Debo decir que, a pesar de los miles de personas que había tendidas en los jardines de los Campos de Marte, no se registraron apenas incidentes. Después de comer cualquier cosilla, mientras se escuchaba de fondo el concierto en el que se mezclaron arias de ópera con canciones de cine, se iluminó la Torre Eiffel con los colores de la bandera francesa y empezó a sonar La Marsellesa, momento en el que los allí presentes empezaron a desgañitarse. Para una española, resulta exótico oír estas muestras de patriotismo: ya sabéis que el himno español no tiene letra. Tras este sentido momento dio comienzo el castillo de fuegos artificiales que, según algunos amigos franceses, ha sido el mejor de los últimos años. El tema fue París se abre al mundo, una puesta en escena que forma parte de la estrategia para concienciar a los parisinos de los beneficios de organizar unos Juegos Olímpicos en la ciudad. El objetivo es 2024. Recordemos que París ya se quedó a las puertas de celebrar unos Juegos en 2012 aunque, finalmente, fue Londres quien se llevó al gato al agua. La carrera olímpica ha empezado en París y ya se verá cómo acaba. Esperemos que no ocurra como en Atenas o en Montreal, ciudades en las que los Juegos acabaron siendo un lastre económico que aún está por solventar.
No había ni un palmo de hierba donde sentarse y eso que aún faltaban cuatro horas para el comienzo de los fuegos
El escenario donde actuaron la orquesta, el coro y los solistas era una horterada
No hay manera más francesa de celebrar el 14 de julio que brindando con un buen champán. Lástima que los 40 grados de temperatura lo habían convertido en sopa
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