituciones. Además, los medios económicos y prácticos eran insuficientes para atender las demandas de tantos matriculados y la masificación dificultaba impartir una enseñanza de calidad.
El paso siguiente fue que 142 compañeros de estudios de los jóvenes detenidos se amotinaron en un edificio del campus de Nanterre para protestar por este hecho. Esta primera movilización también incluyó protestas contra la propia universidad, demasiado rígida con sus estudiantes. En un documental de la televisión hablaron de la imposibilidad de los chicos de entrar en las residencias de las chicas y viceversa. Chicos y chicas sólo podían juntarse en clase, en los salones de actos y en la cantina. Tanta insistencia hubo en este punto que pareciera que hubiera estallado semejante conflicto por un calentón de unos chavales. Obviamente no fue así. Detrás había toda una retórica marxista de lucha de clases, el descontento vital de la generación del baby-boom, nacida después de la Segunda Guerra Mundial, y la sensación de que el mundo iba a ser el mismo que el que habían vivido sus padres y los dos grandes baños de sangre del siglo XX no habían servido para nada.
Como detalle, hay que decir que Nanterre y alrededores, de donde provenían los estudiantes de dicho campus, son ciudades limítrofes a París habitadas mayoritariamente por votantes de izquierda, una especie de cinturón rojo de la capital. Muchos de los alumnos matriculados en ese centro eran hijos de trabajadores y de pequeños comerciantes de los municipios de alrededor. Había entre ellos una gran indignación por el trato recibido por parte de la elitista universidad así como por la deteriorada calidad formativa. Es un hecho que, después de la Guerra, vio la luz la generación más numerosa de la historia de Francia y la primera en la que accedían a los estudios superiores chicos y chicas (la primera vez en la historia en que las mujeres llegaban masivamente a las facultades y no de forma anecdótica) procedentes de todos los estratos sociales. La acartonada y vetusta universidad no estaba preparada para acoger tantos estudiantes ni tan variados: la homogeneidad social y el elitismo habían desaparecido entre los jóvenes pero no en las instituciones. Además, los medios económicos y prácticos eran insuficientes para atender las demandas de tantos matriculados y la masificación dificultaba impartir una enseñanza de calidad.
Edificio de la Universidad de Nanterre
Todos estos elementos ya habían provocado protestas en años anteriores pero eclosionaron a partir de las detenciones del 22 de marzo. Tanto protestaron aquellos jóvenes que el rector se cansó y decidió cerrar la Universidad de Nanterre sine die. Ante semejante despropósito, los estudiantes de la sede central de la Sorbona comenzaron una huelga indefinida y una serie de manifestaciones que acabaron en enfrentamientos con la policía. En un próximo artículo, hablaré de las controvertidas movilizaciones obreras del 1 de mayo que calentaron el ambiente y al Gobierno de entonces. Dos días después, el 3 de mayo, la tensión social era ya insoportable y un grupo de 400 estudiantes decidió ocupar la Universidad de manera, en principio, pacífica. Un grupo de extrema derecha llamado Occidente decidió marchar sobre la Sorbona y, ante el peligro de confrontación, el rector pidió la intervención de las fuerzas del orden público quienes entraron en el emblemático edificio de la Sorbona para desalojarla en una acción sin precedentes.
Ni que decir tiene que ese acto de invasión de la policía fue violentamente contestado por los estudiantes en los días sucesivos con enfrentamientos con la policía, calles cortadas y diversos actos de protesta que culminaron la noche del 10 al 11 del mismo mes con la llamada noche de las barricadas en que hubo más de 1000 heridos entre manifestantes y policías. A diferencia de los alumnos de Nanterre, los estudiantes del centro de París eran de familias burguesas pero también se veían afectados por la masificación y el deterioro de la enseñanza superior. Las cargas de la policía no sentaron nada bien entre los movimientos sociales, como los sindicatos, que nada tenían que ver con los universitarios ni con sus demandas pero que también andaban muy descontentos con la actuación del gobierno. La CGT, el sindicato con mayor número de afiliados de Francia, hizo un llamamiento a unirse a las protestas estudiantiles y convocó una huelga general para el día 13, uno de los días claves para entender este fenómeno.
Universidad de Nanterre