Este 10 de mayo se cumplen 35 años de la celebración de las elecciones presidenciales de 1981 que ganó François Mitterrand, para muchos, el último rey de Francia. Siete años después revalidó la presidencia y se convirtió en el político que durante más tiempo presidió el país. Ya comenté en una entrada anterior que su largo mandato estuvo
lleno de secretos.
Estatua de Mitterrand en los Campos Elíseos
Esas elecciones fueron un cúmulo de sorpresas y contaron con algunos invitados inesperados y bastante indeseados por los candidatos de los partidos tradicionales. El más molesto de todos fue el cómico Coluche que, no contento con sus mordaces críticas a los políticos y su acre sentido del humor, decidió presentarse a las elecciones. La historia venía de antes: Coluche siempre criticó y ridiculizó a la clase política y tuvo varios encontronazos con algunos dirigentes de los grandes partidos. Además, su reiterado empleo de palabrotas y groserías varias hizo que algunos medios de comunicación decidieran vetarlo. El punto de inflexión que le llevó a lanzar su propia campaña electoral fue su despido de Radio Monte-Carlo, cuyo director había sido jefe de gabinete de prensa del presidente Giscard d'Estaign. Su equipo le recomendó que podía comenzar una campaña electoral para las inminentes presidenciales ya que los candidatos a las elecciones no sólo disponen de tiempo y espacio gratuitos en los medios de comunicación, sino que el contenido de sus mensajes no se censura. Después de un período de reflexión, Coluche anunció su campaña en la revista
Charlie Hebdo y convocó la rueda de prensa en el
Théâtre du Gymnase. En su línea, su programa electoral se llamó
Je vais foutre la merde!, algo así como "voy a joder toda esta mierda", y se autoproclamó como el único candidato que no tenía motivos para mentir. Hizo un llamamiento a todos los olvidados por el sistema político a los que exhortó de la siguiente manera: "todos juntos con Coluche para darles por el culo". Todo muy fino, como se puede ver. Pero funcionó. Los sondeos le auguraban un 16% de intención de voto. Pero las continuas amenazas de muerte recibidas por él y su equipo les hicieron renunciar a la candidatura.
Teatro du Gymnase, donde Coluche presentó su campaña electoral
Aunque Coluche finalmente no concurrió a los comicios presidenciales,
su militancia social y su crítica política no desaparecieron: fue el
creador de SOS Racismo y de los
restaurants au coeur, comedores sociales para personas sin recursos. Además, un ley tributaria lleva su nombre: se trata de la
Loi Coluche
que permite la deducción de impuestos por donaciones a asociaciones
benéficas. Años después, Coluche murió en un accidente de moto que ha
despertado todo tipo de
teorías conspiranoicas.
La Plaza Coluche, límite entre el distrito XIII y el XIV
Pero no era necesario presentarse como candidato para dar una patada a la campaña presidencial. François Mitterrand, del Partido Socialista, acudió a un debate televisivo para explicar las propuestas de su programa y sufrió encontronazos con algunos invitados, especialmente memorable el que tuvo con el malogrado cantante
Daniel Balavoine, que se levantó enfadado de la mesa y dedicó su intervención a los problemas de los jóvenes. Resulta curioso ver a Mitterrand aguantando el tipo, con mirada asesina, los labios apretados y el ceño fruncido. Rápido de reflejos como siempre, Mitterrand llevó el debate a su terreno y a sus propuestas de futuro. Semanas después fue el candidato más votado en la franja de menores de 30 años así que ese contratiempo pudo representar para él una oportunidad. También hay varias teorías sobre el accidente en el que falleció Balavoine seis años después. Todos los que molestaron en esas elecciones murieron en trágicos accidentes.
Recogida de alimentos para los Restos du Coeur
Pero no sólo en el ala izquierda de la política había tensión. En la derecha no necesitaban elementos perturbadores: ya se hacían la guerra entre ellos. No era ningún secreto que Giscard y Chirac no se podían ni ver. El origen de su enemistad es incierto, sólo se sabe que cuando Chirac dimitió en 1976 como primer ministro del gobierno de Giscard d'Estaign, lo acusó de ser excesivamente presidencialista. Mientras Giscard era más moderado y
aperturista, Chirac era más conservador pero los dos coincidían en tener un carácter muy difícil. Sea por motivos políticos o personales, lo cierto es que había dos gallos en el gallinero así que Chirac decidió montar su propio corral: un partido llamado Agrupación para la República. Con él se presentó a las elecciones municipales en las que fue elegido alcalde de París, el primero en más de 100 años, cargo que utilizó para plantar cara a Giscard, una confrontación que tuvo uno de sus más famosos campos de batalla en
Les Halles, cuya reforma se convirtió en una guerra personal entre ambos. Chirac se nombró arquitecto en jefe del Ayuntamiento y canceló las obras del proyecto de Ricardo Bofill, elegido por la Presidencia, y mandó deshacer el primer tramo que ya estaba construido para adjudicar otro proyecto que no dejó contento a nadie. Para estas elecciones de 1981, Chirac no pidió el voto para Giscard sino que aconsejó en público a sus seguidores que hicieran uso de su libertad de conciencia mientras, en privado, les pedía votar a Mitterrand. Años después, Giscard d'Estaign declaró que, con su traición, Chirac acabó con él. Toda esta historia es carne de
telefilme.
Chirac usó la alcaldía como trampolín político y ganó las legislativas de 1992. Fue tal la rivalidad entre los dos candidatos, Chirac y Giscard, en esas elecciones que el electorado de derechas se movilizó como nunca perjudicando al Partido Socialista que obtuvo unos resultados paupérrimos: los dos partidos de derecha consiguieron una mayoría tan aplastante que el candidato socialista Pierre Bérégovoy se suicidó un mes después. El partido de Chirac ganó por poca diferencia al de Giscard y volvió a ser primer ministro pero, esta vez, en cohabitación con el presidente socialista para en 1995, una vez finalizado el
reinado de Mitterrand, ganar las presidenciales. Revalidó la presidencia en 2002 con la esperanza de igualar a su predecesor pero vio cómo el Parlamento aprobaba
una ley para reducir el mandato presidencial de siete a cinco años impulsada... por Giscard d'Estaign. Una venganza servida fría, fría. Por eso Chirac dijo en sus memorias que Giscard d'Estaign era «un rencoroso tenaz e incansable».
Portada de la revista Paris Match de la campaña presidencial de 1988 con Mitterrand y Chirac, el ocultador y el traidor. Cualquiera de los dos dejaría al intrigante Richelieu como un aficionado.
En cualquier caso, en aquel 1981, la actitud de ambos dividió a los electores conservadores y François Mitterrand se alzó con la victoria por un estrecho margen. Mientras el socialista se preparaba para acceder al poder, Giscard, el presidente saliente, mandó un mensaje a la nación mostrando su disconformidad con los resultados de las elecciones con una puesta en escena entre patética y ridícula,
diciendo adiós y marchándose con la Marsellesa a todo trapo mientras dejaba la silla desocupada, dando a entender que tras él, el vacío. Aquella derrota le debió de dejar muy tocado psicológicamente porque ahora se dedica a escribir novelitas rosas presuntamente inspiradas en historias reales de personajes famosos (aunque luego tuvo que
desmentir este punto y reconocer que eran producto de su imaginación).