A la huelga general que hubo a finales de abril, se sumó la que hubo el jueves 19, una huelga en los transportes que paralizó media ciudad. Pero a los paros siguen sumándose sectores como las centrales nucleares y los distribuidores de gasolina, racionamiento de la misma incluido. También se han unido al abstentismo laboral, los controladores aéreos. Por supuesto, no se trata sólo de paros laborales, las huelgas van acompañadas de protestas, manifestaciones y contramanifestaciones, cada día más violentas y multitudinarias. Y no sólo es la policía la que reparte leña: me han impresionado especialmente las espeluznantes imágenes de un ataque a un coche policía pero ha habido muchas más acciones violentas. Los sindicatos no piensan ceder ante el gobierno y su reforma laboral de modo que se presenta un futuro próximo lleno de altercados. Ya se anuncia la muerte política de François Hollande, el Presidente de la República más impopular de la historia, y la división del Partido Socialista no ayuda nada a sus aspiraciones como candidato a la reelección.
Una manifestación pacífica
Y si no hay movimientos sociales, ocurren también accidentes. Hace tres días, cayó un camión en las vías del RER B, una línea de tren importantísima que cruza la región de París de norte a sur y que, entre otros lugares, lleva al aeropuerto Charles de Gaulle.
Por supuesto, tampoco hay que olvidar la amenaza terrorista. El despliegue de militares y gendarmes es enorme. Y se prepara un final de primavera y comienzo de verano muy movidito. Ya ha empezado el Roland Garros (mi admirado Nadal se ha retirado asi que no podrá lograr su décima copa en este torneo), pronto lo hará la Eurocopa (que tendrían que haber suspendido o trasladado), a continuación vendrá el Tour, durante el mismo tendrá lugar la celebración del 14 de julio con su tradicional desfile y sus fuegos artificiales...París y toda Francia tomada por el Ejército. Prefiero no pensar.
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