"Errer est humain, flâner est parisien" decía Victor Hugo, gran conocedor de la ciudad de París y de la vida parisina, a pesar de haberse criado en España. Y ¿qué es flâner? Pasearse tranquilamente sin rumbo ni destino fijo o, como diríamos en España, callejear. Aunque se puede pasear sin planificar el recorrido por cualquier ciudad del mundo, sobre todo si es grande, lo de flâner es una actividad que se considera típica de París, quizá porque fue una de las primeras ciudades europeas en demoler una buena parte de su casco histórico y crear una ciudad de nueva planta con enormes avenidas arboladas, amplias aceras y edificios señoriales. De esta actividad, nació el término flâneur, el paseante. Estos señores no sólo paseaban también observaban, escuchaban, analizaban la realidad de los que había a su alrededor y la plasmaban artísticamente. Muchos importantes escritores y pintores fueron famosos paseantes parisinos.
Por cierto, que flâneur es una palabra que no tiene femenino puesto que las mujeres no podían ir a pasear: se tenían
que quedar en casa con la pata quebrada y, si salían a la calle, debía
ser para ir de su domicilio a un sitio concreto (el mercado, la iglesia, la casa
de un familiar...) y volver lo más pronto posible. Aún hoy el paseo de las mujeres y de los hombres no es
igual: la sobrecarga de trabajo (laboral y doméstica) que soportan las
mujeres hace que éstas tengan mucho menos tiempo libre y que, cuando van
por la calle, vayan acompañadas de los niños, los ancianos o
arrastrando el carrito de la compra. Además, ya hemos hablado en este
blog de los problemas de acoso callejero que sufrimos las mujeres en París.
Más recientemente el gran Yves Montand cantaba "j'aime flâner sur les grands boulevards". Ciertamente la zona de Grands Boulevards es maravillosa pero ahora hay tanta gente con prisas y tantas terrazas de los diferentes restaurantes que, en lugar de pasearse, hay que esquivar a los transeúntes. Además cuando la gente camina deprisa, uno se contagia y acelera el paso aunque no tenga prisa ni vaya a ninguna parte.
El París de Haussmann es precioso pero quizá no es ya el mejor lugar para flâner porque hay demasiada gente trabajando y caminando a paso acelerado, demasiados coches y muchos turistas haciendo sus compras en los grandes almacenes. Ahora es mucho más sencillo pasear sin destino y disfrutando de la belleza de la ciudad en los barrios más antiguos y tradicionales de la ciudad: el Marais, el Barrio Latino, Saint-Germain, Châtelet, Les Halles... Cada esquina es una obra de arte, se pueden encontrar todo tipo de tiendas y restaurantes por si queremos hacer una pausa y, los días que hace sol como hoy, los barrios lucen aún más bonitos que de costumbre.
Uno de los mayores encantos de París no son sólo sus
imponentes museos y monumentos sino simplemente disfrutar de la belleza
urbana y del contraste de arquitecturas de las zonas más antiguas con
las clásiscas del ensanche hausmanniano y con los barrios más modernos.
Simplemente pasear por la orilla del Sena y ver el agua correr, los
barcos pasar y los turistas hacerse fotos ya es un placer inmenso.
Hoy es mi entrada número 400 y, si he llegado hasta este punto, es por lo mucho que me gusta caminar, aprovechar los días que hace buen tiempo (desde hace meses son muy pocos) para pasear sola o con mis amigos, visitar lugares bonitos o exposiciones importantes, acudir a espectáculos interesantes o salir a comer o tomar algo. Vaya este modesto artículo para rendir homenaje a esta ciudad que siempre tiene tesoros que descubrir.
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