sábado, 17 de febrero de 2018

Festival Melodica en La Bellevilloise

Sin parar de trabajar, sin parar de salir, sin tiempo para descansar pero llena de energía y de alegría: así es mi vida últimamente. Estoy abierta a cualquier propuesta, a cualquier buena idea y si quien la hace es Max Estrella, allí que voy. Max no es un escritor ciego y enfermo sino una cantante y compositora joven y guapa así que, en lugar de hacerme deambular por los bajos fondos madrileños, me llevó a la parte alta del barrio XX a disfrutar de un festival folk. El lugar elegido fue la Bellevilloise, un centro de ocio en el que hay varias salas para conciertos, eventos, un restaurante estupendo y muchas cosas más. Lo mismo se pueden ver competiciones deportivas en pantallas gigantes que disfrutar de un brunch el domingo a mediodía o disfrutar de actuaciones en directo.

El festival en cuestión se llamaba Melodica y tuvo lugar el pasado fin de semana 9, 10 y 11. Los grupos y cantantes actuaron desinteresadamente y crearon un bonito contraste de estilos y músicas. El ambiente es muy sano y el barrio, agradable, así que pasamos una noche maravillosa y muy divertida. Los precios de la bebida y la comida son muy ajustados y el personal, muy amable, así que da gusto ir. Tienen cócteles, una buena carta de vinos y cerveza de una marca llamada BAPBAP que se fabrica en París.



Cartel del evento
 Sala de concierto
 Nuestras bebidas
 Imagen del restaurante

Llegamos cuando los conciertos ya habían comenzado pero pudimos ver las actuaciones completas de un grupo llamado Opium Dream Estate, del cantautor Hugo Barriol y de los holandeses Town of Saints. Los primeros completaron una gran actuación con canciones propias y prestadas. En el caso de Barriol, él se acompañó de una guitarra acústica y un colega, el argentino Diego, que le hacía los arreglos y daba profundidad a su música. Town of Saints animaron al personal con sus violines y su música de reminiscencias irlandesas. En todo el concierto, el sonido fue magnífico. La realización estuvo muy bien. Pero algunos detalles se nos escaparon a pesar de tener buen oído, sobre todo, Max que sigue con interés este tipo de música. Yo, convertida en Doña Latina, me encargué de pedir las copas y hablar con los músicos participantes ya que mi Max particular no estaba ciega sino muda y se sentía apurada de pedir detalles técnicos para sus actuaciones. Una vez buscada la información y obtenidas las respuestas, nos marchamos a casa. No será la última salida que haremos la Estrella rubia y yo, la Doña morena.

Opium Dream Estate
Hugo Barriol y Diego
Town of Saints


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