Todo el mundo habla de él pero nadie sabe muy bien de qué se trata ni qué consecuencias puede tener. Por el momento, están llegando unas informaciones y análisis de lo más pesimistas pero, estudiando un poco la situación, parecen acertados. Cualquiera diría que los británicos se están preparando para una guerra con acumulación de medicamentos, alimentos y otros bienes de primera necesidad pero dejar de pertenecer a un espacio de libre de comercio de la noche a la mañana tiene sus consecuencias, de lo más pequeño a lo más grande.
Uno de los efectos más enormes, todo un tsunami económico, es la mudanza de los bancos de la City a otros lugares de Europa. No es que se marchen definitivamente de Londres, sino que algunos de sus centros de trabajo tendrán que asentarse en territorio europeo. Esta semana ha salido anunciado que HSBC, uno de los bancos más grandes del mundo, traslada su centro de compensación a París y Deutsche Bank se traslada a Frankfurt, su casa madre, entre titulares catastrofistas.
Uno de los efectos más enormes, todo un tsunami económico, es la mudanza de los bancos de la City a otros lugares de Europa. No es que se marchen definitivamente de Londres, sino que algunos de sus centros de trabajo tendrán que asentarse en territorio europeo. Esta semana ha salido anunciado que HSBC, uno de los bancos más grandes del mundo, traslada su centro de compensación a París y Deutsche Bank se traslada a Frankfurt, su casa madre, entre titulares catastrofistas.
La Défense: centro de negocios de París
El gobierno francés no ha perdido el tiempo en lanzar un capote a las entidades financieras interesadas en mudarse a Francia y ha anunciado un plan de incentivos para hacer de París la opción más interesante. Ya hablé aquí de las medidas políticas y económicas de este gobierno y es de sobras conocido el compromiso europeo del presidente Macron. Con esta medida, Francia da un paso más para convertirse en la locomotora financiera de Europa, ahora que los bancos alemanes andan de capa caída por su excesiva exposición a la burbuja inmobiliaria que asoló el sur de Europa. En todo caso, las perspectivas que maneja el ejecutivo francés son bastante optimistas y no es para menos ya que, no sólo muchos bancos han anunciado la mudanza de algunos de sus servicios, sino que la propia Autoridad Bancaria Europea (EBA) se va a trasladar a París.
Explanada de la Défense
Mucho hablar del Brexit y de la comentada salida de los bancos, pero ¿de qué se trata? ¿qué invento es esto? Pues esto es algo muy sencillo: desde que era pequeña he oído decir que Europa era como un club cuyos miembros tenían incontables ventajas. Con la moneda única, el €uro, esas ventajas se multiplicaron (a pesar de lo mal gestionado que estuvo el proceso de integración monetaria) ya que los países miembros pueden comerciar sin perder dinero con el cambio de divisa. Como además Europa sigue siendo una zona económica muy pujante, el €uro se ha convertido en una de las monedas más usadas en las transacciones internacionales y de las más estables, aún en periodos de guerra de divisas como el que se vivió a finales de 2017, con Japón, China y Estados Unidos compitiendo por ver quién devaluaba más su moneda.
La Defensa de París. ¡Qué mejor defensa que dejar que tu rival se autodestruya!
Pues bien, a pesar de que el Reino Unido nunca entró en la moneda única, formar parte del club europeo, así como una fiscalidad favorable a las transacciones internacionales y el uso masivo del inglés como lengua comercial internacional, lo convirtió en la sede mundial de las transacciones comerciales y financieras en €uros, estatus que ahora va a perder puesto que ya no va a formar parte de la Unión. Los centros de compensación en €uros deben estar dentro del territorio europeo y así será. Dependiendo del resultado de las actuales negociaciones del Brexit, los bancos del Reino Unido pueden perder el acceso directo a los sistemas de compensación de €uros de alto valor (Target2 y EBA €uro1) con el consiguiente perjuicio para sus clientes. Con el fin de minimizar el impacto de dicha pérdida, los bancos de la City han decidido trasladar sus centros de banca corresponsal €uro a alguna de sus sucursales en el continente. Y ya vemos que el proceso ha empezado: por el momento, se trata de migrar determinados servicios financieros de Londres a otros lugares pero, una vez completado el proceso, éstos serán el centro gestor de los mismos. Parece muy sencillo, pero no lo es. Aparte de que puede llevar meses, supone una inversión millonaria para los bancos cuyos gastos, además, no pueden repercutir directamente en los clientes.
Tras el ocaso británico, sale el sol en la Défense
En este mundo globalizado, todos los bancos del mundo ofrecen cuentas y otros servicios financieros en diferentes divisas, siendo el €uro una de las más utilizadas, como decíamos antes. Todas esas cuentas están gestionadas por diferentes departamentos (ventas, medios de pago, finanzas, liquidez, tesorería...) que ahora se van a trasladar de Londres a esas otras ciudades, siendo París la mejor situada hasta el momento. Eso significa que las grandes empresas mundiales, que tienen negocios en todo el mundo, seguirán manteniendo las mismas cuentas y servicios pero la gestión de los mismos se hará desde París y no desde Londres como hasta ahora. Si ya cuando los británicos decidieron votar por salir de la Unión Europea, muchos nos dimos cuenta de que habían hecho un pan como unas tortas, las negociaciones para la salida se están convirtiendo en una historia digna de argumento para una peli de los hermanos Marx.
Buena parte de los conservadores quieren salir de Europa pero no se ponen de acuerdo en cómo. Una parte desea el llamado Brexit duro, es decir, romper relaciones comerciales con la Unión Europea como si estas últimas décadas nunca hubieran existido. Otros, entre los que parece encontrarse la primera ministra Theresa May, quieren un salida más suave, manteniendo bastantes acuerdos para evitar un posible aislamiento comercial y la parálisis económica de su país. Después de muchos meses de negociaciones, propuestas y debates, el gobierno británico aprobó en julio un plan para presentar a la Unión Europea. En menos de 24 horas, el ministro encargado del Brexit presentó su dimisión por estar en contra del mismo y, poco después, también dimitió el ministro de Asuntos Exteriores, un multimillonario fantoche representante del ala más ultra de los conservadores.
Ante esta crisis de gobierno y el escaso apoyo a la propuesta, May anunció que ella misma en persona se encargaría de las negociaciones. Aunque es un paso muy valiente, debemos aclarar que hay mar de fondo. Me explico: el sector más eurófobo del Partido Conservador está moviendo fichas para promover una moción de censura contra ella con lo que, si triunfara, May pasaría a engrosar la lista de primeros ministros británicos revocados por sus propios partidos como Margaret Tatcher o Tony Blair. En caso de que se diera esta opción, el gobierno resultante de dicha moción sería mucho más intransigente y aislacionista. Para que no se produzca esta realidad y el Brexit avance (la fecha de salida de la Unión es en marzo de 2019, o sea, ya mismo), Theresa May ha tenido que tender puentes con varios líderes europeos, incluido Macron. Además, no hay que olvidar que, para desgracia de todos, la extrema derecha está gobernando en muchos países europeos lo que facilitaría la firma de acuerdos entre esos países y Reino Unido al margen de Europa. Lo que está claro es que el proceso no tiene vuelta atrás puesto que el partido en el gobierno está decidido a llevarlo a cabo. Además, si a las instituciones financieras les ha disgustado el Brexit, mucho más lo hace la incertidumbre de no saber qué va a pasar. Veremos en qué queda todo pero la mudanza de los bancos es imparable y esto puede ser un dominó que haga caer muchas más piezas de la economía británica.
Según la prensa, los bitánicos se arrepienten de su decisión
Buena parte de los conservadores quieren salir de Europa pero no se ponen de acuerdo en cómo. Una parte desea el llamado Brexit duro, es decir, romper relaciones comerciales con la Unión Europea como si estas últimas décadas nunca hubieran existido. Otros, entre los que parece encontrarse la primera ministra Theresa May, quieren un salida más suave, manteniendo bastantes acuerdos para evitar un posible aislamiento comercial y la parálisis económica de su país. Después de muchos meses de negociaciones, propuestas y debates, el gobierno británico aprobó en julio un plan para presentar a la Unión Europea. En menos de 24 horas, el ministro encargado del Brexit presentó su dimisión por estar en contra del mismo y, poco después, también dimitió el ministro de Asuntos Exteriores, un multimillonario fantoche representante del ala más ultra de los conservadores.
Mi amiga galesa y yo seguiremos celebrando nuestros Savoury Tea a pesar del Brexit
Ante esta crisis de gobierno y el escaso apoyo a la propuesta, May anunció que ella misma en persona se encargaría de las negociaciones. Aunque es un paso muy valiente, debemos aclarar que hay mar de fondo. Me explico: el sector más eurófobo del Partido Conservador está moviendo fichas para promover una moción de censura contra ella con lo que, si triunfara, May pasaría a engrosar la lista de primeros ministros británicos revocados por sus propios partidos como Margaret Tatcher o Tony Blair. En caso de que se diera esta opción, el gobierno resultante de dicha moción sería mucho más intransigente y aislacionista. Para que no se produzca esta realidad y el Brexit avance (la fecha de salida de la Unión es en marzo de 2019, o sea, ya mismo), Theresa May ha tenido que tender puentes con varios líderes europeos, incluido Macron. Además, no hay que olvidar que, para desgracia de todos, la extrema derecha está gobernando en muchos países europeos lo que facilitaría la firma de acuerdos entre esos países y Reino Unido al margen de Europa. Lo que está claro es que el proceso no tiene vuelta atrás puesto que el partido en el gobierno está decidido a llevarlo a cabo. Además, si a las instituciones financieras les ha disgustado el Brexit, mucho más lo hace la incertidumbre de no saber qué va a pasar. Veremos en qué queda todo pero la mudanza de los bancos es imparable y esto puede ser un dominó que haga caer muchas más piezas de la economía británica.
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