lunes, 29 de febrero de 2016

En busca del encanto perdido de Montmartre y V. Comer y beber

Después de tanta actividad, paseos, visitas y compras, hay que reponer fuerzas y Montmartre es uno de los lugares más interesantes para comer. Como no me gusta hablar mal, prefiero no comentar nada sobre los restaurantes de la place du Tertre y alrededores. Muchos son trampas para turistas, otros tienen poca variedad o son caros. En definitiva, las propuestas interesantes están en otra parte. Lo único destacable en la colina de Montmartre es La Maison Rose, una pequeña casita en la que vivió el pintor Maurice Utrillo y que ahora es un restaurante. Su interés es más histórico que culinario.

La Maison Rose

Para tomar algo rico, casero y a buen precio, sólo hay que ir a los alrededores de la plaza Abbesses para tomar algo, en concreto, en la rue de la Vieuville hay una trattoria llamada Pomodoro que hace unas pizzas caseras espectaculares y una pasta muy sabrosa. Vero italiano.

Pomodoro

Si vuestro presupuesto os lo permite, podéis ir a los mejores restaurantes del barrio que se encuentran en la rue Lepic, la calle donde se sitúa el mítico Moulin de la Galette en cuyo local se ha reabierto el restaurante con nuevos dueños, nuevas ideas y nueva carta. Recomiendo todos los restaurantes de esta calle: no hay ninguno malo.



Restaurantes de la rue Lepic

Bajando de la colina, hay muchos más resturantes y más variados: cocina asiática, criolla, italiana... y francesa, claro. En el área que va desde la rue Abbesses hasta la avenida Clichy, entre la rue Lepic y la calle Germain Pilon, se encuentran las mejores y más variadas propuestas gastronómicas de todo Montmartre. Precisamente fue en esta zona donde empezó la actividad hostelera del barrio, los famoso bistrós. Cuenta la historia que los rusos que conquistaron Francia después de las guerras napoleónicas, pedían comida y bebida en las fondas al grito de "bistro, bistro" que significa rápido, rápido. Aunque es la versión más conocida y querida por los vecinos del barrio, probablemente no sea cierta. Lo único verdadero es que en esta zona nacieron los restaurantes populares para comer y beber algo rápido y barato.

Mapa de la mejor zona de restaurantes de Montmartre
Restaurante de comida biológica
Otros restaurantes de la calle Véron

Por supuesto, no hay que olvidar la calle Abbesses, llena de restaurantes, cafeterías y bares para tomar algo, algunos con buen precio y buena calidad como el que recomendé aquí. La oferta es enorme y muy variada. En el propio boulevard de Clichy han reabierto el Trianon, el teatro y el restaurante. Y en la parte más baja de la rue Lepic, se encuentra Les Deux Moulins, el restaurante de la película Amélie. Si deseáis comida para llevar, en este tramo también hay varias tiendas de comida preparada y de delicatessen.


Ya os digo que no vais a encontrar a Amélie
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, en la anteriormente citada calle Vieuville está la heladería Scaramouche, la cuarta mejor heladería de Francia. Sus helados y sorbetes artesanos son deliciosos y, generalmente, están elaborados con productos biológicos. Sus sorbetes saben a verdadera fruta porque es lo que llevan y los helados cremosos tienen una textura exquisita. Uno de sus secretos es el uso de materias primas de primera calidad. El otro es la elaboración artesana en su obrador. Pero no todo es tradicional. Sus sabores son de lo más atrevidos: además de los clásicos sorbetes de fruta de temporada y los ineludibles sabores de chocolate, café, vainilla, nata y diferentes frutos secos, en Scaramouche también elaboran helados salados y otros sucré-salé. Trufa negra (el hongo, no el postre), tomillo, azafrán, lavanda, romero con aceite de oliva y piñones, remolacha, albahaca, regaliz, hinojo y una mezcla de especias llamada las mil y una noches... y un montón de sabores imaginados y realizados por Gwendal, el maestro heladero. Estos helados salados se pueden tomar solos o llevarlos a casa para acompañar vuestro plato preferido. Si Ferran Adrià lo hacía, vosotros también. La imaginación al poder. Se me hace la boca agua de sólo recordarlo. Una heladería absolutamente recomendable.

Scaramouche y su terracita con muebles vintage

En fin, hemos recorrido Montmartre durante todo un mes. Hemos conocido su vida cultural, sus vecinos más ilustres, sus rincones más curiosos, sus museos... y también hemos ido de compras. Mucho ajetreo y más teniendo en cuenta que es un barrio situado en una colina y que hay que subir y bajar cuestas y escaleras constantemente. Me he dejado algunas cosas en el tintero pero cómo no hacerlo. Así tendré más motivos para escribir sobre este barrio más adelante.

Ya es hora de bajar las escaleras y abandonar Montmartre. Hasta pronto.



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