Después de muchos años de obras, retrasos e inconvenientes varios, por fin, esta pasada semana se abrió el gran acceso al Forum Les Halles, un enorme espacio subterráneo que comprende un centro comercial, una biblioteca, una filmoteca, una piscina, unos multicines y la estación intermodal subterránea más grande del mundo. Para coronarlo y gestionar el tráfico de personas (unas 750.000 personas cada día), se ha construido una enorme canopea que, como no podía ser de otro modo, ha causado división de opiniones. Para todos los que quieran conocer más información sobre la obra y las diferentes etapas de su realización, dejo este enlace. Por el contrario, las obras del transporte público aún no están finalizadas y las del parque que estará justo delante, tampoco.
Como este domingo salió muy soleado, después de una semana de lluvia, decidí darme una vuelta por allí. A nivel práctico, hay que reconocer que funciona bastante bien y aún lo hará mejor conforme se vayan completando las fases de la reforma. Además, gracias a la ampliación del espacio a nivel de suelo se han instalado más tiendas, una mediateca, un conservatorio, una escuela de teatro y danza y otra de hip hop y varios restaurantes. Una de las ventajas de la mejor fluidez de personas será la dinamización de la vida del barrio aunque, después de tantos años de obras, el mero hecho de abrir el espacio ya es un logro para los vecinos y para el comercio de la zona. También resulta muy positivo que se haya abierto la parte interior de manera que entra un poco de luz en el centro comercial y resulta más seguro en caso de emergencias.
Respecto a la parte estética, he realizado un pequeño sondeo entre amigos y conocidos y las respuestas han sido bastante negativas. La canopea que tanto se ha publicitado en estos últimos meses no gusta. Así de simple. A mí tampoco me gusta, quizá porque me recuerda a un toldo. La primera impresión que tuve, cuando los trabajos ya estaban avanzados, es que es una obra pasada de moda: parecía un edificio de finales de los años 70 o primeros 80. Esta canopea ya nació vieja, lo cual resalta mucho más si se tiene en cuenta que un par de manzanas detrás está el Centro Pompidou, un edificio construido hace 40 años que, sin embargo, sigue siendo moderno, que está envejeciendo bien.
Otro de los elementos controvertidos es el color indefinible: champán sin lustre, ocre desvaído, verde descolorido, crema sucia... No sé cómo describirlo. Para que os hagáis a la idea, mi amigo Joaquín, que es ingeniero de construcción, dice que, entre el color y la forma, la canopea parece un preservativo gigante usado y tirado en mitad de París. No es la comparación más refinada pero sí la más certera, por desgracia.
Me he llevado una gran alegría al ver Les Halles por fin liberadas de andamios, verjas y máquinas. Sin duda, es una excelente noticia para el barrio de Le Marais, el más hipster de todo París. Mucho más al comprobar que la gente paseaba y caminaba perfectamente sin problemas y con soltura por la zona abierta. Al ser domingo, no había grandes colas para entrar en la estación de los RER pero intentaré volver un día laborable para ver si es cierto que se ha descongestionado el acceso. Además, los alumnos del conservatorio estaban en la parte central de la explanada tomando clase, así que ponían música a la soleada mañana. Y hablando de sol, la canopea da sombra pero no sé si protegerá bien de la lluvia porque está cubierta por diferentes partes abiertas. Espero que entre las rendijas no se cuele demasiado aire porque, si sopla mucho viento, el ruido será insoportable. Os dejo las fotos para que veáis cómo queda el acceso al centro comercial, la canopea y los edificios nuevos que la sostienen. El tiempo dirá si esta cubierta, firmada por Patrick Berger, se convierte en otro icono de París o en otro proyecto fallido del antiguo barrio de Les Halles.
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