Pocas óperas son tan extrañas como ésta de Héctor Berlioz que ha programado el teatro de la Bastilla esta temporada. Los Troyanos, que el autor nunca llegó a ver representada, está dividida en dos secciones y cinco actos: de ellos, los dos primeros se desarrollan en Troya, en plena guerra contra los griegos y los siguientes en Cartago, a donde el general Eneas huye con sus hombres.
Es bastante raro que se represente ya que es muy larga y necesita un enorme plantel de primeras figuras. De hecho, en esta ocasión se ha representado con algunos cortes y el plantel elegido ha sufrido algunos cambios y cancelaciones. Nada sorprendente para una ópera tan compleja como intelectual.
Es bastante raro que se represente ya que es muy larga y necesita un enorme plantel de primeras figuras. De hecho, en esta ocasión se ha representado con algunos cortes y el plantel elegido ha sufrido algunos cambios y cancelaciones. Nada sorprendente para una ópera tan compleja como intelectual.
El programa
Cartel de la ópera
Con todo lo anterior, repito que costaba meterse en la historia, de sobras conocida por otro lado, así que me decidí a prestar atención a la orquesta que afrontaba el enorme reto de la difícil e historiada partitura. Para hacer frente a la misma, la orquesta contó con todos sus efectivos: tantos que nunca había visto tanta gente en el foso: no pude contar pero calculo que había entre 80 y 90 músicos, incluidas cuatro arpas y una quinta que sonó en el escenario. Hubo algunos pasajes maravillosos, llenos de lirismo, y las consabidas sorpresas de las óperas de Berlioz como espectaculares cambios de ritmo, frases insistentemente repetidas y solos emotivos, con mención especial al clarinetista solista que brilló especialmente en sus intervenciones.
Escenografía de los dos primeros actos
Los troyanos salen a saludar
Por encima de la multitudinaria orquesta, sonaron las voces de las dos trágicas protagonistas: Cassandra y Dido, dos mujeres poderosas y valientes, vencidas por sus propios sentimientos. Ni que decir tiene que las dos acaban suicidándose.
Como se trata de una ópera inspirada en la Eneida de Virgilio, el componente fatídico está muy presente y se repite a lo largo de la obra varias veces la frase "busca Italia" como un mantra que guía al héroe Eneas a salir de su arrasada tierra natal y, después, a abandonar su tierra de acogida y a su amada. La historia es muy bella, heroica y romántica pero con las escenas de geriátrico y los personajes jugando al ping pong, no llegué a sentirme conmovida.
Y no es demérito de los artistas sobre el escenario. En la primera parte, Stéphanie d'Oustrac me sorprendió gratamente al representar una Cassandra grande, de bella y potente voz que iba más allá de la orquesta en ese teatro tan enorme. La mezzosoprano francesa tiene una voz carnosa y con personalidad y de los dos primeros actos fue la protagonista absoluta. Más aún, fue la gran triunfadora de la noche.
Como se trata de una ópera inspirada en la Eneida de Virgilio, el componente fatídico está muy presente y se repite a lo largo de la obra varias veces la frase "busca Italia" como un mantra que guía al héroe Eneas a salir de su arrasada tierra natal y, después, a abandonar su tierra de acogida y a su amada. La historia es muy bella, heroica y romántica pero con las escenas de geriátrico y los personajes jugando al ping pong, no llegué a sentirme conmovida.
Telón inspirado en la obra de Cy Towmbly quien también trató el tema de la toma de Troya en su obra
Y no es demérito de los artistas sobre el escenario. En la primera parte, Stéphanie d'Oustrac me sorprendió gratamente al representar una Cassandra grande, de bella y potente voz que iba más allá de la orquesta en ese teatro tan enorme. La mezzosoprano francesa tiene una voz carnosa y con personalidad y de los dos primeros actos fue la protagonista absoluta. Más aún, fue la gran triunfadora de la noche.
La estupenda Stéphanie d'Oustrac que interpretaba a Cassandra
Más repartida está la atención del espectador en los otros tres actos pero, sin duda, la estrella es Dido. No puede ser de otra manera ya que es la reina, la gobernante que acoge a los troyanos partidos al exilio y la mujer que ve nacer el amor en su corazón después de varios años de viudedad. Aquí, el lucimiento fue para la bielorrusa Ekaterina Semenchuk, a quien ya vimos en el Trovador hace unos meses, en un papel mucho más acorde a su edad y personalidad. A pesar de los absurdos escenográficos, la mezzo se lució en los momentos más dramáticos del personaje así como en los más románticos. Se trata de una historia de amor de leyenda, mucho más que eso, una historia que ha llegado al mito.
Una muestra de la puesta en escena de los actos dedicados a Cartago
Ekaterina Semenchuk fue la desdichada Dido
Entre los papeles masculinos, ensombrecidos por las voces femeninas, destaca el Eneas de Brandon Jovanovich. El tenor neoyorquino protagonizó este verano La Dama de Picas en el festival de Salzburgo, que fue retransmitida en streaming, donde estuvo algo gritón en el primer acto así que no esperaba mucho de él. Por suerte, me sorprendió gratamente porque, aunque no es un ejemplo de refinamiento, cantó bastante bien y su dúo con Dido estuvo fantástico.
Eneas, a la búsqueda de Italia
El dulce y fiel Narbal
El otro tenor de la noche, el joven Cyrille Dubois, interpretó a Iopas, y fue muy aplaudido en su canción del quinto acto. Como el fiel Narbal, el barítono elegido fue Christian Van Horn, también muy correcto. En las ropas de Anna, la hermana de Dido, la mezzosoprano Aude Extrémo cumplió sobradamente con el papel. También es una mezzo, Michèle Losier, quien interpretó el poco lucido papel de Ascanio, el hijo de Eneas, por lo que la francesa parece abonada a los papeles de calzones como ya vimos aquí en el Benvenuto Cellini, otra obra de Berlioz. Me dejo en el tintero muchos otros artistas pero, al ser una ópera coral y de conjunto, no tuvieron un gran lucimiento.
El reparto sale a saludar
Los protagonistas de los tres últimos actos
El reparto al completo
A modo de conclusión, podríamos decir que fue una noche tan compleja como la ópera que fui a ver: muy ambiciosa pero, a ratos decepcionante. Una lástima porque de verdad tenía muchas ganas de ver esta ópera.
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