sábado, 4 de febrero de 2017

El desastre permanente del RER A

Cuando comencé a escribir este blog hace ya dos años, no era mi intención hablar tanto de problemas, incidencias y líos varios pero, como en el poema de José Agustín Goytisolo, la vida ya te empuja en un aullido interminable, interminable. Casi todos los días, hay problemas en el transporte metropolitano en una o varias líneas a la vez, ya sean técnicos, de explotación o causados por terceras personas. Y una de las líneas que se lleva la palma en retrasos, molestias e inconvenientes es el RER A, la línea de tren de cercanías que cruza Île-de-France de este a oeste.

Esta línea es la más utilizada de Europa con un flujo de 1,2 millones de usuarios diarios. Una cantidad enorme de gente que todas las mañanas sale de su casa en el distrito Seine et Marne (departamento 77) y va a trabajar a París o al departamento 92, Hauts-de-Seine. Su origen tiene lugar en los años 1969-70 en que se crearon las líneas que unieron Nation y Boissy-Saint-Léger por el este y Étoile y la Défense por el oeste. Unos años después, se unieron los dos extremos de París por vía subterránea. El proyecto siguió creciendo al ritmo que lo hacían los suburbios de París y se añadieron varios ramales tanto en el oeste como en el este hasta quedar este esperpento.

 

No hace falta ser un experto en transportes para darse cuenta de que se forman dos embudos enormes en ambos lados de la línea, uno en Vincennes y otro en Nanterre-Préfecture, los puntos en que se unen los ramales. Al ser un tren con tanto tránsito, la frecuencia en horas punta es muy alta y, si no hay ningún problema, pasa un tren por minuto en las estaciones del tramo central. Con tanta afluencia de gente, el ritmo de subida y bajada de los trenes debe ser rápido o, de lo contrario, se demoran todos los trenes que están en cola para entrar en esa parte crítica del recorrido. 


Un tren por minuto

Otro problema añadido es la batalla comercial que se ha establecido entre la francesa Alstom y la española CAF, a cuenta de la construcción de los nuevos trenes RER. Los empleados de Alstom llevan tiempo en pie de guerra para evitar despidos masivos. Y este otoño vivimos un auténtico culebrón informativo con declaraciones, desmentidos, descréditos y amenazas. Se empezó una ofensiva contra CAF en la que le llovieron las críticas diciendo que no iban a poder realizar el pedido a tiempo, que no tenían capacidad suficiente para construir todos los trenes demandados en un plazo tan corto. Desde todos los puntos, se intentó desacreditar a la empresa española de modo que al final, Alstom ha recibido el encargo de construir los trenes, la RATP pagará un 15% más de lo presupuestado y los usuarios de la red de transporte pagaremos los billetes más caros, porque Valérie Pécresse ya ha anunciado que habrá nuevas subidas. Esta señora es la presidenta de la región Île-de-France y la responsable de RATP, la empresa de transporte metropolitano. Además de ser una incompetente y una inútil, es miembro del partido de la derecha y está manejando las infraestructuras y la gestión del transporte de forma partidista como punta de lanza contra el Ayuntamiento de París y el gobierno central, ambos en manos de los socialistas. En unas polémicas declaraciones anunció la subida del pase Navigo (el abono renovable de todos los que usamos el transporte a menudo) porque el servicio funcionaba muy mal. Es como si mi compañía de teléfono o mi banco o mi peluquero me anunciaran una subida en las tarifas porque me prestan un servicio muy malo. Si cada día 1,2 millones de personas usan esta línea y cada uno paga o ha prepagado un euro, significa que se recaudan 1,2 millones de euros al día y eso implica 36 millones de euros al mes. Imagino que con ese dinero se pueden hacer grandes mejoras y no los parches que se están haciendo en estos últimos meses.

El caos de la línea RER A llegó al paroxismo el 20 de octubre al caerse una catenaria a la altura de la estación Nation y estar el servicio parado durante toda la mañana: ese día cientos de miles de personas no pudieron ir a trabajar, estudiar ni a sus ocupaciones habituales. A pesar de conocerse la caída de la catenaria desde las 5:00 de la mañana, a nadie se le ocurrió poner autobuses entre Val de Fontenay y Gare de Lyon o hasta Vincennes ya que allí se puede tomar la línea 1 que hace un recorrido similar dentro de París al RER A.

 

Miles de personas atrapadas en Val de Fontenay. Por suerte, no ocurrió ninguna desgracia

Este caso fue el más grave pero no es el único. Casi todos los días hay alguna incidencia. Además, en horas punta, los trenes son insuficientes para tanta afluencia de usuarios y estos tienen que viajar como sardinas en lata. En cambio, en horas valle, las frecuencias son ridículas: para ir hasta Marne-la-Vallée puede ocurrir que haya que esperar más de cuarenta minutos. Esta estación es la que corresponde con los parques Disneyland por lo que, aparte de los trabajadores y estudiantes, también la emplean los turistas con lo que suele estar llena de niños y adultos gritones, maleducados y sucios. De un tiempo a esta parte, hay menos turistas debido a la amenaza del terrorismo y la inseguridad pero, aún así, son demasiados en una línea siempre colapsada. No importa a qué hora se emplee este tren que siempre está llenísimo alterando la salud física y mental de los usuarios.

Un día cualquiera, no sabes qué hora es... ♫ ♪ ♫

Pero aún falta lo mejor. Pécresse, Peppy para sus críticos que son muchos, ha tenido una idea mucho más loca que las anteriores y es la de reducir la frecuencia de los trenes de esta línea. Según las informaciones que han salido publicadas en prensa, se está estudiando la modificación de horarios para pasar a tener menos trenes por hora. Sinceramente, me parece un insulto. La premisa es que, si se reduce la frecuencia, habrá menos retrasos pero estos son un mal secundario cuando lo importante es la calidad del transporte. El RER A no son trenes de juguete a los que hay que hacer circular más deprisa para que lleguen puntuales a su destino sino que transportan personas. Si a día de hoy, los trenes no dan a basto y están desbordados por la cantidad de usuarios (foto superior), si hay menos trenes, habrá menos capacidad para transportar personas. La línea ya se ha quedado obsoleta; si reducen el número de trenes, lo será más todavía. Ya veo un futuro no muy lejano, con los viajeros agarrándose de las puertas, ventanas o subidos al techo porque ya no cabe más gente en los vagones.


El futuro próximo de los RER A si sale adelante la propuesta de reducir la frecuencia de los trenes


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