Autorretrato. Entre Durero y El Greco, Buffet crea su propia imagen
La segunda exposición de Buffet tiene lugar en el Museo de Montmartre y se llama Bernard Buffet íntimamente
 y de ella hablaré en unos días. Ambas muestras han provocado que las 
galerías de arte de la ciudad se hayan llenado de obras del pintor a la
 espera de una mayor demanda de sus cuadros y un aumento de los 
precios. No es la primera vez que se aprecia esta simbiosis entre 
instituciones culturales y el mercado del Arte. Ya pasó con Albert Marquet, por ejemplo, y ocurre algo parecido con Renoir. 
A
 pesar de la atención por parte de los agentes del mundo del Arte contemporáneo, 
parece que esta exposición no ha sido muy bien acogida. El artista fue 
polémico en vida y también tras su muerte: tuvo un enorme éxito siendo 
muy joven pero, a partir de los años 60, su popularidad empezó a 
declinar y durante años fue olvidado por la crítica y el gran público. 
Además, su peculiar estilo longilíneo y bucólico (recuerda vagamente la 
pintura de El Greco) que apenas sufre modificaciones a lo largo del 
tiempo no gusta a todo el mundo. Admirado y odiado a partes iguales, 
contó con importantísimos detractores, entre otros, los críticos del 
importante diario Le Monde que todavía hoy
 sigue infatigable en sus críticas. Pero también recibió el apoyo fiel 
de importantes personajes del mundo del arte como su protector Pierre 
Bergé, Jean Cocteau, Maurice Granier que era propietario de la Galería 
Visconti y el propio André Malraux, Ministro de Cultura del momento. 
Fuera de Francia recibió un gran apoyo por parte de galerías de arte, 
ferias, museos como el Pushkin o el Ermitage que le encargaron series completas y coleccionistas privados 
como el japonés Kiichiro Okano que abrió un museo dedicado 
exclusivamente a Buffet en Surugadaira, Japón.
 Galerie Visconti
  
Volviendo a la 
exposición que nos ocupa, ésta está dividida en tres grandes 
departamentos y cada uno de ellos cuenta con varias secciones. La 
primera parte presenta cuadros de su época de juventud en que crea su 
estilo rectilíneo, sobrio y melancólico: los colores utilizados son 
básicamente tres (negro, blanco y ocre) y los temas son sencillos como 
el taller del pintor, autorretratos o la religión y, más adelante, el 
mundo del circo y los horrores de la guerra. La simplicidad de los 
colores puede deberse a la escasez propia de los años siguientes al fin 
de la guerra. La tristeza que expresan estos cuadros no impidió que se 
vendieran bien y que el artista se convirtiera en una celebridad y 
empezara a recibir importantes premios y encargos, como la serie dedicada a la 
guerra.
 Pierre Bergé
 Estudio del pintor
 
El ángel exterminador

Corrida. Desplante de rodillas
  
El ángel exterminador
Más interesante pero más breve es la segunda 
parte de la exposición en que un Buffet ya asentado y conocido ha ganado
 el suficiente dinero para hacer lo que le apetece. Así surgieron sus 
series alegóricas de animales y de locos, sus retratos de personajes famosos y de su
 esposa Annabel y los paisajes e imágenes de París. La fama del pintor 
empezó a decaer a pesar de que estos cuadros son más interesantes que 
los de la sección anterior.
 
 Pareja de locos con cabeza de muerto
Corrida. Desplante de rodillas
La última parte llamada Mitologías nos muestra diferentes series de cuadros algunas inspiradas en la literatura destacando la dedicada al Infierno de Dante y la de Veintemil leguas de viaje submarino de Julio Verne. La última sala está dedicada a su serie La Muerte,
 creada en sus dos últimos años de vida, después de ser diagnosticado de
 Parkinson y en la que trabajó hasta su suicidio en 1999. Estas pinturas
 formaron parte del último encargo que recibió y se convirtieron en una 
exposición póstuma.
  
 El Ojo de buey gigante del Nautilus
 Kabuki. Ren Jishi
La muerte. 10
Para finalizar, hay un interesante 
vídeo que nos muestra la trayectoria del artista. Gracias a este 
reportaje, tomamos conciencia de lo incmpleta que es esta exposición 
como para llamarse Retropectiva: no hay ni un solo cuadro de las series 
sobre coches y flores, muy conocidas del artista, tampoco hay ninguna 
pintura de sus obras destinadas a los museos rusos, sólo una de su serie
 de Japón, una también de su colección de obras taurinas y sólo dos 
cuadros de imágenes de París. Por el contrario, hay un exceso de obras 
de su primera etapa con varias de ellas sobre su taller y deprimentes 
retratos de las personas de su entorno. No es que me importe ya que son las obras que le dieron fama y dinero pero sí 
creo, como he dicho antes, que se desequilibra la exposición. Si os interesa, podéis visitarla hasta el 5 de marzo.
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