En las últimas semanas, no he parado ni un minuto: exposiciones, salir con los amigos y mucho trabajo no me dejan tiempo para escribir por lo que tengo muchas entradas en el tintero virtual. Empezaré por publicar una cuya actividad se sale de lo corriente: una cata de champán. Un poco por casualidad encontré esta actividad en el Airbnb Events y allí nos fuimos un grupito de españoles que coincidimos con unos norteamericanos y una australiana. Las explicaciones, por tanto, fueron en inglés lo que nos vino muy bien porque lo tenemos oxidado.
Detalle de la bodega 
Las organizadoras del evento son 
Las Diletantes,
 Fanny y Loreley, que nos recibieron con los brazos abiertos en su cava 
del barrio de Saint-Germain. Se trata de una bodega del siglo XVIII en 
la que encontrar una interesante selección de 
champagnes de 
cuatro terruños diferentes: Montaigne de Reims, Valée-La-Marne, Côtes 
des Blancs y Côtes des Bars. Además de tratarse de una bodega dedicada 
exclusivamente al champán, todos los caldos están realizados por 
pequeños productores y con uva recogida a mano para evitar los posibles 
deterioros de los procedimientos mecánicos. Las explicaciones recibidas 
durante la cata fueron breves pero muy interesantes. No se trata de un 
curso enológico sino una actividad para pasar un buen rato mientras se 
aprenden los conceptos básicos de esta bebida.
 
 
Muestrario de champagnes
Algunas 
ideas ya las tenía claras como, por ejemplo, que el mejor es el Brut 
Nature (el más seco), que cuanto más viejo es el champán, más finas son 
sus burbujas o que la producción se realiza, fundamentalmente, con las 
uvas Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier. Entre lo aprendido aquella 
tarde, he descubierto que cada tipo de champán necesita una copa 
diferente (flauta o contorneada, parecida a la de vino blanco), la 
importancia de la composición geológica del terreno en las propiedades 
de las uvas y que hay tres categorías en función de la edad del vino: 
Champagne, Premier Cru y Grand Cru.
 Nuestra anfitriona también nos regaló algunas explicaciones sobre la 
segunda fermentación del vino que es la que produce las burbujas y sobre
 la mejor forma de degustarlo: nada de moverlo, no se olfatea como el 
vino tinto pero sí se observa puesto que el color del líquido así como 
la forma y tamaño de las burbujas es importante para determinar la 
calidad del champán.
  
Empieza lo bueno
La degustación consistió en tres 
champagnes de tres lugares y características diferentes. Empezamos con 
un Blanc de Blancs, es decir, 100% Chardonnay, llamado Cazals muy fresco
 y con un toque cítrico. El siguiente fue otro Blanc de Blancs llamado 
Aspasie, ligeramente más seco y que recordaba el gusto de la manzana 
verde, con un punto especiado. El último fue Serveaux Fils realizado con
 uva Meunier, el más seco de los tres, que me recordó a frutos secos, 
pasas y un toque de ciruela. 
 
Las botellas en orden de degustación
Un detalle que me gustó es 
que cada champán tiene una ficha donde se describen no sólo sus 
características sino también las de la bodega y de los productores, con 
foto incluida. Son las mismas fotos que se encuentran en el escaparate y
 que demuestran la cercanía y conocimiento de este negocio con los 
productos que venden y sus suministradores. La experiencia fue 
maravillosa y nuestras anfitrionas nos permitieron quedarnos hasta más 
tarde de la hora. Ya sé dónde voy a hacer mis compras de champagne esta 
Navidad.  
 
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