Aunque aún faltan seis meses para las elecciones, llevamos mucho tiempo oyendo hablar de ellas porque van a ser las más reñidas de la V República. Empieza la intriga porque el proceso de elegir candidato mediante primarias se ha generalizado a todos los partidos importantes salvo el Frente Nacional lo que hace que la elección de los diferentes candidatos se alargue durante meses. Como contrapartida, las primarias han puesto un poquito de orden en el proceso electoral. Hasta hace unos años, los políticos se presentaban a las elecciones de una forma un poco anárquica: cualquier político podía crear un partido o una corriente dentro de un partido y presentarse como candidato más o menos independiente a la primera vuelta de las elecciones. Si algún candidato alcanzaba la mayoría, más del 50% de los sufragios emitidos, ya no había segunda vuelta pero, si no, sólo los dos o tres más votados, según circunscripciones, pasaban a ésta. Los candidatos que no continuaban en la segunda ronda acordaban su integración en las listas de alguno de los candidatos y pedían a sus votantes que les dieran su apoyo. Al final, se perdía mucho voto útil por el camino, candidatos muy válidos no pasaban a la segunda vuelta y se tenían que conformar con ser segundones y, a veces, había sorpresas muy desagradables como el paso del Frente Nacional a la segunda ronda. Además, el Partido Socialista era el único partido político como tal que se presentaba a las elecciones mientras que más a la izquierda se encontraba el Frente de Izquierda, es decir, el Partido Comunista en coalición con otros partidos más pequeños y, por la derecha, la antigua UMP que era también una agrupación.
Los candidatos a las primarias de la derecha en un lado y publicidad de la candidatura de Montebourg, en el otro
Como la unión hace la fuerza, la coalición de la derecha se refundó hace
unos años para convertirse en único partido, Los Republicanos, y han
adoptado el sistema de primarias para pelearse entre ellos antes de las
elecciones y no durante ellas como les ha pasado en varias ocasiones. De
hecho, acaban de celebrarse las primarias del partido conservador y
hubo varias sorpresas, la más importante es que el refundador del
partido, Nicolas Sarkozy, no consiguió pasar a la segunda vuelta.
Imagino que sus correligionarios no quieren presentar a las elecciones a
quien ya las perdió hace cinco años. La otra gran sorpresa fue la alta
participación ya que las primarias eran abiertas a simpatizantes. A
pesar de tener que pagar 2 € por registrarse para votar, más de tres
millones de personas emitieron su voto. El candidato final sera François
Fillon, exprimer ministro durante la presidencia de Sarkozy, quien
superó al gran favorito según los medios de comunicación y las
encuestas, Alain Juppé, exprimer ministro de Jacques Chirac y actual
alcalde de Burdeos. Fillon pertenece al ala conservadora del partido y
algunas de sus propuestas son recuperar la jornada de 40 horas
semanales, facilitar los despidos colectivos, reducir el gasto público y
el número de funcionarios, fomentar la participación de los estados
miembros en la política monetaria europea y un acercamiento a Rusia en
su lucha contra el terrorismo islamista.
A pesar de las buenas palabras de Alain Juppé, los simpatizantes de su partido han elegido a François Fillon
Por el ala izquierda del hemiciclo, los comunistas y otras tendencias
han votado, también en primarias, a Jean-Luc Mélenchon. Quienes no
necesitan primarias son los del Frente Nacional ya que su lider
indiscutida Marine Le Pen está ya trabajando para convertirse en
presidenta: sea cambiando la sede electoral a la elitista
rue Saint
Honoré, adoptando una rosa como símbolo de su candidatura (ya veremos
que dicen los socialistas a esto) o
tuneando a su gusto
algunas obras de artistas conocidos sin el permiso de estos. Si tiene
tanto respeto a los derechos civiles como a los derechos de autor,
estamos apañados.
La sorpresa viene estos días por
parte del Partido Socialista. Se daba por hecho hasta hace unas semanas
que el presidente François Hollande repetiría como candidato para la
reelección pero las aguas socialdemócratas andan revueltas. Este sábado,
Hollande ha
anunciado
que no se presentará a la reelección. Creo que es la primera vez que
ocurre una cosa así en Francia. Lo lógico habría sido que se presentara pero como las encuestas no son muy halagüeñas y la popularidad
del presidente ha sido siempre pésima,
algunos han decidido dar un paso adelante. Ya hace tiempo que Arnaud
Montebourg, exministro de Economía y miembro del lado más izquierdista
del PS, expresó su voluntad de presentarse a las elecciones como
representante del verdadero socialismo en oposición a la corriente más
liberal de Manuel Valls y otros excompañeros de gobierno. Y la prensa no
ha parado de azuzar contra Valls para que se presentara él también.
Ahora que Hollande ha renunciado, ya no había motivo aparente para no presentarse y Valls ha anunciado que concurrirá a las primarias; veremos
si es capaz de remontar está marejada política que amenaza con colocar
al PS como tercera fuerza política. De momento, deja su cargo como primer ministro y será sustituido por el ministro de Justicia Bertrand Cazeneuve. Como efecto colateral, la dimisión del primer ministro acaba con el estado de emergencia en que Francia está sumida desde hace un año aunque imagino que el nuevo gobierno decretará uno nuevo próximamente.
L'Express ya vio venir lo que ha ocurrido
Para animar más el
cotarro, el oportunista Emmanuel Macron, también exministro de Economía,
ha creado un movimiento político llamado
¡En Marcha! con el que
aspira a presentarse a las elecciones. Por el momento está acudiendo a
todo tipo de actos en Francia y el extranjero en parte para tantear los
apoyos y en parte para comenzar la carrera presidencial. No es miembro
del Partido Socialista aunque formó parte del último gobierno de Valls.
Exconsejero de la Banca Rotschild y amigo de la familia Arnault, la
mayor fortuna de Francia, Macron está decidido a dar la batalla donde
sea necesario, tanto es así que ya ha propuesto realizar unas primarias
transversales de centro izquierda. La idea es utópica, y hasta cómica,
pero tiene sentido ya que sería bueno que todos los votantes
centroizquierdistas se unieran para evitar que el Frente Nacional
llegara a la segunda vuelta y ésta se convirtiera en una elección entre
la derecha y la extrema derecha. Como contrapunto negativo, esta idea no
sólo no se va a llevar a cabo por las enormes diferencias de criterio
entre los distintos candidatos sino que esas opiniones tan diversas
harían que los votantes no supieran qué clase de política querría
aplicar el elegido en esas macroprimarias. Por el momento, todo sigue abierto.