El libro en cuestión
A veces, tengo la sensación de que algunos elementos vuelven a mi mente y llaman mi atención como la primera vez. Esta historia de la guerra franco-prusiana que acabó con el Segundo Imperio francés, la Comuna y el proceso de autodestrucción que la siguió aparece en todas partes. Es un tema cuyas repercusiones todavía se viven hoy en día y que está plasmado en muchos rincones de París. Aquella guerra, en la que los prusianos acabaron desfilando por París, secuestrando al emperador Napoleón III e instalándose en Versalles, produjo un sentimiento de impotencia y rechazo a Alemania que fue el germen de la Primera Guerra Mundial y ésta, a su vez, de la Segunda. De hecho, ya hablé aquí ligeramente de la historia de la Comuna y del motivo por el que se construyó el Sacré-Coeur. Un amigo francés que vive a caballo entre Francia y España me lo definió como el Valle de los Caídos francés. Y, cada cierto tiempo, aparecen informaciones en la prensa de iniciativas para demolir el Sacré-Coeur. A pesar de su gran interés turístico, la historia que hay detrás es escandalosa: es un monumento al régimen que sofocó una iniciativa popular y que acabó con la vida de 50.000 personas inocentes cuyo único crímen fue oponerse a los asfixiantes impuestos para pagar la liberación de París. Es una historia tan compleja que creo que le debo un artículo en profundidad.
Y en ese trayecto tan largo hasta mi trabajo, me he llevado una agradable sorpresa cuando he visto en el metro los carteles de la película Paula que cuenta la vida de Paula Modersohn-Becker, admirable pintora cuya exposición visité hace unos meses. Una vida interesante pero demasiado breve. Si consigo encontrar un rato libre, me gustaría verla.
Cartel de la película
Aspecto de las ventanas del Museo
Después del robo, el director del Museo declaró que los ladrones eran idiotas porque esas obras son invendibles. En fin, tampoco hace falta ser un lince para darse cuenta de que si se habían robado es porque ya estaban vendidas de antemano. En efecto, Tomic ha declarado que su objetivo era llevarse el cuadro Naturaleza muerta con candelabro de Léger para un comprador saudí anónimo pero, una vez dentro, se apropió de cuatro más y, en concreto, de La Pastoral de Matisse, obra de la que se enamoró en cuanto la vio. Recibió el encargo a través del anticuario Jean-Michel Corvez y contó con la ayuda de Yonathan Birn, relojero, quien se ocupó de la receptación y fue la persona que sugirió el robo de Mujer con abanico de Modigliani, otro de los cuadros robados. De propina, cayeron también La paloma con guisantes de Picasso y El olivo cerca de l'Estaque de Braque. Por mucho juicio y condena que haya habido, lo más importante es que las obras son irrecuperables: nadie sabe dónde están, ni siquiera, los propios ladrones. Además de un robo al patrimonio de la ciudad de París, propietaria de las obras, es también un hurto a los amantes del Arte contemporáneo que ya no podremos disfrutar de la contemplación de estas pinturas.
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