Mañana 23 termina una de las exposiciones más importantes y populares de este pasado verano: la ambiciosa retrospectiva del artista británico David Hockney que el Centro Pompidou le ha dedicado con motivo de su 80 cumpleaños. Vaya por delante que este artista no es uno de mis favoritos pero qué duda cabe que es uno de los artistas vivos más importantes del mundo y cuya trayectoria resulta coherente y lineal. Esta muestra comprende más de sesenta pinturas, grabados, fotografías, vídeos y dibujos y tiene un interesante hilo conductor que es la naturaleza de las imágenes. El propio artista reconoce que la fotografía y su popularidad han desvirtuado tanto el arte como el reflejo de la realidad y aquí es donde Hockney nos muestra su punto de vista. A diferencia de otros contemporáneos que prefieren la abstracción. el inglés nos enseña una realidad muy personal cuya representación va cambiando según lo hace su estilo y conforme avanza la tecnología. Así podemos ver vídeos en diferentes formatos y fotografías y mosaicos de fotos realizadas con diversos aparatos desde las antiguas Polaroid hasta el iPhone 6.
Carteles de la exposición
Desde su adolescencia, Hockney ha tenido claro que la pintura y las
imágenes tienen un papel determinante en la sociedad, un hecho que es
completamente contemporáneo y que artistas del pasado no habrían podido
siquiera plantearse. Con este punto de partida, el Pompidou ha realizado
una exposición siguiendo un orden cronológico que comienza con el
realismo social de sus primeros años, continúa con el lenguaje abstracto
y nos lleva al estilo más conocido del autor: la vida cotidiana. A
partir de su primer viaje a California en 1964, Hockney recrea escenas
domésticas en que se mezclan el estatismo, la opulencia, el hedonismo en
un lenguaje sencillísimo casi bidimensional y de colores planos.
Lejanamente recuerda la pintura medieval en el tratamiento de la
perspectiva como una vuelta, quizá involuntaria, a una forma primitiva
de la imagen. Las piscinas, las mansiones, los interiores y los
inquilinos de esa California de lujo aparecen en estos cuadros de gran
formato con colores muy limitados (en algunos cuadros emplea rodillo en
lugar de pincel), formas rectilíneas y retratos hieráticos.
Catálogos de la muestra
En la búsqueda de ese naturalismo, Hockney vuelve la vista hacia la
fotografía de manera que se dedica a la realización de mosaicos y
collages
de múltiples imágenes como las dedicadas al parque Yosemite. No sería
la última vez que el artista ceda el protagonismo al paisaje volviendo a
sus orígenes con las pinturas de paisajes británicos como en el cierre
de un círculo vital y artístico. La tecnología no deja de impresionarle y
dar alas a su creación y, desde hace unos años, realiza dibujos con su
iPad y hace fotografías con su iPhone. Y, por supuesto, no deja de pintar. Para terminar el recorrido de la
muestra, hay unas pinturas realizadas en el presente 2017 en las que
Hockney muestra cuatro escenas llamadas
La Anunciación, incluida una
interpretación en colores chillones del cuadro del mismo nombre de Fra
Angélico. La perspectiva, el colorido en bloque y la sencillez compositiva casi medievales de Hockney nunco se vieron aquí tan claros. No se permiten las fotografías (¡qué paradoja!) así que tengo que ilustrar el artículo con objetos relacionados con la muestra. Aunque Hockney no me entusiasma, debo reconocer que la exposición está muy bien planteada y resulta interesante.
Un vídeo a la salida del museo
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